Las relevistas españolas: “Ha sido épico”
Paula Sevilla, Jaël Bestué, Esperança Cladera y Maribel Pérez sienten que son una familia y que el quinto puesto bajo la lluvia fue muy emocionante


Un aire de nostalgia recorre el Estadio Nacional. ¡Qué lejano parece ya el 13 de septiembre! Los atletas y el público sienten que, después de tantas emociones, de tantas actuaciones extraordinarias, casi fuera otro mes. El otoño se ha colado a la tarde por el céntrico parque Yoyogi, el del templo donde caen las primeras hojas y el de los ‘rockabillys’ japoneses que al fin pueden bailar sin sudar al pie de la colina con sus chupas vaqueras y sus botas de chúpame la punta. En el subterráneo del recinto olímpico, donde hace un rato ha diluviado y donde nadie añora el calor pesado, desfilan los últimos atletas antes de apagar los focos, y allí aparecen cuatro mujeres sonrientes, siempre tan parlanchinas y sobreexcitadas tras el golpe de adrenalina, un quinto puesto histórico. Son cuatro atletas que han revolucionado una prueba tradicionalmente inabordable para España: el relevo 4x100.
Maribel Pérez siempre es la última en correr y siempre es la primera en hablar. Luego van las demás. Hasta que Paula Sevilla, ese fenómeno que ha catapultado la velocidad en España y que lo mismo vale para el relevo corto que para el largo, no tiene más remedio que romper su timidez y dar su opinión. “Estamos súper contentas porque, además de la quinta posición en un Mundial, hemos logrado un 42,47s en unas condiciones de lluvia increíbles. El último cambio no ha sido bueno porque yo me he escapado, pero luego lo he corregido y el cambio ha entrado, que para algo trabajamos tanto. Estamos delante de países como Polonia o Canadá. Este quinto puesto es el broche perfecto para la gran temporada que hemos hecho”, advierte Maribel.
Antes de descender a las tripas del estadio, el cuarteto español ha subido las escaleras donde están las televisiones y se han quedado en una esquina de tertulia. Es el momento de los abrazos, el análisis, las confidencias… Están allí un buen rato para no perderse la final del relevo masculino y ver el triunfo incontestable de Estados Unidos.
Esperança Cladera, la única que no se mojó porque estaba en la calle 7, bajo el voladizo del estadio, contó que los verdaderos nervios los sufrieron la víspera, en las semifinales, donde tenían la necesidad de clasificarse. “Hoy ya solo nos quedaba soñar y disfrutar, y estamos contentísimas”. El único agente inesperado fue la copiosa lluvia que anegó la pista y que obligó a detener la final de salto de altura y a posponer, como plato final, la de disco. Jaël Bestué, la atleta que entrena con Ricardo Diéguez, El Panter, el responsable del relevo corto, prefirió creer que eso podía convertirse en una ventaja. “He pensado que nosotras hemos trabajado mucho los cambios y que si podía afectarle a alguien es a los otros países. Teníamos mucha confianza y no hemos cambiado los pies, como hacemos los días que hay mucho viento. Hemos salido a ‘full’ todas y hemos competido todas”.
Paula Sevilla cree que este equipo, incluidas las que no pudieron correr -Lucía Carrillo y Aitana Rodrigo-, “es un regalo”. Maribel vuelve a intervenir para hablar de los lazos que se han creado en todos estos años y en las cuatro o cinco concentraciones que han realizado esta temporada trufada de muchos momentos importantes, como su triunfo en los World Relays. “Somos mucho más que un equipo, somos una familia, nos queremos de verdad, estamos presentes en la vida personal de todas, nuestras familias se conocen, y creo que por eso trabajamos más allá del equipo”.
Las Balas Rojas se marchan como han llegado: risas, abrazos, compadreo… Del estadio al hotel y del hotel a Shibuya a hincharse de sushi y más instantes especiales. “Necesitamos llorar un poco de emoción y de lo que nos queremos. Ha sido muy bonito vivir esto”, cuenta Jaël antes de que Maribel, todo desparpajo, regrese mentalmente al sintético y grite una vez más, la última. “¡Ha sido épico: un quinto puesto bajo la lluvia!”. Se marchan y el estadio se queda medio vacío para ver a los discóbolos cerrar un Mundial que ya solo es recuerdo.
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