Carvajal y James juegan al ajedrez
Las iniciativas del madrileño y el colombiano desmantelan al Eibar


Corría el minuto 23 cuando Dani Carvajal se internó en campo contrario, dio dos toques al balón, se fue de Saúl, y se puso en la frontal del área del Eibar. La diagonal generó incertidumbre. La zaga local dudó. Cuando Ekiza abandonó la línea para encimarle, el lateral abrió el juego a la derecha con un golpecito del empeine. El pase rompió la penúltima resistencia. Ahí apareció Cristiano. El portugués burló a su marcador y centró al segundo palo, a James, decidido lo mismo para defender que para meter la cabeza sobre la salida del portero. Fue el 0-1. Un gol gestado con la iniciativa del Carvajal.
Carvajal no es el futbolista más popular del Madrid. Probablemente sea el menos popular de todos. Ni las multitudes se han convocado para aclamarle, ni el club se ha gastado un euro en producir su show de presentación. Tampoco se ha autoproclamado Espartano. No es un demagogo. Por no ser, ni siquiera es de la cuadra de Jorge Mendes. Su única arma es la más poderosa de todas: sabe jugar.
Decía un director deportivo que si Carvajal no se encontraba entre los mejores laterales del mundo es porque le faltaba un poquito de finura en el toque. Es probable que Carvajal no tenga el pie de un cafú. Pero posee la inteligencia de los distinguidos.
Hay futbolistas habilidosos que ganan tiempo con el primer control y futbolistas tácticos que ganan tiempo descubriendo soluciones antes de que los defensas reaccionen. Son como esos maestros de ajedrez que llevan siempre la iniciativa. El Madrid juega bien porque cuenta con estos talentos. Carvajal es uno de ellos. James —que además tiene un control sublime— es otro.
El 0-2, el tanto que prácticamente cerró el partido, los volvió a reunir a los dos. James inició la jugada con un pase sorprendente que cambió la orientación de la jugada hacia la izquierda. El receptor fue Carvajal. Esta vez, el lateral no tiró la diagonal. Aprovechando que la defensa del Eibar no había logrado bascular, abrió el campo tirando una pared con Bale, que se la devolvió pegado a la raya. Penetró hasta el fondo y pasó atrás. A donde más daño hacía. A Cristiano, que liquidó el trámite con un tiro de primeras.
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