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Jacob Kiplimo parece ser el elegido: vence en la maratón de Chicago tras amenazar durante 30 kilómetros el récord del mundo

El ugandés, en su segunda incursión en la distancia, decayó en el último cuarto de la prueba para firmar la séptima mejor marca de la historia: 2h 2m 23s

Jacob Kiplimo
Fernando Miñana

Se cumplían seis años del Breaking2 este domingo, aquella extraña proeza montada por un patrocinador de Eliud Kipchoge para que el Filósofo se convirtiera en el primer hombre de la historia en bajar de las dos horas en un maratón con algunas trampas, y John Korir y Jacob Kiplimo parecieron lanzarse sin miedo a por esa barrera en el Maratón de Chicago. El ugandés soportó correr a ritmo de récord del mundo durante 30 kilómetros y prácticamente donde Kelvin Kiptum aceleró para firmar la plusmarca en 2023 (2h 35s), su obra póstuma antes de morir meses después en un accidente de coche, el ugandés decayó hasta cruzar la meta en 2h 2m 23s. Ya es el séptimo de todos los tiempos y solo ha hecho dos incursiones en esta distancia. La etíope Hawi Feysa se llevó el triunfo en mujeres con una marca (2h 14m 56s) que la sitúa quinta de la historia. La española Marta Galimany cruzó duodécima la meta de Park Grant.

Korir, el ganador en 2024, y Kiplimo, el plusmarquista mundial de medio maratón en una carrera en Barcelona algo irregular, con un coche con el cronómetro que hacía de pantalla delante del ugandés -el récord está sin ratificar ocho meses después-, salieron disparados, dejando atrás el kilómetro 5 antes de los 14 minutos. Korir, algo temerario -más adelante, se retiraría-, aceleró la marcha a mitad carrera (14m 6s del kilómetro 20 al 25), cuando los dos ya corrían sin liebres por delante. Solo aguantó Kiplimo, que se perfila como el principal candidato a convertirse en el primer corredor de todos los tiempos en bajar al fin de las dos horas.

Su marca en medio maratón (56m 42s, el único que ha bajado de los 57 minutos) y esta actuación en el segundo maratón de su vida, señalan al ugandés como el elegido, el atleta que quieren todas las carreras del mundo, el hombre al que ya siempre se le preguntará por el tiempo de Kiptum. Lo intentó en Chicago, uno de esos maratones que se consideran hijos de Frank Shorter, el estadounidense que desató una fiebre por los 42,195km después de ganar el oro olímpico en los Juegos de Múnich 72. La prueba nació en 1977, ya con 4.200 corredores que pagaron calderilla, cinco dólares, por la inscripción, y ahora, 46 años después, se ha convertido en el nuevo paraíso de la distancia: allí se han hecho los récords masculino y femenino

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Sobre la firma

Fernando Miñana
Lleva en el periodismo desde 1993. Primero en 'Las Provincias' y escribiendo para los periódicos del Grupo Vocento, y ahora en EL PAÍS. También colabora con Valencia Plaza y la revista 'Corredor'. Viaja habitualmente a los campeonatos internacionales de atletismo.
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