Ir al contenido
_
_
_
_
Crítica de cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Blue Sun Palace’: el triste final del ‘final feliz’ en un local chino de masajes

La casi total ausencia de exteriores no es el único recurso narrativo y visual de su directora. Sus planos, siempre estéticos, nunca son convencionales

Wu Ke-Xi, en 'Blue Sun Palace'.
Javier Ocaña

Están ahí, en cada capital del mundo, en cada local, pero nadie parece verlas. Escondidas en un reducto profesional de infinita ambigüedad, en el que solo se intuyen irregularidades, soledades, vulnerabilidades y fatigas. Son las mujeres chinas de los infinitos locales de masaje que pueblan Occidente. Nadie sabe nada sobre ellas. ¿Quiénes son, de dónde vienen, adónde van? ¿Son profesionales, son esclavas, tienen alternativas, se ríen, lloran, disfrutan, sufren? ¿Alguien las ha visto fuera de sus locales?

Constance Tsang, cineasta novel, estadounidense de origen chino, de 34 años, creció en Queens, en Nueva York. Y allí ha ambientado su excelente ópera prima: Blue Sun Palace. Ahora bien, da igual que esté localizada en Nueva York, en Roma o en Londres. Es Flushing, su barrio neoyorquino, pero podría ser el madrileño Bravo Murillo. La ciudad nunca se ve. No hay un aliento exterior, solo un mundo interior: en todos los sentidos. En una decisión admirable, las calles son invisibles para el espectador, como una metáfora de las vidas de sus criaturas, agarradas a un trabajo no se sabe si querido o forzado, pero que ejecutan con mimo. En la película, con una particularidad: “Aquí no hacemos esas cosas”, dice una de ellas ante la petición de un cliente. En principio, no es un local para el sexo de pago, para la culminación del masaje con el llamado final feliz: ese concepto amargo que quizá contente a ambos durante un rato. El triste final de un final feliz.

Una imagen de 'Blue Sun Palace'.

La casi total ausencia de exteriores no es el único recurso narrativo y visual de la estilosa Tsang. Sus planos, siempre estéticos, nunca son convencionales. Sin apenas primeros planos, retrata a sus personajes de lejos, entre cortinajes, desde puntos de vista que parecen no existir. Pero existen: es el nuestro, el de mirones de un mundo que desconocemos y que no nos pertenece, pero que nos cautiva. Tampoco hay movimientos de cámara (solo en la primera conversación larga) y la duración de los planos, con mínimos cortes de montaje, se eterniza. Lo que lleva a la película, presentada en la Semana de la Crítica de Cannes, a un nivel de exigencia especial por parte de la platea.

De todos modos, no es una obra demasiado difícil porque, entre sus complejidades artísticas y su peculiar modo de narración (notables elipsis, un fuera de campo en el momento climático de la primera mitad, y un suceso que divide la película en dos, rompiendo el desarrollo habitual de su mujer protagonista), hay seres humanos de verdad. Cariño y tacto por sus personajes. Sonrisas, solidaridad, sororidad. Y también tristezas, golpes del destino y rugosidad. No solo con sus féminas. También con el único hombre con importancia en su relato: un rol que navega por aguas turbulentas, tan solitario como las mujeres, al que es difícil catalogar en sus actitudes porque lo que te da por un lado te lo quita por otro. Nunca se sabe si es un luchador o un sinvergüenza, y eso es muy bueno.

Con el título de crédito inicial a la media hora de metraje (como en Sirât), Blue Sun Palace es una historia sobre el desarraigo, entre restaurantes (chinos) y karaokes (chinos). Sin embargo, nunca es didáctica: el que busque explicaciones acerca de quién regenta realmente estos locales, dónde va el dinero y el origen de sus trabajadoras, que busque una película de cine social o un documental que se lo detalle. Tsang, armada de una fotografía en penumbra, utiliza un lenguaje elíptico con la información básica, pero luego te sorprende con la delicadeza y explicitud de un masaje durante largos minutos. Fascinantes minutos en los que no hay salida. Solo la intimidad de los sueños en silencio, de la cotidianidad, y del enclaustramiento de unas mujeres (casi) siempre invisibles.

Blue Sun Palace

Dirección: Constance Tsang.

Intérpretes: Wu Ke-xi, Lee Kang-Sheng, Haipeng Xu, Janet Hsieh.

Género: drama. EE UU, 2024.

Duración: 117 minutos.

Estreno: 22 de agosto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_