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Crítica de cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘The Smashing Machine’: un drama hecho a golpe de fuerza bruta

Benny Safdie convierte este ‘biopic’ sobre el ocaso del campeón de artes marciales mixtas Mark Kerr en un vehículo para el lucimiento de Dwayne Johnson ‘La Roca’

Desde la izquierda, Bas Rutten, Ryan Bader, Dwayne Johnson y Emily Blunt, en 'The Smashing Machine'.
Elsa Fernández-Santos

Es difícil acercarse hoy a una película sobre el mundo de las artes marciales mixtas y la liga UFC (siglas en inglés de Campeonato de Lucha Definitiva), sin pensar en la extraña relación que mantiene el actual Gobierno de Estados Unidos con este espectáculo deportivo. La UFC fue clave en el éxito en las últimas elecciones de Donald Trump, que ya ha anunciado un combate histórico de artes marciales mixtas en la Casa Blanca como parte de los fastos del 250º aniversario de la Declaración de Independencia, en julio de 2026. A Trump le fascina ese deporte, porque ahí convergen la fuerza bruta, el circo y los millones de dólares, tres de los pilares de su presidencia. Como aquel extravagante presidente-luchador de la irreverente comedia de 2006 Idiocracy, Trump ha convertido la UFC en su bandera, y pretende convertir su universo de testosterona, sangre y oro en un negocio global bajo su mandato.

The Smashing Machine no es exactamente una operación de blanqueamiento de las artes marciales mixtas, aunque es imposible no sentir cierta incomodidad ante este drama en torno a la figura del campeón Mark Kerr, un pionero de estos combates antes de que se convirtieran en el fenómeno trumpista y millonario que es hoy. Benny Safdie, que dirige su primera película sin su hermano Josh, intenta evitar los lugares comunes del género, pero lo hace con un guion tan esquemático que es incapaz de esquivar los clichés.

Su mirada persigue sensaciones ambientales, evocadas a través de aquellas texturas televisivas sucias de finales de los años noventa. Un grano que remite en demasiados momentos, en muchas secuencias de forma literal, al documental de John Hyams del mismo título estrenado en 2002 y en el que Kerr mostraba los miedos y ansiedades que rodeaban su vida y el sangriento ring de la UFC.

Sin salpicar al espectador con tanta sangre como aquel crudo documental, la violencia de este dudoso espectáculo deportivo recorre una película cuya mejor baza se llama Dwayne Johnson La Roca. La inmensa popularidad de este actor (que hasta tiene una serie, Young Rock, sobre su vida) no se come al personaje. Es al revés. Johnson se convierte para bien en el centro absoluto de la cámara de Safdie, que da voz al desproporcionado cuerpo del actor. Este habla a través de su piel en una película que confía en lo que ese cuerpo nos cuenta: una historia de fuerza bruta y dolor.

La Roca se entrega así al papel dramático de un personaje en su ocaso, un hombre atrapado en su musculatura y en su adicción a la adrenalina y a los opiáceos. La vida resumida en lo mínimo: golpear y ganar. Lo demás solo son daños colaterales. Con algo tan básico, Johnson expresa un mundo incomprensible para los demás. No es solo que se parezca (y mucho) al Mark Kerr de finales de los noventa, es también que su actuación se abre paso también a lo bestia. Es lo mejor y a la vez lo peor de The Smashing Machine. Se trata de una película hecha a su medida, con una sola carta que no siempre resulta ganadora.

The Smashing Machine

Dirección: Benny Safdie.

Intérpretes: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Ryan Bader, Bas Rutten, Paul Lazenby.

Género: drama. Estados Unidos, 2025.

Duración: 123 minutos.

Estreno: 3 de octubre de 2025.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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