Márquez arregla al Barça
El mexicano forja, con una asistencia y un gol, una victoria costosa por el ímpetu del Zamora
Márquez redimió de todas las carencias al Barcelona en Zamora, donde ganó con más pegada y efectividad que juego. El equipo azulgrana, aturdido y descolocado, no acertó a desarrollar un juego solvente ante un equipo que lucha por no descender de la Segunda División B. Márquez no sólo zurció el partido con una asistencia magnífica a Gio, sino que le puso el traje de luces al Barça cuando, con una falta directa, marcó el segundo tanto. Un tanto, además, que sirve para prolongar la racha de 14 victorias consecutivas de los azulgrana. Pero el Zamora, valiente y descarado, a base de correr y presionar, a punto estuvo de dar la sorpresa. Márquez lo evitó.
El Zamora tiró de épica cuando el balón apenas acababa de empezar a roda en el campo de la Ruta de la Plata y dio al traste con los planes iniciales de Frank Rijkaard, que alineó de partida a jugadores consolidados en el primer equipo con la intención de asustar al rival, de premiar a los suplentes y de no caer en un exceso de confianza. Pero un balón colgado al borde del área, que pilló desprevenido y descolocado a Oleguer, llegó al pecho de Xaco, que hizo un control orientado para enfilar la portería. Sylvinho, tratando de corregir el error de su compañero, impulsivo, se pasó de frenada cuando Xaco recortó para adecuarse el cuero a su mejor perfil. Y, por debajo de las piernas de Jorquera, que jugaba su segundo partido de la temporada —estuvo en Udine en la Champions—, Xaco marcó y otorgó una esperanza al Zamora, basada en que, en las eliminatorias coperas el conjunto inferior suele crecerse hasta límites insospechados. Lo hizo a base de pelotazos largos, el arma que anula la presión avanzada y asfixiante del Barça pero que, de no ser milimétrica, prohíbe al ejecutor tener cierta iniciativa. Pero eso, debió pensar el Zamora, correspondía, sí o sí, al Barça.
El tanto de Xaco fue la espoleta para una afición entregada y ruidosa como nunca que se animó de lo lindo. El Barcelona, sin embargo, gracias a la decisión de Rijkaard de apostar por futbolistas curtidos pese a alinearlos en zonas poco habituales —Iniesta de extremo izquierdo, Gio en la media y Ezquerro, de delantero centro— no acusó los nervios ni tembló por lo que podía haber pasado. Aunque le costó fraguar el fútbol de calidad que se le presupone y se le exige. No fue el juego despampanante y atractivo que suele practicar, entre otras cosas porque el Zamora, con más corazón e ímpetu que otra cosa, ahogó al novel centro del campo azulgrana. Algo que le fue más fácil de lo esperado porque los medios del Barça, al contrario que con Deco y Xavi, no eran tan rápidos en discurrir el próximo movimiento, pase, regate, cuando alcanzaban el cuero. Así, Gio y Gabri, desubicados, perdieron protagonismo y su posición en varias ocasiones. Pero Márquez se multiplicó desde la medular para cortar las acciones del Zamora y, de paso, para iniciar las de su equipo. El tanto de Gio, que se sumó al ataque y trazó una diagonal impropia de un lateral y que le plantó ante el portero, vino precedido por una lujosa asistencia del mexicano. Luego, cuando quedaba bien poco, colocó el balón por la escuadra en un lanzamiento de falta.
Sin delantero centro como se presentó el Barça, Ezquerro asumió el papel de rematador. Ocasiones tuvo, porque Iniesta, que le asistía desde el costado izquierdo, supo encontrar las espaldas de los centrales y leer sus movimientos. Pero se consumió mentalmente cuando falló hasta tres clarísimas oportunidades. Sin Ronaldinho y sin Messi, que abren y cierran el campo como un acordeón cuando reciben en los costados e incurren con el balón controlado hacia el interior, el Barça se remitió a la vía del centro. Giuly anotó el tercero, pero el trabajo ya lo había consumado Márquez, el encargado ayer de despertar al Barça.
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