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La escritora Sally Rooney desafía al Gobierno británico con su apoyo expreso a Acción Palestina

La autora destinará los ingresos por los derechos de sus obras a financiar al grupo, declarado recientemente organización terrorista

Sally Rooney
Rafa de Miguel

El Gobierno de Keir Starmer tiene la extraña y contraproducente habilidad de enfrentarse a los grupos y a las personas más reverenciadas —con o sin razón— por los ciudadanos: pensionistas, médicos, agricultores, ganaderos y, ahora, a la que para muchos representa la voz de la generación de los ‘millennials’: Sally Rooney. La popular escritora irlandesa, autora de éxitos de ventas como Intermezzo, Gente Normal o Conversaciones entre Amigos, ha desafiado abiertamente a Downing Street al anunciar que dedicará los ingresos por derechos de autor de sus obras y adaptaciones a la pantalla que aún emite en su plataforma de streaming la BBC para financiar a la organización activista Palestine Action (Acción Palestina), declarada grupo terrorista por la ministra británica del Interior, Yvette Cooper, y catalogada de ese modo al mismo nivel que Al Qaeda o el Estado Islámico.

“Quiero dejar claro que pretendo usar estos ingresos por mis obras, así como en general la plataforma pública que tengo [como escritora de éxito], para apoyar a Acción Palestina y a toda acción directa contra el genocidio de cualquier modo que pueda. Si el Estado británico considera esto ‘terrorismo’, quizá debería investigar a las organizaciones sombrías que siguen promoviendo mi trabajo y financiando mis actividades, como WH Smith [la cadena de librerías del Reino Unido] y la BBC”, escribía este fin de semana Rooney en el diario The Irish Times.

El desafío de la escritora pone contra las cuerdas al Gobierno de Starmer y a su ministra Cooper, pero también a una institución tan del establishment como la BBC, que debe decidir ahora qué hace con series como Gente Normal, que ha disfrutado de un notable éxito.

“El apoyo a una organización prohibida es un delito bajo la Ley de Terrrorismo, y obviamente la policía, como ya ha dejado claro y es de esperar, aplicará la ley”, ha dicho a la agencia PA un portavoz del Gobierno de Starmer.

El pasado 9 de agosto, más de 15.000 personas se concentraron en Parliament Square, frente al Parlamento británico, para expresar su apoyo a Acción Palestina. La policía arrestó a más de 700 de ellas, que portaban carteles en los que se leía ‘Me opongo al genocidio. Apoyo a Acción Palestina”. La mayoría de ellos superaba los cincuenta años, y muchos se acercaban a los ochenta. Las caras de los agentes reflejaban una sensación de desbordamiento ante un acto pacífico e imparable: se leía la acusación a cada uno de los detenidos a la vuelta de la esquina y se les dejaba marchar, porque era evidente que no había logística para poner entre rejas a tanta gente.

Desde entonces, decenas de ellos han sido procesados, y enfrentan penas de varios años de cárcel. “Los ciudadanos tienen el derecho democrático a manifestarse pacíficamente en este país, y entiendo la intensidad de los sentimientos que provocan las escenas horribles de Gaza”, ha dicho el fiscal jefe Stephen Parkinson, “pero Acción Palestina es ahora una organización terrorista y los que elijan violentar la ley serán sometidos a un proceso penal”, advertía.

La ministra Cooper insiste en disponer de información sobre las actividades de Acción Palestina que justificaría una decisión tan drástica como la adoptada. El grupo ha llevado a cabo actos de sabotaje contra intereses industriales y armamentísticos de Israel en el Reino Unido, y contra instalaciones militares, sin extender a las personas la violencia.

A mediados de junio, dos de sus activistas traspasaron las vallas metálicas de seguridad de la base aérea militar de Brize Norton, la mayor del Reino Unido, y condujeron sus motocicletas eléctricas hasta dos aviones de transporte y reabastecimiento de combustible Voyager KC. Con ayuda de extintores rellenados de pintura, tiñeron de rojo los motores de las dos aeronaves, y provocaron algunos daños en su estructura con unas barras de hierro. Todo fue grabado convenientemente y difundido en las redes. Esa fue la gota que colmó el vaso del Gobierno de Starmer.

Apoyo de los intelectuales

Decenas de escritores, intelectuales y académicos como Naomi Klein, Angela Davis o Judith Butler han firmado una carta abierta en la que exigen a Starmer que levante la calificación de Acción Palestina como organización terrorista y “ponga fin a sus ataques contra libertades fundamentales” como el derecho a manifestarse y a protestar.

Previamente, otro comunicado público firmado por cerca de 300 figuras judías prominentes, como el director de cine Mike Leigh o el escritor Michael Rosen, habían escrito al primer ministro británico para denunciar su medida como algo “ilegítimo y antiético”.

Pero el desafío de Rooney, que ha vendido millones de libros traducidos a decenas de idiomas, y ha formado en torno a ella una comunión sentimental de lectores, supone un serio problema para el Gobierno de Starmer, obligado —en teoría— a arrestarla si expresara su apoyo a Acción Palestina en cualquiera de los numerosos festivales literarios o eventos culturales en los que participa.

La autora ya provocó revuelo a finales de 2021 cuando anunció que no cedería los derechos de traducción de su novela Dónde Estás, Mundo Bello a una editorial israelí, en protesta por el trato de Israel a los palestinos. Apoyó además la campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS, en sus siglas en inglés), que promueve el boicot a compañías e instituciones de ese país por todo el mundo.

Los libros de Rooney, historias de amor con jóvenes enfrentados a los desafíos cotidianos de la clase, el sexo o la política, han sido durante años la bandera de Instagram de la generación de los hoy menores de cuarenta años. No tanto de los pertenecientes a la Generación Z, a los que sin embargo puede atraer su gesto de desafío a Starmer con un asunto, Palestina, que ha provocado toda una brecha generacional en las filas del laborismo británico.

“Para asegurarme de que los ciudadanos británicos son conscientes de mi posición, me encantaría publicar este comunicado en un periódico británico, pero hoy sería un acto ilegal”, ha escrito Rooney en The Irish Times. “Debemos nuestra gratitud y solidaridad a estos valientes activistas [de Acción Palestina]. Dos años después de un genocidio retransmitido en directo, debemos al pueblo de Palestina algo más que meras palabras”, concluye Rooney.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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