Colsa reparte y Tchité liquida
El Racing vence con suficiencia al Zaragoza e iguala su mejor clasificación en el torneo
Con un juego suculento, el Racing se cobró la victoria sobre el Zaragoza, que se diluyó en un santiamén al encajar el primer golpe. Gobernó Colsa y definió Tchité, dos azotes que el rival no supo controlar. Con ellos al mando, el cuadro cántabro igualó su mejor clasificación en la Copa, al llegar a cuartos.
Brioso y descarado, el Zaragoza se plantó cuatro veces seguidas en el área contraria. El Racing, temeroso, se abrochó y esperó a verlas venir. Hasta que apareció Óscar, que se inventó un disparo que rechazó la manopla de Coltorti a un costado. Justo donde esperaba Oliveira. Gol por la vía rápida. Pero ahí se desbravó el efecto Garitano, nuevo técnico blanquillo. Entre otras cosas, porque el Racing se apoyó en Colsa y se fio a Tchité.
Sin Munitis, Toño o Smolarek, pilares del equipo, Marcelino apañó un once tan competitivo como ingenioso que supo corregirse a tiempo. Empecinado al inicio en entrar por las bandas, chocó sin remisión con los laterales adversarios y los medios centros, que acudían con acierto a las coberturas. Pero varió el plan y se desplegó por el interior. Diagonales de los volantes, llegadas desde la segunda línea y pases por dentro a los movimientos de los delanteros. Colsa y Tchité hicieron el resto.
Mientras Duscher rebana el cuero en posiciones retrasadas, Colsa daba un par de pasos hacia delante para repartir el juego. No hizo florituras, pero con un juego a uno o dos toques, con el campo en la cabeza, descolocó al Zaragoza. Suya fue la primera asistencia, por encima de la defensa y donde el portero no se atreve a salir, a Tchité, que cabeceó a gol. Revoltoso e inquieto, Tchité mareó al Zaragoza con sus desmarques por detrás de la zaga, caídas a la banda y disparos envenenados. Pero como defecto, le pegó a todo. Incluso a las caras de los rivales. En una chilena noqueó a Ayala; en una tijereta lateral, tumbó y asustó a Paredes.
Lo padeció el Zaragoza, que recibió otros dos goles. Uno de Serrano, que culminó una falta ensayada; otro de Garay, de penalti. Menos mal de Oliveira y de Diegol, que marcó el segundo tanto. No bastaron.

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