La Real se reencuentra con una hora de retraso
Osasuna sorprende al equipo donostiarra en Anoeta con un gol de Adrián y hasta el descanso Alguacil no logra introducir el cambio que le permite salir de la presión

La Real sacó un punto por los pelos. El regreso a la competición del equipo más innovador de esta Liga resultó sombrío tras la brillante racha de siete victorias seguidas conque se confinó en marzo. A medio descongelar después del parón, lo sorprendió Osasuna con su fútbol elemental de pelotazo, balón dividido, obstinación y atrevimiento. Cuando Alguacil encontró el antídoto, en la segunda parte, a sus jugadores se les había acabado la cuerda. El empate de Oyarzabal sirve para conservar el cuarto puesto de la clasificación, un punto por encima del Getafe.
Anoeta asistió al enfrentamiento de dos equipos que recorren la temporada en estados mentales opuestos. Esta Liga lleva la marca indeleble de la Real Sociedad, probablemente el equipo que ha llevado el juego a niveles más sublimes a fuerza de combinar las asociaciones más complejas de un modo sencillo que sin embargo conlleva una gran dedicación física y psíquica. Hace falta pensar constantemente y ser siempre preciso para jugar tan bien como lo han hecho los futbolistas de Alguacil. La Real juega para encontrar la iluminación. Osasuna lo hace para sobrevivir en Primera contra todo tipo de limitaciones. Ambos equipos necesitan de toda su energía mental para alcanzar sus objetivos. La más mínima caída de tensión les hace tropezar. En el reencuentro con la competición lo pagó la Real, que entró al partido ligeramente desatenta.
La frecuencia a la que se movieron Odegaard y Merino en los inicios de cada jugada casi nunca fue la que exige el modelo dinámico que les ha llevado hasta los primeros puestos del torneo. El equipo lo sufrió cuando Osasuna lo obligó a jugar rápido para no caer en la trampa de la presión y los centrales no encontraron compañeros desmarcados. Elustondo y Le Normand buscaban a Zubeldia y los puntas de Osasuna les cortaban las líneas de pase; si superaban el aprieto, Zubeldia alzaba la vista y Merino desaparecía tras los volantes rivales. El plan de Arrasate funcionó perfectamente y la Real lo expresó en la búsqueda estéril del juego en largo. Perdido el control de la pelota, la Real se complicó la vida en una jugada sucia que Adrián —con la inestimable ayuda del incansable Estupiñán— resolvió centrando desde la izquierda. Le Normand desvió el balón con el brazo y el árbitro sentenció. El propio Adrián ejecutó el penalti: 0-1.
La Real no se zafó del acoso hasta la segunda mitad. Alguacil dispuso que Zubeldia se situara como eje de una línea de tres defensas, adelantó a los laterales para ampliar el campo, y colocó a Merino en el vértice de todas las jugadas. De pronto, a Osasuna le faltó gente para presionar a los rivales en la gestación de las jugadas. Por aventurarse tan alto en un mano a mano con su pareja, Oier perdió una pelota ante Merino y el volante conectó con Willian José. El giro del brasileño, que bajó a pivotar y volvió sobre sus pasos, expuso a toda la maquinaria osasunista a un momento de debilidad. Willian José atrajo a los centrales con astucia y habilitó a Oyarzabal en el momento justo. La aparición del zurdo por el lado débil de la jugada reflejó su inteligencia para leer cualquier distracción, y el toque quirúrgico confirmó su fama de cobrador implacable.
Oyarzabal: “Nos ha costado ajustar”
Cuando la Real encontró su sitio fue demasiado tarde. Merino, Odegaard, Oyarzabal y Willian por fin hallaban los espacios que necesitaban para progresar, pero les faltaban piernas. Sin la energía necesaria después de dos meses de inactividad mal compensados, se miraban exhaustos sin poder llegar a donde su mente les mandaba. Vulnerables de nuevo ante un adversario machacón, los jugadores locales empeñaron sus últimos esfuerzos en llegar a puerto con el punto a salvo. Por poco no lo consiguen. Osasuna estuvo a punto de llevarse el partido con un taconazo de Brasanac en el último minuto. Habría sido un premio excesivo, por más méritos que tuviera su espíritu de resistencia.
“En el primer tiempo no hemos estado acertados”, dijo Oyarzabal, tras el partido; “ni en cómo estábamos posicionados, ni en cómo movíamos el balón, ni en cómo hacíamos las cosas. Hasta el descanso nos ha costado mucho ajustar, tanto en ataque como en defensa”.
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