Medio siglo en democracia y 25.000 caballos para recordarla
‘Libre’, la instalación de Fernando Sánchez Castillo, invita a reflexionar sobre los 50 años del fin de la dictadura en España

A los pies de Félix Villalba hay 25.000 caballos. Camina alrededor de ellos antes de decidirse por uno. “¿Le han explicado cómo funciona?”, le preguntaron al entrar a la Sala de Columnas. “Puede hacer un dibujo o escribir lo que quiera sobre lo que más valora de la vida en democracia e intercambiarlo por una de las figuras. Una obra de arte por otra”. El sevillano se detiene frente al muro donde varios han puesto sus pensamientos y escribe en la nota adhesiva, tan pequeña que cabe en la palma de su mano, al igual que los caballos. Finalmente, coge uno de ellos sin jinete. Sin Franco. La miniatura —que representa la estatua ecuestre del dictador muerto hace 50 años— lleva grabada en la base: “España en Libertad”. Y forma parte de Libre, una instalación que conmemora medio siglo del país en democracia.
La cuarta planta del Círculo de Bellas Artes de Madrid está llena de generaciones mezcladas: desde niños que escriben que la libertad es “ir en monopatín con los amigos” hasta quienes vivieron la Transición en primera persona. Las palabras que más se repiten en el mural son “memoria y democracia”. “50 años… pocos me parecen”, se lee en uno de los cientos de papeles. Entre ellos se cuela un dibujo de la bandera tricolor —rojo, amarillo y morado— de la Segunda República, y frases de actualidad como “la libertad se defiende”, dicha por el fiscal general del Estado desde el banquillo. Cada una de esas notas le resta un peso a las dos toneladas de caballos que inundan la sala con ese olor limpio y sintético que tienen los objetos recién sacados del paquete.
Nada de los 25.000 caballos de la sala está dejado al azar. El artista responsable de la instalación, Fernando Sánchez Castillo, explica que, si se suman, su peso equivale al de la última estatua del dictador, retirada de Nuevos Ministerios en 2005: “Dos toneladas de opresión”. “En este caso, lo que he hecho ha sido quedarme con la parte más estupenda del monumento”, dice, mientras sostiene una de las miniaturas en sus manos. “El escultor original apenas dedicó esfuerzo al jinete. Era casi un trámite: una nariz, una cara, los ojos… ni siquiera se parecía del todo a Franco. Sin embargo, todos proyectaron esa figura de poder, dominando la ciudad y el espacio público”. Explica que su intención ahora es que la ciudadanía tenga una perspectiva en la que cada uno es el poderoso: “Es importante saber cómo son los juguetes del poder y cómo intentan o intentaban controlarnos”.
Para Sánchez Castillo, exposiciones como Libre “solo son importantes, si todo el mundo participa”. “Si nadie viniera, no valdría para nada”, afirma. Explica que el papel de los artistas, a menudo, es actuar como mediadores: “Conectar el pasado con el futuro”. En este caso concreto se trata exactamente de eso: “De dónde estaba yo hace 50 años: estaba jugando”. Cuenta el artista madrileño que, con cinco años, recreaba el entierro de Franco con sus juguetes. “Ahora, con 55, estamos jugando todos juntos a imaginar un futuro mejor”, señala. “La memoria democrática no debe ser un ejercicio de nostalgia, sino una práctica viva que se construya cada día entre la ciudadanía”, y añade: “Si tuviera que dejar algo escrito hoy sobre el muro diría poder tener la suerte de seguir haciendo imágenes liberadoras para los demás”.
La noche del 19 de noviembre permanece viva en la memoria de Félix Villalba. Lo cuenta con una sonrisa mientras participa del mismo juego colectivo que la exposición propone medio siglo después. Con 18 años, asistía a un curso preuniversitario mientras todos los alumnos pensaban que Franco había muerto días atrás. Cuando llegó la noticia, fue “una liberación”, dice. “Era como empezar una nueva etapa… Los que éramos contrarios de toda la vida… vivimos mucha represión”. Medio siglo después, recorre la sala de los caballos y deja sus pensamientos en el mural: “Libertad es la capacidad de que no te impongan ningún pensamiento ni idea a la fuerza”.
Ahora, con 68 años, Villalba y su esposa María Luisa Morales recuerdan las dos ocasiones en medio siglo en que han sentido que la democracia peligraba. La primera fue durante el fallido golpe de Estado liderado por el teniente coronel Antonio Tejero. “La impresión que me causó el 23-F —cuenta ella— es que volvíamos a estar con miedo”. La segunda, explica, sucede ahora mismo: “Los jóvenes son muy de extrema derecha y es porque en el colegio no se hablaba nada de Franco… Entonces no tienen ninguna idea de las repercusiones que tuvo la dictadura y lo que supuso entrar en democracia”, lamenta la extremeña. “Esa valoración no la tienen”.
Esa misma preocupación la traslada Carmina Gustrán, comisionada de España en Libertad 50 años —impulsada por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática—. “Desde la academia”, dice, “aún existe desconocimiento, y los jóvenes a veces repiten ideas equivocadas sobre el franquismo, como decir que con Franco se vivía mejor”. Gustrán explica que para defender la democracia son importantes tres pilares: “Conocer el pasado, celebrar lo que tenemos y crear espacios para hacerlo. La instalación Libre —que abrió el sábado y estará hasta las nueve de la noche de este domingo— funciona precisamente como esto último. Sin embargo, “hace falta mucho trabajo en las tres”, apunta.
Son miles de caballos que terminan en el centro del espacio, amontonados hasta formar una montaña de plástico gris. Alrededor, el resto permanecen formados como un ejército, esperando que al menos 25.000 personas dejen sus reflexiones en el mural. Los visitantes recorren el lugar, escriben sus pensamientos y dibujan símbolos de libertad. Los más pequeños pintan —con ayuda de sus padres— la estatua de 80 gramos de diferentes colores y la decoran con brillos. Félix Villalba y María Luisa Morales hacen un último recorrido hasta encontrarse en la puerta. “El caballo se lo daremos a la nieta para que juegue. Le encantan”, dice, y salen a la lluvia de la capital.
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