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Guns N’ Roses veta a la prensa para su concierto de hoy de Barcelona

El grupo californiano, que actúa en el Estadi Olímpic, prohíbe los pases a periodistas “porque están hartos de que les critiquen”

Axl Rose y Slash en un concierto de Guns N' Roses del festival Power Trip, celebrado en 2023 en Indio, California.
Carlos Marcos

La actual gira de Guns N’ Roses tiene un título extenso: Because What You Want and What You Get Are Two Completely Different Things. En español: Porque lo que quieres y lo que consigues son dos cosas completamente diferentes. Rizando el rizo: quizá sea un mensaje para los periodistas que desean cubrir sus conciertos de 2025, porque el grupo se lo va a poner francamente complicado.

El grupo liderado por Axl Rose y Slash ha ordenado al promotor de su concierto de Barcelona, Live Nation, que no extienda pases de prensa. La consigna, asegura el organizador, impera en toda su gira, que comenzó el 1 de marzo en Corea del Sur y que aparca hoy 9 de junio en el Estadi Olímpic Lluís Companys, en el único recital del grupo de este año en España. Quizá esta decisión del grupo californiano no llame la atención a algunos lectores. O porque se sorprendan de que la prensa no abone su entrada (caramba, vamos a trabajar) o porque ya están habituados a las excentricidades de los autores de Welcome to the Jungle.

Si el redactor acude al apartado “prensa” de la web Live Nation para solicitar un pase para trabajar, la gestión habitual, se encontrará con un expeditivo mensaje: “La banda no acepta prensa. Abstenerse de solicitar acreditaciones”. Omitimos las mayúsculas, que así se reproduce el mensaje, porque queda tipográficamente feo.

Axl Rose, Slash y Duff McKagan, en un concierto de Guns N' Roses en 2023 en California.

La razón que aduce la banda es la siguiente: “Porque están hartos de que hablen del físico, de si se ha operado o de si canta mal”, enuncia una fuente. Se trata, lógicamente, de una imposición de Axl Rose (Lafayette, Estados Unidos, 63 años), el cantante del grupo. La vendetta afecta a redactores, cámaras y fotógrafos. Guns N’ Roses actúo hace justo dos años en el estadio Metropolitano de Madrid ante 45.000 espectadores (lleno) y las crónicas describieron un espectáculo digno tirando a bueno. Cierto también que algunos críticos dedicaron unas líneas a detallar que los movimientos del vocalista ya no eran tan atléticos como antaño; algo, por otra parte, totalmente lógico que les ocurre a todos los músicos con más de sesenta, salvo que te llames Mick Jagger.

Cuesta imaginarse a Axl al día siguiente de un espectáculo de Guns N’ Roses, fatigado todavía por el esfuerzo, escudriñando los periódicos digitales con el traductor de Google para comprobar si el plumilla ha reparado en cómo mueve la cadera o si su voz no alcanzó las notas altas en Live and Let Die, la versión de Wings. Pero lo hace, se cabrea y decide vetar a la prensa. Caray: a lo que más se ha atrevido Bob Dylan es a no permitir fotos y a expropiar los teléfonos del público durante dos horas.

Los choques del temperamental vocalista con la prensa vienen de lejos, casi desde que nació el grupo, allá por mediados de los ochenta. Levantarse soliviantado a la segunda pregunta “porque no había citado el disco”, no presentarse a la cita con un diario, negarse a ofrecer entrevistas… En 1991 se lanzó desde el escenario a un fotógrafo (¿o era un fan con una cámara?) porque le había disparado con flash. Ya con la cámara en las manos, Axl subió al escenario, estampó el micrófono contra la tarima y se largó. Poca broma con esto: los fans enfurecieron por la abrupta suspensión del concierto y los disturbios provocaron decenas de heridos. Hubo hasta un juicio, a lo Jim Morrison en 1969 en Miami, y el Tribunal del Estado de San Luis, donde aconteció todo, le declaró culpable por alteración del orden público e incitación a la violencia. 50.000 dólares de multa. Axl los abonó y en cuanto le pusieron un micrófono en la boca bramó: “Fuck, San Luis”.

Durante los primeros años de los noventa, Guns N’ Roses fue perdiendo miembros hasta que en 1997 Axl se quedó solo. Contrató a mercenarios y consiguió grabar un nuevo álbum (lo anunció y tardó !diez años! en lanzarlo, para pitorreo de la comunidad rock), el deficiente Chinese Democracy (2008). En 2016, milagro, se reconcilió con el guitarrista Slash y luego con el bajista Duff McKagan, los otros dos machos alfa fundadores de la banda, y desde entonces llevan actuando con cierta regularidad. Ahora, de disco nuevo, solo rumores. Son ya 17 años sin un álbum de novedades.

La gira que les trae a Barcelona ofrece un concierto casi tan largo como el de hace dos años en Madrid: alrededor de tres horas, con sus extensos solos de guitarra y hasta alguno de batería. Aparte de sus temas clásicos (Welcome to the Jungle, Mr. Brownstone, November Rain, Sweet Child o’ Mine...), los californianos conservan en este tour la buena costumbre de materializar versiones de temas que les han marcado: Live and Let Die (Wings), Knockin’ on Heaven’s Door (Bob Dylan), Thunder and Lightning (Thin Lizzy), Down on the Farm (UK Subs), I Wanna Be Your Dog (Stooges), Human Being (The New York Dolls), Attitude (Misfits), Wichita Lineman (Jimmy Webb) o New Rose (The Damned). Algunas sonarán en Barcelona.

En varias de estas revisiones se pone a la voz principal Duff McKagan. Sobre la aportación vocal de Axl Rose, los compañeros del medio portugués Agencia de Informaçao Norte cuentan del concierto de Coimbra del pasado 6 de junio: “Un Axl Rose parco en palabras y, conforme pasan los años, con salidas de ritmo, con más dificultad para acertar con ciertas notas, perdiendo rango vocal y perdiendo la capacidad de hacer los falsetes que lo hicieron famoso”. Aún así, el balance del concierto les pareció positivo.

Todavía quedan bastantes entradas para la parada en Barcelona, a una media de 150 euros. Una última cuestión: ¿significa esta denegación de pases para la prensa que nos vamos a quedar sin leer crónicas profesionales de lo que pase en el Estadi Olímpic Lluís Companys? Apuesten a que algo habrá…

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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