Nairo Quintana, de los adoquines de Bélgica a los montes de Gipuzkoa
El colombiano, ganador de la Tirreno-Adriático, parte como favorito en la carrera vasca


Después de ganar, mediado marzo, la Tirreno-Adriático bajo la nieve, no ha tenido apenas tiempo Nairo Quintana para descansar. Una corta visita a su casa de Mónaco, otra mínima estancia en Pamplona, y también una semana en Bélgica de lluvia y adoquines antes de enfrentarse, a partir de hoy, a la Vuelta al País Vasco, quizás su último desafío primaveral antes de regresar a Colombia, a las alturas de Cómbita, en Boyacá, para preparar su Tour.
En Flandes, hace 10 días, Quintana descubrió el pavés que le espera en el Tour. Lo hizo en un par de carreras de lluvia, barro, caídas, tensión y viento, de esas que hacen sentirse parte de un pelotón de castigo a aquellos ciclistas que no disfrutan haciendo el bruto contra los elementos, pero, cuenta José Luis Arrieta, su director en el Movistar, al colombiano no se le movió ni un pelo. “¿Miedo Nairo?”, pregunta el director navarro. “No me hagas reír. Nairo no le teme a nada y en Bélgica no solo no sufrió sino que llegó hasta a disfrutar chapoteando y, sobre todo, aprendió muchísimo: cómo deben ir hinchados los neumáticos, dónde poner las manos para que sufran menos los brazos con las vibraciones del adoquinado, dónde colocarse antes de enfilar los tramos de pavés, por dónde atravesarlos para sufrir menos...”
Lo aprendido en Bélgica lo conservará en su disco duro pensando en julio, porque antes Quintana tendrá que pensar en cómo dominar en los cortos y empinadísimos muros guipuzcoanos que caracterizan a la carrera que lanzó a la fama al colombiano, que la ganó en 2013. No estarán los grandísimos favoritos del Tour (Froome, Contador y Nibali), ni tampoco el Richie Porte imbatible en Niza y la Volta, pero sí habituales de los top ten de pruebas por etapas: Van Garderen, Pinot, Majka, Rui Costa, Péraud, Mollema y Kwiatkowski.
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