Nueva sacudida en el baloncesto: la Euroliga se amplía a 20 equipos
El aumento de participantes, que satura más el calendario, es una maniobra ante la alianza de la NBA con la FIBA y abre una lucha entre dos bandos por captar a los clubes


Nuevo terremoto en el baloncesto europeo. La Euroliga ha anunciado este jueves su ampliación de 18 a 20 equipos de cara a la próxima temporada. Así lo han decidido los clubes propietarios de la competición, entre los que se encuentran el Real Madrid, el Barcelona y el Baskonia, reunidos de manera telemática. El acuerdo tiene múltiples y enrevesadas aristas. Para empezar, satura todavía más un calendario ya de por sí repleto de partidos. El aumento de la competición en dos equipos no supone un cambio de formato, de manera que la Euroliga se continuará disputando en las fases que este curso han coronado campeón al Fenerbahçe en la Final Four de Abu Dabi: una liguilla regular de todos contra todos que a partir del curso siguiente subirá de 34 a 38 encuentros para cada equipo, las eliminatorias previas de play-in y los playoffs de cuartos, y la Final Four. Es decir, un maratón extenuante que los conjuntos compaginan con ligas domésticas tan competitivas como la ACB (34 jornadas de liguilla antes de las series de cuartos, semifinales y final). Un equipo en ambos torneos puede estirar su curso a más de 90 partidos entre las liguillas, los cruces y el resto de citas nacionales.
Y de fondo, la inevitable sombra de la NBA. La Euroliga sube a 20 equipos para acoger bajo su paraguas a un mayor número de clubes y evitar así que la próxima competición que a partir de 2026 pretenden organizar el gigante estadounidense y la FIBA capte más adeptos. La guerra está abierta y, como sucede por ejemplo en el golf por la escisión entre los circuitos tradicionales y la Liga saudí, comienza una lucha para saber a qué bando se alista cada soldado. “La Junta acordó presentar una lista preliminar de los equipos participantes propuestos, dependiendo de que se completen todos los trámites requeridos”, expresó este jueves la Euroliga, que cuenta de momento con las cartas más potentes y que con la ampliación pretende captar a esos nuevos socios que cita sin dar sus nombres. Entre ellos está el Valencia Basket, que después de sus dudas iniciales y la tentación de esperar a la NBA está más cerca ahora de volver a la gran competición europea y estrenar en ese escenario el Roig Arena. También entra en ese saco el Hapoel Tel Aviv, ganador de la Eurocup, el proyecto levantado a base de talonario de Dubai, el Mónaco subcampeón de la Euroliga, el Partizán de Belgrado, el Estrella Roja y la Virtus de Bolonia, aunque la partida de ajedrez sigue jugándose. La idea del organismo que preside Dejan Bodiroga es firmar contratos de varios cursos para evitar fugas.
Los dos grandes españoles, Real Madrid y Barcelona, mantienen por ahora su posición a la espera de cómo irá aclarándose el panorama. Ambos son clubes propietarios de la Euroliga, el torneo que nació hace 25 años y que en su amanecer provocó otra escisión y que durante una temporada convivieran dos competiciones paralelas (Euroliga y Suproliga) para encumbrar al campeón de Europa. Esa condición de dueños y fundadores les ata por ahora al actual torneo, pero el próximo verano marcará un punto de inflexión. Es entonces, en 2026, cuando finalizan las actuales licencias de la Euroliga, justo en la fecha en que se masca el desembarco de la NBA en el continente. Nada se mueve ya en el mundo de la canasta ajeno a este horizonte.
Enfrente, el Unicaja mantiene su idea de permanecer en la Champions de la FIBA, competición que ha ganado los dos últimos años y que será una de las puertas de acceso a la futura NBA europea. Así lo explicaba su presidente, Antonio Jesús López Nieto, en una entrevista en EL PAÍS después de ganar la Copa: “Nadie nos ha invitado a la Euroliga. Y si me lo ofrecen, al 95% digo que no. Que reflexionen por qué el premiado rechaza el premio. No puede ser que por jugar la Euroliga pierdas dinero. El baloncesto es deficitario. En la ACB, si ganas, pierdes. Ya ni hablemos de la Euroliga. Los contratos son más altos, los vuelos, habitaciones de hotel individuales, mayor plantilla, y el reparto televisivo es solo para los dueños. Si nos invitan, por televisión recibimos cero euros. Por márketing, cero euros. El único ingreso son las 1.000 entradas que podamos vender. Hay un premio por el orden clasificatorio, pero si algún fundador no llega al millón y medio de euros que tienen garantizados, se le resta a los demás. El baloncesto está basado en un mecenazgo irreal. Debe acercarse a la sostenibilidad. Todas las competiciones dan pérdidas. Nosotros tenemos 15 millones de presupuesto y se va a mantener. La NBA estudia aterrizar en Europa pero ve unos números catastróficos”.

A ese grupo de la Champions FIBA ha vuelto el Alba Berlín después de salir de la Euroliga, y lo que era antes un torneo del segundo escalón va aumentando su importancia en los últimos cursos. Un menor número de encuentros y una mayor contención económica juegan a favor de este lado del cuadro. Una Euroliga con 38 encuentros de fase regular obliga a plantillas más amplias, nuevos contratos, muchos más viajes (la sección de baloncesto del Real Madrid perdió 27 millones de euros cuando ganó la Euroliga en 2023).
Otra derivada es qué sucederá con las ventanas FIBA. Esa supuesta paz para evitar que los encuentros de las selecciones internacionales coincidieran con los partidos europeos de clubes puede saltar por los aires. El enfrentamiento entre la federación internacional y la Euroliga tras la alianza con la NBA y el aumento del calendario, que deberá pasar de ocho dobles jornadas a 12, complican el entendimiento. Más enredos para un baloncesto en ebullición.
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