Hallados en el puerto sumergido de Alejandría los restos de un enigmático barco del antiguo Egipto
Los arqueólogos submarinos que han realizado el descubrimiento creen que podría tratarse de un barco de ocio de la élite de la época o de una barca ritual del destruido templo de Isis


Sumergida a unos siete metros bajo el agua y escondida bajo un metro y medio de sedimentos, miembros del Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEASM) han desenterrado por primera vez los restos bien conservados de una singular embarcación del período ptolemaico del antiguo Egipto que yacía hundida en el antiguo puerto magno de la ciudad de Alejandría. Los arqueólogos que han realizado el descubrimiento especulan que podría tratarse de un barco de recreo usado para el ocio de la élite o de una barca ritual asociada a un templo.
El hallazgo incluye una estructura de vigas de madera de 28 metros que se corresponde con una peculiar embarcación de 35 metros de eslora y siete de manga con la proa plana y la popa redonda, lo que el equipo del IEASM interpreta como un barco diseñado para navegar por ríos y canales pero no en alta mar. Los restos se encontraron de las profundidades de la sumergida isla de Antírrodos, cerca de donde un día se erigieron lugares ilustres de Alejandría como su gran biblioteca y su imponente faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
“La construcción es extremadamente peculiar; es única en su tipo”, señala el jefe del equipo del IEASM, el francés Franck Goddio, que ha trabajado durante años, junto al Ministerio de Antigüedades de Egipto, en el antiguo puerto oriental de Alejandría, hundido junto a partes de su barrio palaciego por una serie de terremotos y de tsunamis. El arqueólogo explica que detectaron los restos de la embarcación con su avanzado equipo de prospección electrónica y reconoce que inicialmente pensaron que se trataba de dos barcos debido a su singular forma.
Una de las hipótesis que baraja el equipo de Goddio es que la embarcación se utilizó como un barco de recreo de alguna personalidad importante y adinerada de la época, cuando la élite alejandrina celebraba banquetes, paseos y fiestas en estas lujosas naves. “Los nobles de la corte usaban estos barcos para divertirse en el canal entre Alejandría y [la sumergida ciudad de] Canopo; claro que solo un hombre muy poderoso podía tener un barco así”, apunta Goddio.

El equipo del IEASM considera que podría corresponderse con una de las naves observadas por el geógrafo griego Estrabón, que visitó Alejandría alrededor de los años 29 y 25 a. C. y escribió la descripción de la ciudad más antigua y detallada que ha sobrevivido. En su obra Geografía, el autor cuenta que en Alejandría “se celebran festines en botes-camarote” y que “cada día y cada noche están llenos de gentes en los botes que toca la flauta y baila sin restricciones y con extremo libertinaje, tanto hombres como mujeres”.
Una de estas embarcaciones aparece representada también en el majestuoso mosaico del Nilo de Palestrina, una ciudad al este de la antigua Roma, que traza el camino del río hasta llegar al Mediterráneo. En la esquina inferior izquierda de la obra, elaborada por artesanos egipcios de Alejandría hacia el siglo II a. C., se observa un modelo más bien pequeño de la nave, en el que aparecen hombres de la nobleza cazando hipopótamos, según el IEASM.
Goddio apunta, sin embargo, que también podría tratarse de una embarcación sagrada del templo alejandrino dedicado a la diosa egipcia Isis, ya que se encontraba muy cerca de donde hallaron la nave. El arqueólogo explica que el barco podría haber formado parte del Navigium Isidis, una importante ceremonia dedicada a Isis y celebrada a principios de cada marzo para festejar el paso de las tormentas invernales y el regreso de la calma en el mar. Durante esta festividad, una barca adornada con guirnaldas de flores y otras decoraciones realizaba una procesión ritual desde el puerto magno de Alejandría hasta el santuario de Osiris en Canopo.
Goddio afirma que su equipo ya ha realizado todo el estudio de arquitectura naval y admite que, con la información de que disponen, no van a poder establecer con certeza de qué tipo de embarcación se trataba. La única clave que podría ayudar a dilucidar el enigma –confía– son unas inscripciones en griego que datan de principios del siglo I. “En la [parte] central [de la nave] se encontraron grafitis en griego que todavía no se han descifrado porque es una inscripción bastante difícil de leer y debe realizarlo un especialista”.
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