Un quite providencial
Rafael Cerro saluda una ovación en el esperado y decepcionante regreso de los toros de Juan Luis Fraile

La ovación de la noche se la llevó Rafael Cerro. Y no fue por una buena tanda de muletazos o una gran estocada, sino por el quite providencial que le hizo a uno de sus compañeros. Salía casi andando, muy torero, David Adalid tras dejar un magnífico primer par de banderillas al quinto toro, cuando este dijo “esta es la mía” y se abalanzó sobre aquel hombrecillo que había tenido la osadía de clavarle dos palos en todo lo alto. Estaba el animal a punto de alcanzar a su presa cuando, a cuerpo limpio, Cerro se interpuso en su camino y le salvó la vida a Adalid.
La otra ovación de la noche resonó, también, durante el segundo tercio, más concretamente, al finalizar el tercio de banderillas del tercero, en el que se lucieron Rafi Goria e Iván García, magistral como siempre. Ellos fueron el contrapunto de lo ocurrido en el cuarto, con las incontables pasadas en falso de Álvaro Oliver y Víctor Manuel Martínez. Vaya mitin.
Los pares de Goria y García, junto a la actuación, con capote y banderillas, de Raúl Ruiz fueron los únicos momentos de brillantez artística -hubo también un buen natural, uno, de Rafael Cerro en el quinto- de una corrida marcada por el decepcionante juego de los toros de Juan Luis Fraile. Volvían a Madrid los siempre esperados y temidos gracilianos de los Fraile, pero, la expectación se tornó en decepción.
Es verdad que hubo toros que mantuvieron el interés y que la mayoría exigió y no puso las cosas fáciles, pero al conjunto le faltó casta, fuerza, en algunos casos, y entrega. Deslucidos la mayoría, embistieron de mala gana y soltando mucho la cara, a la defensiva. Muy desiguales en el caballo, los hubo que apretaron bajo el peto y otros que protestaron y acabaron saliendo sueltos.
Tampoco fue pareja la corrida en presentación. Unos más altos de agujas, otros más bajitos; unos cuajados y con remate, otros escurridos de atrás... Hubo dos, el sobrero jugado como primero y el tercero, impresentables. Eso sí, lo que tuvo la de Juan Luis fue seriedad por delante. Mucha. Junto a los típicos acapachados de la casa, salieron otros más abiertos y descarados. Y todos, sin excepción, en puntas. Todo un hito hoy en día.
Rafael Cerro, que llevaba una década sin pisar la plaza de Las Ventas, fue el autor del único muletazo estimable de la noche. Fue al natural, ante el quinto, uno de los ejemplares más interesantes del festejo. Mansito, pero encastado, solía llevar la cara alta y tardeaba, pero cuando se arrancaba lo hacía con enorme emoción. Cerro, sin apenas paseíllos a sus espaldas, puso voluntad, pero nunca se terminó de confiar. Igual frente al tercero, también encastado y con movilidad, aunque de cara muy suelta y a menos. Ante este, directamente, abrevió.
Tampoco llegaba a Madrid sobrado de oficio Raúl Rivera, que confirmó la alternativa tras casi once años de doctorado. Blando y de muy corto viaje fue el toro de la ceremonia, sobrero que sustituyó al inválido titular; y exigente y con cierta movilidad, pero también a menos y sin clase el que cerró plaza. Rivera lo intentó sin convicción ni temple.
Rubén Pinar, por su parte, pareció venir con un propósito claro: cargarse a su lote en el caballo. Lo logró a medias. Aunque se tuvo que tragar al reservón y agarrado segundo, que se lo guardaba todo dentro, sí vio marcharse de vuelta a los corrales al cuarto, bravo en tres varas. No salió ganando con el cambio. El sobrero de Guadajira que aguardaba en chiqueros, un mostrenco sin casta brava, fue aún más ingrato. A veces, el destino es justo.
Juan Luis Fraile / Pinar, Cerro, Rivera
Toros de Juan Luis Fraile (el 1º bis, sobrero de la ganadería titular), serios y astifinos, aunque muy desiguales de hechuras y remates (el 1º bis y el 3º, mal presentados), de desigual comportamiento en el caballo, deslucidos, aunque exigentes, en conjunto; y un sobrero (4º bis), de Guadajira, grande y serio, descastado.
Rubén Pinar: pinchazo y bajonazo (silencio); estocada trasera y desprendida, y tres descabellos (silencio).
Rafael Cerro: tres pinchazos y media estocada caída (silencio); media muy baja y atravesada -aviso- (saludos con protestas tras petición). Parte médico: Tras el tercer toro, fue atendido en la enfermería de un puntazo en la cara interna del muslo derecho, de pronóstico reservado y que no le impidió continuar la lidia.
Raúl Rivera, que confirmaba alternativa: bajonazo y bajonazo (silencio); dos pinchazos y estocada desprendida, tendida y atravesada (silencio).
Plaza de Las Ventas. Jueves 31 de julio. Festejo nocturno. Alrededor de un tercio de entrada (9.082 espectadores, según la empresa).
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