Mohamed Attaoui brilla en una Diamond League en las que Karsten Warholm bate el récord mundial de 300m vallas
El español estuvo a punto de derrotar al campeón olímpico Wanyonyi en unos 800m en los que logró una magnífica marca (1m 42,90s)


Cuando termina la carrera, Karsten Warholm intenta arrancarse la camiseta del pecho, a lo Hulk, rasgándola, pero, aunque ejerce con las manos la misma fuerza destructiva que en todas las ocasiones en las que ha batido un récord, ganado un Mundial o unos Juegos Olímpicos, la camiseta no cede, por lo que el astro noruego opta por quitársela como todo el mundo, sacándosela por la cabeza. Pero el grito es igual, de los que hielan la sangre. Muestra entonces un pecho blanquísimo coloreado rosa a corros, en los lugares en los que antes de comenzar la carrera se ha golpeado con los puños feroz. Los rosetones conjugan con la luz del atardecer interminable de la Oslo que se acerca al sol de medianoche, la luz que baña dulce el estadio Bislett, la catedral del mediofondo en la que los espectadores se arrullan comiendo fresas, la luz que Warholm, campeón olímpico y mundial y plusmarquista mundial de 400m vallas (45,94s), ha robado para sí y para su prueba. Acaba de correr y ganar, qué recta final, una distancia inhabitual, los 300m vallas, y lo ha hecho batiendo el récord mundial con un tiempo de 32,67s, rebajando 38 centésimas la plusmarca que él mismo poseía.
La simetría con su récord de los 400m vallas es tan perfecta que el segundo, el norteamericano Rai Benjamin (33,22s), y el tercero, el brasileño Alison dos Santos (33,38s), son los mismos dos atletas, y en el mismo orden, que le acompañaron hace cuatro años en el podio de la final olímpica de Tokio en la que logró la marca. El valor relativo de ambas marcas es similar, aunque los sabios podrían afinar un poco y decidir que valen más los 32,67s de los 300m vallas, ya que su diferencia con el récord de los 300m lisos (30,69s) es de solo un 6% (1,98s), mientras que entre los 43,03s de Wayde van Niekerk, récord mundial de los 400m lisos, y los 45,94s del récord de vallas hay 2,91s, casi un 7%.
“Normalmente me hundo al final de los 400, así que los 300 me van mejor, pero el domingo, en Estocolmo, volveré con fuerza en los 400. Esta noche fueron los demás los que se vinieron abajo y yo terminé fuerte”, dijo la estrella de la noche. “He estado entrenando mucho los 200 metros y, como se ha podido ver hoy, he saltado muy bien las vallas. Fue estupendo volver a ver a Usain (Bolt). Mañana almorzaremos juntos y charlaremos tranquilamente”.
Warholm, de 29 años, no fue el único atleta destacado la tarde soleada y tibia aún a las 22h. Una carrera, sobre todas, los 800m, habría valido para justificar las tres horas de grada, y en ella destacó un atleta español en estado de gracia, Mohamed Attaoui, que le peleó la victoria hasta el último metro al campeón olímpico en París, el keniano Emmanuel Wanyonyi. Tan tirillas y peleón es Attaoui, y tan tremendo es su cambio de ritmo, su aceleración de dinamita, que quien no lo haya visto antes entre los gigantes de la distancia, en la final de París, por ejemplo, pensaría que era un niño que se había colado en una fiesta para mayores de edad. Después de pasar los 400m en 49,79s, Wanyonyi tomó la cabeza. Attaoui cambió por la calle dos en la última curva y entró en la recta tercero, tras el keniano y el argelino Djamel Sedjati, el medallista de bronce en París. A Attaoui, de 23 años, aún le quedaba un cambio, y con él superó al argelino y tocó incluso a Wanyonyi, pero no le superó por centésimas. Ganó el keniano (1m 42,78s). Attaoui también bajó de 1m 43s (1m 42,90s). Es la tercera vez en su carrera que lo consigue, tras su récord nacional del verano pasado (1m 42,04s) y los 1m 42,08s que le dieron la quinta plaza en la final olímpica. Simbólicamente, el Bislett Stadion, el tempo de Coe y Ovett, de Elliott y Snell, le abre las puertas para que empiece a medirse con los más grandes.
Attaoui nació en Marruecos, ha crecido en Torrelavega desde los cuatro años, y, como atleta profesional de On, vive medio año entre Sudáfrica y Saint Moritz entrenando en altura con el alemán Thomas Dreissigacker. Después de la Diamond de París, el viernes 20, llegará a Madrid como uno de los líderes del equipo español que disputará en Vallehermoso el campeonato de Europa por selecciones. En ese equipo estará también Paula Sevilla, la cuatrocentista alma de los relevos nacionales de 100 y 400m que en Oslo, ¡una velocista manchega de La Solana en la catedral del atletismo!, logró la mejor marca de su vida (50,92s), pese a que su bisoñez en la distancia (es la primera temporada que Sevilla disputa los 400m a nivel internacional, a los 28 años de edad) la condenó a correr por la calle uno, la de la curva más cerrada, lejana de cualquier referencia.
En los 5.000m no hubo récord del mundo, pero sí un vencedor inesperado, un espigado jovencito de Camarillo (California), de 22 años, llamado Nico Young, que aprovechó el tacticismo final de los africanos Kejelcha y Gebrhiwet para terminar con 200 metros finales espléndidos por delante de todos (12m 45,67s, mejor marca personal). El español Ndikumwenayo, otro puntal para la selección en los Europeos del 27 de junio, fue sexto con 12m 47,67s, mejor marca personal. Se quedó lejos, sin embargo, del récord nacional, los 12m 45,01s del sancionado Mo Katir.
Mondo Duplantis ganó la pértiga con 6,15m al segundo intento (después de pasar los 6,03m a la tercera), lo que le cansó tanto que ni intentó batir su récord mundial de 6,27m.
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