Los ‘segundones’ se lo pasan pipa en el Camp Nou

Resuelta la eliminatoria en la ida (0-4), entendió Luis Enrique que era el momento de oxigenar las piernas de sus jugadores, sobre todo la del tridente ofensivo que por más que actúe en la zona concluyente capitaliza el juego, goles y resultados del equipo. Pero anoche, ante el excesivamente alegre Huesca —más que nada porque en ningún caso se abrigó en su área— no se discutió el cuero ni la propuesta sino la valía de los jugadores que son último recurso: como Montoya, Sergi Roberto y Masip, también Douglas en el segundo acto. La lupa, del mismo modo, enfocó a los del filial, a un Samper que dio todo un recital en la ida como organizador y a un Munir que entró en combustión en el primer equipo pero que se ha desbravado con el tiempo, torcida su mirilla. Un partido de goleada y disfrute, hasta el punto de que se hizo la ola en el Camp Nou, donde Pedro e Iniesta resultaron abusivos para el rival en la parte que jugaron, que por algo fueron campeones del mundo en 2010.

Sorprendió la inclusión de Montoya, que en esta semana pidió sin éxito el traspaso en invierno. El lateral, que sumaba 90 minutos en el curso, tuvo al fin una oportunidad de reivindicarse en el campo y no en los despachos, mucho más incisivo por el costado izquierdo que en el derecho, con una ocasión de gol que malogró para su disgusto. Tampoco ofreció mucho más Douglas, sin quiebro ni centros, sin decir ni pío. Ni siquiera Samper resultó brillante, quizá porque el juego le pillaba lejos, por más que evidenciara que no le cuesta descontar rivales con sus pases. Ocurre que la jarana estaba arriba porque así lo provocó el Huesca, con una zaga tan atrevida como temeraria. Jauja para el Barça, al que le cuesta mezclar como antaño en el balcón del área, pero que conjuga el cuero en la raíz para atraer al contrario y luego soltar un pase vertical al desmarque en velocidad. Y con Sergi Roberto como aspersor, ayudado por Rafinha e Iniesta, todo resultó más fácil. Resulta que el 20 puso el picante al pedir el esférico y el protagonismo, cómodo con los espacios y más lacerante que de costumbre. El balón fue de sus botas a Munir y sobre todo a Pedro, que aprovechó una de sus asistencias para festejar uno de sus tres goles en la noche de ayer. Hat-trick que le debió saber a gloria al delantero, que pidió la semana anterior con la boca chica más minutos, consciente de que ahora es un segundón ante la presencia de Luis Suárez, Neymar y Messi.

Menos afilado estuvo Munir, desprendido en sus movimientos pero con el gatillazo ante el gol. Lo mismo le ocurrió en el área rival a Esnaider, que remató dos veces con el tupé en vez de la frente, una fuera y la otra al poste, justo al inicio del encuentro. Una faena, en cualquier caso, para Masip, anónimo porque no paró esas como tampoco el córner que embocó Gaspar. Y si alguien no entiende de pasar desapercibido son Sandro y Adama; el primero tiene el olfato súper desarrollado y el segundo el zizgagueo. Dos goles más para hacer ocho y mambo al Huesca.