El sueño de los pelotaris mallorquines de competir en la élite
La rehabilitación del antiguo frontón de Sineu impulsa la celebración del primer torneo de pelota mano en la isla y empuja a un grupo de aficionados a retomar el objetivo de participar en el campeonato de España

El sonido sordo de la pelota contra el suelo de la cancha del frontón de Sineu (Mallorca) mantiene al público en silencio. El rebote de la pelota crea un efecto hipnótico en el medio millar de personas que se han dado cita en la cancha mallorquina en una tarde de agosto en plena canícula. El calor es lo de menos. Las dos parejas de manistas se esmeran y el lanzamiento de uno de los zagueros deja una muesca en la parte más alta del frontis que hace estallar al público en aplausos. La pareja formada por Iker Urmeneta y Mikel Aranguren se alza como campeona del Torneo Calet i Boiret de pelota vasca, que ha atraído hasta esta pequeña localidad del interior de la isla a leyendas de este deporte como el mediático Mikel Goñi o el presidente de la federación guipuzcoana de pelota, Iñaki Lizaso. La exhibición previa al torneo, que coincide con el 75 aniversario del frontón, ha llegado de la mano de un grupo de pelotaris mallorquines, incluidos dos niños, que ha creado una sección de pelota mano con la ayuda de la casa vasca de Mallorca. Su objetivo: entrenar y formar a nuevas generaciones para alcanzar el sueño de competir en el campeonato nacional.
Este grupo formado por tres vascos, dos mallorquines, un argentino y un valenciano entrena varias veces por semana y ha comenzado a formar a niños en la disciplina de la pelota mano. “Uno de nuestros objetivos es ser competitivos como club, como sección, y poder competir con otros clubes y llegar al campeonato de España”, explica Toni Canyelles Llabrés, uno de los pelotaris que ha puesto en marcha el equipo. Interesado desde siempre en los deportes minoritarios, que le llevaron a ser delegado de la Federación Española de Hockey Hierba en Baleares, su afición por la pelota mano llegó por casualidad, cuando acudió a ver una partida en un frontón de Pamplona y algo se le despertó dentro. Al regresar a la isla comenzó a jugar a paleta, una de las 14 modalidades de la pelota, que se juega con una pala de madera, pero no le terminaba de convencer. “Creo que todo fue insistencia y cabezonería, encontré en la isla gente que había jugado a mano y que tenía ganas de volver a ello, así que, al final, quien la sigue la consigue”, cuenta.
La rehabilitación del frontón de Sineu, una localidad de poco más de 4.000 habitantes en el centro de la isla, ha sido uno de los puntos clave para recuperar el interés por la pelota. Una serie de casualidades llevaron en 2022 al empresario madrileño Juan Fernández Mena a vivir en el pueblo, donde descubrió el frontón y sus instalaciones, que en aquel momento estaban en desuso. Vio el potencial de recuperar la cancha como espacio deportivo, también como punto de reunión de los vecinos para la celebración de eventos culturales. Y se lanzó a su reforma, que ha culminado con un frontón al aire libre de color verde pizarra con graderíos de piedra y un restaurante con vistas a la cancha. Hace dos años el pelotari guipuzcoano Iker Urmeneta le contactó porque quería jugar allí. Le dijo que había visto fotografías del frontón a través de redes sociales después de que un amigo suyo de Sineu le hablara del lugar. “Si queréis probar, pues venid”, le dije. Y fue uno de los mejores días, fue increíble”.
Urmeneta ha participado en las exhibiciones de los dos últimos años y como delantero en el torneo de este año, que lleva el nombre de Calet i Boiret en honor a Gabriel Dalmau y Pere Joan Florit, la pareja de pelotaris más famosa de Sineu, que llegó a jugar una eliminatoria del campeonato de España de 1952. Para el vasco, el objetivo de los pelotaris mallorquines de igualar a Calet i Boiret y competir en el campeonato de España no es del todo inalcanzable, aunque requiere de mucha disciplina y horas de entrenamiento. “Yo tengo 39 años, llevo unos seis en esto y al final hay que meter muchas horas en el frontón. Lo importante de todo es crear afición, que los jóvenes intenten jugar a la pelota aquí en Mallorca y, poco a poco, yo creo que se puede conseguir”. La casa vasca de la isla, Euskal Etxea Artea, les está intentando apoyar en todo lo que puede, por ahora patrocinando la camisetas de la sección y en el futuro “con el deseo de ayudar a financiar muchos viajes a la Península para jugar” según dice su presidente, Nicolás Ibarra.
Los juegos de pelota en la isla vivieron su época de esplendor entre los años 50 y 80 y prueba de ello son los múltiples frontones repartidos por toda Mallorca, desde el más popular de Son Rapinya en Palma, al de Santa Ponça y Peguera en Calvià o el impulsado en el monasterio de Lluc por los frailes navarros que habitaban el santuario. El centro neurálgico de los partidos estuvo en el Frontón Balear, que comenzó a funcionar en 1935 en el céntrico Paseo Mallorca, en la zona noble de Palma. “Venían muchos años jugadores de los frontones de América, teníamos un socio que había jugado en Macao y muchas veces se llevaban a jugadores que habían salido de aquí”, rememora a sus 81 años Luciano Martínez, que trabajó durante 34 años como secretario de la desaparecida Federación Balear de Pelota y del frontón de Son Rapinya. En el Frontón Balear se jugaba a cesta punta, que contaba con mucha afición, y también a mano, entre apuestas, quinielas y algún que otro combate de boxeo. Sin embargo, en 1977, el propietario del frontón decidió venderlo para convertir el recinto en un edificio de pisos y garajes. “Lo intentamos todo, fuimos a rogar al propietario e incluso a Madrid, pero el hombre prefirió el dinero a la pelota” cuenta Martínez.
Buena parte de estos aficionados fueron absorbidos por el frontón de Son Rapinya en 1975, donde se comenzó jugando a cesta punta en los 45 metros de cancha. Sin embargo, el frontis estaba hecho con bloques y la pelota hacía verdaderos desastres al impactar contra la pared, por lo que el canchero se pasaba el día tapando agujeros. Estudiaron cambiarlos y sustituirlos por bloques de piedra como los de los frontones del norte, pero el coste superaba los dos millones de pesetas de entonces y les disuadió de hacerlo. Se dejó como estaba, se recortó a los 32 metros y se centraron en desarrollar el juego de paleta y el frontenis, disciplina en la que llegaron a despuntar con jugadores del club que participaron en el campeonato de España de la división de honor. Aun así, también se mantenían algunos jugadores de pelota. “Había un chico que venía cada jueves desde Alcúdia, en la otra punta de la isla, para jugar aquí con otro de Salvatierra (Álava). Cuando había final del campeonato de Baleares de frontenis, los dos se vestían de blanco con sus cinturones y hacían una exhibición de mano que la gente aplaudía a rabiar. Se jugó a mano, pero no demasiado porque el frontis no aguantaba” recuerda Martínez.
Las nuevas generaciones son la esperanza para reavivar este deporte como en sus buenos tiempos, cuando la Federación Balear de Pelota logró mantener dos escuelas con entre 30 y 50 chavales cada una, en la época en la que el pelotari Anton Rocha, que en sus tiempos de juventud había jugado en América, fue su presidente. En el frontón de Sineu los niños ocuparon las primeras filas, muchos de ellos embelesados por la rapidez de los pelotaris en la final, donde se entregaron trofeos hechos a mano por alumnos de un centro integrado de Formación Profesional de Tolosaldea realizados con los desechos de los esparadrapos de pelotaris, a los que dan una segunda vida. El maestro de ceremonias fue el pelotari aficionado y entrenador del Real Mallorca, Jagoba Arrasate, que actuó de botillero durante el partido dando consejos, ofreciendo agua y toallas a los pelotaris participantes. “Ha venido muchísima gente de aquí” comentaba al finalizar el partido un agradecido Mikel Goñi. Al caer la noche la actividad continuaba en el frontón, los niños habían tomado la cancha para practicar con la pelota entre el sonido sordo de los rebotes contra el suelo.
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