Un juzgado condena al marido de Esperanza Aguirre a pagar 853.732 euros por la venta de un ‘goya’ de su familia
Tras cerrarse el caso por la vía penal, un juzgado civil sentencia que Fernando Ramírez de Haro urdió la donación falsa del cuadro y le obliga a compensar a su hermano


El marido de Esperanza Aguirre, Fernando Ramírez de Haro, ha sido condenado a pagar 853.732,83 euros a uno de sus hermanos por un cuadro de Goya que vendió en 2012 y que pertenecía a la familia. Ramírez de Haro, según la sentencia a la que ha tenido acceso EL PAÍS, vendió el goya, que formaba parte de la herencia indivisa del padre (fallecido en 2010), al empresario Juan Miguel Villar Mir por un precio total de 5.800.000 euros (Sotheby’s, como intermediaria de la venta privada, se quedó con 684.400 euros) para evitar su ruina económica. La sentencia, contra la que aún cabe recurso, señala que la pareja de la expresidenta de la Comunidad de Madrid nunca devolvió a sus hermanos lo que les correspondía por la venta del cuadro. Un reparto que llegó a dejar por escrito: “Don Fernando ha adoptado la decisión de entregar a cada uno de sus cuatro hermanos y a su sobrina” esa cantidad, en referencia a los más de 800.000 euros. Ahora un juez de Madrid le obliga a hacerlo con uno de ellos, Íñigo, el demandante.
La pieza, un retrato de Valentín Belvís de Moncada Pizarro, conde de Bornos, el mismo título que ostenta el marido de Aguirre, llevaba años en su casa del centro de Madrid cuando, presionado por los acreedores, Ramírez de Haro decidió ponerlo a la venta. Según el relato de la acusación, Esperanza Aguirre contactó con expertos de la casa de subastas Sotheby’s y del Museo del Prado para aclarar la autoría de la obra. “Nos consta que el cuadro entró un sábado por la mañana en el Prado para hacer el peritaje y allí se dictaminó que, en efecto, era un goya”, explicaron a este diario los abogados de la acusación en mayo de 2022, cuando se reabrió el caso. En ese instante, el cuadro pasó de valer unos 10.000 euros a unos ocho millones, y convertirse en una tabla de salvación económica para el conde. La venta a Villar Mir, finalmente, se realizó a través de Sotheby’s.
Íñigo Ramírez de Haro, hermano de Fernando, pleiteó primero por la vía penal. En su querella le acusaba de engañarlo, urdiendo una falsa donación para facilitar los trámites. Es decir, el marido de Aguirre se quedó con un cuadro que era de herencia familiar. La Audiencia de Madrid, aun admitiendo que la donación había sido “inventada”, desestimó el caso en 2023 al considerar que los hermanos “están exentos de responsabilidad criminal y sujetos únicamente a la civil”. Al tratarse de un acuerdo familiar —el posterior reparto de los beneficios de la venta— los jueces concluyeron que no hubo delito. Entonces Íñigo Ramírez de Haro acudió a la vía civil, y el pasado mes de septiembre el juicio quedó visto para sentencia.

“El compromiso adquirido por el demandado frente a sus hermanos es jurídicamente válido y eficaz”, reza la sentencia, fechada el 14 de noviembre. “La ausencia de establecimiento de un plazo temporal y de los medios de acreditación de la disponibilidad económica no impide la exigibilidad de la deuda al considerarse que ha transcurrido un tiempo prudencial que no admite más dilaciones en el cumplimiento de lo acordado”.
El denunciante siempre defendió que Fernando prometió a todos los herederos de su padre, primer propietario del cuadro de Goya, que repartiría una parte de las ganancias de la venta de la pieza entre los hermanos. En concreto, unos 850.000 euros a partes iguales cuando muriera su madre. Beatriz Valdés Ozores falleció en 2019 y ese reparto no se produjo. En el auto de la Audiencia Provincial de 2023, se reproducía el relato de Beatriz Ramírez de Haro, otra de las hermanas de Fernando, que confesó a sus sobrinos, los hijos del acusado, la trama familiar. “En palabras de Dª. Beatriz se creó inmediatamente un gabinete de crisis entre los hermanos”, es decir, que la familia se puso manos a la obra para asegurarse de que Fernando Ramírez de Haro pudiera vender el cuadro y beneficiarse de esos ingresos, aunque no fuera el único propietario.
La historia comenzó en 2012, cuando el conde de Bornos, el título que Fernando Ramírez de Haro heredó de su padre, estaba al borde de la quiebra y la mujer de su hermano Íñigo, relacionada con el mundo del arte, le sugirió vender un cuadro que tenía colgado en la pared de la casa familiar de los Ramírez de Haro, donde vive con Aguirre. En ese momento, la autoría del cuadro no estaba clara. Una vez acreditado tras su paso por el Prado, vendieron la tela y se pudo ver expuesta, en 2015, en la muestra Goya: The Portraits, en la National Gallery de Londres, cedida por el Fondo Cultural Villar Mir.
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