Adiós a José María Guelbenzu, un maestro de la ironía
Nos ha dejado, sereno, en paz, como era él, sin aspavientos, sin dramatismos, sin afán de protagonismo

“A menudo encontramos nuestro destino en el camino que tomamos para evitarlo”. Con esta cita de Jean de La Fontaine comienza la última novela de José María Guelbenzu, Una gota de afecto, recientemente publicada. La última novela. Ya lo dijo él cuando nos la entregó hace unos meses: “Creo que con esto ya he escrito todo lo que tenía que escribir”. “José Mari, no seas dramático”, le dije. “Mujer, no pienso morirme, simplemente no voy a escribir más novelas”.
Hoy nos ha dejado, sereno, en paz, como era él, sin aspavientos, sin dramatismos, sin afán de protagonismo. Un verdadero caballero (si es que esta palabra tiene hoy algún sentido para alguien), un maestro de la literatura, de la ironía, de la crítica, del sentido común y un ejemplo de lo que es ser un autor con mayúsculas en su relación con sus editores, distribuidores, lectores, libreros y medios.
La vida editorial, la vida también, a veces nos regala privilegios que nos hacen sentir tocados por la fortuna. Sin duda, uno de los míos ha sido poder ser, desde hace ya más de 25 años, la editora de José María Guelbenzu. Es más, el poder haber sido desde hace más de 25 años amiga de José Mari. Es curiosa la relación de los autores con sus editores, y hay de todo, claro. Libros se han escrito sobre ello. Y pocas hay como la relación con Guelbenzu. Un autor monumental, un testigo agudo, irónico y con una mirada absolutamente certera de una época, literaria, política y social. Crítico de los de verdad, profesor de los que enseñan, editor ejemplar y, sobre todo, un hombre entrañable, cariñoso, divertido, capaz de pelearse cariñosamente durante semanas por una portada y de ser implacable en una crítica sin perder, como él diría, una gota de elegancia y, a la vez, aconsejarte como un padre amoroso en cuestiones de la vida “más o menos terrenal”.
Hace unos días hablé con él, estaba contento. “Después de tantos infortunios me mandan para casa”, me dijo. Pero él sabía bien que su destino le estaba ya buscando y no estaba lejos.
Ofelia Grande es directora editorial de Siruela.
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