Antonio Serradilla, de perder un ojo por un tumor y salvarse de un atentado terrorista a ganar la Champions de balonmano
El especialista defensivo del Magdeburgo, que juega desde 2021 con unas gafas, perdió la mitad de la visión periférica


“Es mi primer título”, gritaba este domingo en Colonia el jugador de balonmano Antonio Serradilla. Y fue una Champions. La gran epopeya personal de este sevillano de 26 años, especialista defensivo del Magdeburgo, que no ha ganado para sustos en la vida. En 2021, le extirparon el ojo derecho por un tumor y hace seis meses se salvó por unos metros del atentado que sufrió el mercadillo navideño de Magdeburgo (Alemania), donde murieron cinco personas y resultaron heridas unas 200.
Serradilla metió la cabeza en el balonmano, se empeñó en competir al más alto nivel y nadie lo ha sacado de esa idea. Hace cuatro años, cuando los médicos, al detectarle el melanoma de coroides, le advirtieron de que le resultaría difícil que volviera al máximo nivel, él insistió. Se operó (la alternativa era un tratamiento de radioterapia que duraría meses y con riesgo de gran pérdida de visión), y a los cuatro meses ya estaba de vuelta en las pistas. Jugaba entonces en el Ciudad de Logroño, después de pasar por Guadalajara y el Montequinto de Sevilla, y había disputado 14 partidos con la selección española.
Regresó con unas gafas especiales para proteger el ojo izquierdo y obligado a adaptarse a las limitaciones evidentes en las que había quedado. Había perdido alrededor de la mitad de la visión periférica, un gran obstáculo en un deporte que ha disparado la velocidad del juego y en el que, como especialista defensivo, las amenazas se multiplican en todos los costados. “Lo más difícil es controlar en defensa a la vez dónde está el balón y el rival”, contaba en este periódico nada más volver a las canchas. “No puedo mirar a dos puntos y tengo que girar continuamente la cabeza. Ahí pierdo instantes claves. Me coordino con mis compañeros, que me van cantando dónde está el pivote. También veo vídeos para intuir lo que va a suceder”, añadía. Con el tiempo, aprendió también que tocar mucho a los rivales era un buen recurso para medir las distancias y, como con todo, el hábito y rodaje van perfeccionando el método.
“El cuerpo se acostumbra”
En aquellos días, no se conformaba con reincorporarse al equipo y mantenerse en la Liga Asobal, algo que ya era mucho a tenor de las cautelas de los doctores, sino que aspiraba a dar el salto a Europa, elevar el nivel de exigencia y contar para los Hispanos. Lo primero no tardó en cumplirlo. En 2023, lo fichó el Elverum noruego, con quien disputó la temporada pasada la Liga Europea, la segunda competición continental, la palanca para que el gigante Magdeburgo, de la potente Bundesliga alemana, lo captara hace un año.
El ascenso era grande y no ha sido un curso sencillo para él. Le costó contar con minutos, hasta resultar fundamental en la F4 de este fin de semana en Colonia. En semifinales, tumbó al Barcelona y en la final cazó al Füchse Berlín, de la gran estrella Mathias Gidsel (26-32). Bajo palos, el español Sergey Hernández se coronó con 18 paradas y 42% de efectividad como último dique de una defensa que tuvo como protagonista principal a Serradilla, sevillano y sevillista (el club lo felicitó), que tocó techo en su carrera, pese a la tarjeta roja que vio en la segunda parte. Fue, sobre todo, su gran gesta. “Ya me he hecho a esto. El cuerpo se acostumbra”, contó horas después en El Larguero y antes de perder el autobús de vuelta a la ciudad del club.
Tragedia en Magdeburgo
A la vuelta del verano se unirá al Stuttgart, también de la Bundesliga, tras culminar este domingo una carrera con muchas curvas y un año también con un gran susto. En la antesala de la pasada Nochebuena, estaba paseando con su novia por un mercadillo de Magdeburgo cuando una persona embistió con su coche a gran velocidad a todo el que se encontró por delante. Ellos quedaron a unos metros. El atentado se saldó con cinco fallecidos. A su pareja, como contó en un reportaje en XL Semanal, no se le olvida la imagen de un hombre mayor con trozos de vidrio clavados en la cabeza. Y a él, la foto de un hombre con la pierna rota sosteniendo a su hijo en brazos.
Una tragedia de la que ambos se libraron por esas cosas de la vida. Este domingo, Serradilla se sacó casi todas las espinas de golpe. Solo le queda la selección.
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