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Crónica:FÚTBOL | 12ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça se come al Madrid

Con un ritmo irresistible para su rival, los azulgrana plasman su superioridad con goles de Eto'o, Van Bronckhorst y Ronaldinho

El Madrid no le duró ni media hora al Barcelona. No hay punto de comparación entre uno y otro equipo por el momento. El partido fue un monólogo azulgrana. Embalados como viajaban, se esperaba una mejor respuesta de los madridistas en su intento de cambiar las agujas del tren de la Liga. Una vez llegados al campo, sin embargo, se desenchufaron, incapaces de replicar al hermoso despliegue del plantel barcelonista, que se encontró frente a uno de los clásicos más cómodos de los últimos tiempos, falto de cualquier discusión y tensión, como si se asistiera a un traspaso de poderes en toda regla entre los dos grandes del fútbol español.

Al Barcelona no se le puede enfrentar con las dudas que por ahora tiene el Madrid. No basta con tener a jugadores singulares y esperar a que los azulgrana se equivoquen. El plan puede funcionar frente a rivales menores. Ante el Barça, en cambio, no sirve para otra cosa que para realzar su victoria. Rijkaard ha montado un equipo temible por la determinación y convicción con que afronta los partidos, y la hinchada no es ajena al optimismo que desprenden sus futbolistas, envueltos anoche en una carga ambiental preciosa por colorista y homogénea.

Apretó y mucho el Barcelona desde la salida a la cancha. Así estaba previsto en ambos bandos. Los azulgrana son un equipo rápido por naturaleza. Necesitan jugar a una velocidad de vértigo, tanto en ataque como en defensa, circunstancia que aviva cualquier partido con independencia del rival. Al Madrid le vienen bien propuestas como la barcelonista. No tiene el hilo de juego del Barça. No está tampoco tan bien armado. Vive exclusivamente del gol, y no necesita tener la pelota para tirar la contra, sino que le alcanza con esperar en la línea de medios.

El caudal ofensivo barcelonista es tan generoso como exigente para el adversario. El equipo de Rijkaard no sabe parar. Vuela. Ataca en oleadas y de vez en cuando se deja la pelota en mitad del mar, expuesto a una transición rápida del adversario, incapaz de ser interceptada por una falta táctica, uno de los recursos que más utiliza el Barça en el campo contrario. Agarrado a Guti, el Madrid aguardó su momento con Ronaldo alineado a Puyol. Y el partido estuvo ciertamente un cuarto de hora en el alambre. No más. El plantel de García Remón se partió y cedió por todos los costados, impotente ante el temporal.

Iba y venía muy bien el Barcelona, desplegado a partir de Belletti, que desfondó a Zidane y comprometió a Roberto Carlos nada más empezar, y desequilibraba con las rupturas de Ronaldinho. No es fácil defender al Barça. Hay que poner mucha atención y oficio para contener su intensidad, y el Madrid no tiene orden táctico ni oficio para combatirle sino sólo futbolistas. No fue el caso anoche de Roberto Carlos, que dejó de atacar un balón muy fácil, vendió a Casillas y permitió que Eto'o se relamiera de nuevo frente al club que se conformaba con tenerle a medias con el Mallorca. El gol retrató como ninguna otra jugada del partido el acomodamiento de unos y la voracidad de los otros.

El Barcelona puso interés en cada acción porque desde el inicio fue a por el partido. Una vez batido, desbaratado su plan de equipo pequeño, el Madrid no encontró razón de ser en la cancha y se ausentó hasta alcanzar el descanso con un nuevo gol en contra. Ronaldinho y Deco combinaron por el flanco izquierdo, el lado opuesto por donde llegó el tanto de Eto'o, hasta habilitar a Van Bronckhorst y el Madrid cargó con el segundo. Retrasado Xavi, Deco estuvo tan fabril como efectivo. El portugués sintetizó el fútbol del Barça, que barrió el frente de ataque con los dos laterales encarados al banderín de corner contrario y los tres puntas encarando por tierra, mar y aire.

El Barça aguardó a que el Madrid tomara la palabra en el inicio segundo acto, como si fuera una concesión, una invitación a la pelea. No obtuvo respuesta porque el equipo blanco se quedó mudo, expuesto a una tunda, a merced de la misericordia barcelonista. Y, llegados a tal extremo, pareció incluso que los azulgrana prefirieron no ensañarse sino divertirse mientras el Madrid capitulaba con todas las de la ley. Las sustituciones de Beckham, Zidane y Raúl confirmaron el deterioro blanco frente al Barça, que se conformó con un tercer gol, gestado por Eto'o y materializado desde el punto de penalti por Ronaldinho.

De la misma manera que el traspaso de Figo expresó en su día el cambio de jerarquía en el campeonato, Eto'o simbolizó ayer los nuevos tiempos que corren en el arranque de la Liga. El camerunés le puso el punto y final al juego barcelonista, presidido por un ritmo imposible para el Madrid, arrollado, impotente, cabizbajo, fiel notario de la abrumadora superioridad azulgrana.

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