El empate como castigo

No hay respiro para los desheredados. El Racing y el Sporting están tan lejos de los puestos de salvación que sólo los tres puntos les habría dado fuerzas para seguir creyendo. Por eso el empate dejó fríos a los protagonistas y a sus aficiones, que también rivalizaron en las gradas del Sardinero.

Como el partido se jugó bajo una tensión insoportable, seguramente que el Racing y el Sporting parecieron peor de lo que realmente son. Quedaban quince jornadas, pero parecía una final.Sobre todo para el Sporting, que partía con tres puntos menos que su rival. Los pases al compañero fueron una rareza y las oportunidades de gol, un tesoro. Por eso, los dos equipos lo fiaron todo a las jugadas a balón parado. Esa fue la única manera de vencer a Toño y Juan Pablo, dos porteros en racha que hicieron los honores al misil de Barral en una falta frontal y en el delicado lanzamiento de penalti de Stuani.

El Sporting, o más bien Clemente, no supo gestionar su ventaja. Cuando más desesperado parecía el Racing hizo dos cambios que acabaría pagando muy caros. El debutante Mendy cometió una falta prescindible, que desencadenó el córner en el que otro novato, Gálvez, cometió un penalti de lo más inocente. Justo lo que necesitaba un Racing incapaz de remontar por sí mismo.

Con el 1-1, el miedo se transformó en prisa y la prisa en espacios. Así llegó un jugadón de Jairo, que sólo pudo salvar Juan Pablo. Y, casi sin tiempo, un pase de Barral a Sangoy que, en el punto de penalti, se hizo un lío con el balón. Por ahí se le fueron al Sporting dos puntos y, quizá, algo más.