30 años sin Lola Flores: anécdotas y reflexiones de La Faraona
En el aniversario de su muerte, recordamos algunos de los momentos que definieron a la artista y al mito


El 16 de mayo de 1995 murió Lola Flores. Lo hizo de madrugada, a los 72 años y en El Lerele, su casa de La Moraleja. Desde hacía años, La Farona arrastraba un cáncer de pecho. A su capilla ardiente, instalada en la madrileña plaza de Colón, acudieron para despedirse de ella, entre lágrimas y claveles rojos, miles de admiradores. Allí la vieron por última vez, cubierta con una mantilla blanca que le regaló su amiga Carmen Sevilla, “con las manos cruzadas sobre el pecho, enredadas en un rosario de plata, y las uñas pintadas de rojo”, como contaba entonces la crónica de este periódico.
Muchos años después, por el centenario de su nacimiento, otro especial publicado el 21 de enero de 2023 en EL PAÍS recordaba nada menos que 100 historias sobre Lola Flores, 100 “pequeños relatos (unos jocosos, otros trágicos) de una trayectoria sin parangón”.
Firmados por los expertos en música Fernando Neira y Carlos Marcos, estos son algunos de aquellos relatos que recogía la publicación:
- Sin pelos en la lengua. Aún llama la atención la reflexión sobre las drogas que Lola le hizo al periodista Jesús Quintero en una de sus míticas entrevistas: “Se puede hacer de todo en la vida: te das una rayita un día, y no pasa nada; te fumas un porro, y no pasa nada; te puedes emborrachar un día con vino tinto, y no pasa nada. Todo se puede hacer en la vida… con método. Y, después, tres días tranquilo bebiendo agua mineral y comiéndote un pucherito muy bueno con una pringá”.
- La revelación que todavía sorprende: Lola Flores no era gitana. Por fisonomía, actitud y temperamento, se la ha confundido muchas veces con una artista de etnia gitana. Pero en realidad, Manuel, su abuelo materno, que se ganaba la vida como vendedor de aceite, era el único que aportaba sangre calé al árbol genealógico.
- Siempre un paso por delante. Mucho antes de expresiones como “cambio climático” o “calentamiento global”, Lola Flores ya había adoptado la realidad que venía en su discurso: “Yo no digo nada, pero el hombre está acabando con la naturaleza. Lo que hay que hacer es plantarlo en vez de cortarlo, y no echar tantas cosas por lo alto y arreglar el planeta este, Tierra, donde estamos todos”.
- Robado, pero no. El 14 de septiembre de 1983, Lola Flores salió en la portada de la revista Interviú con únicamente la parte inferior de un biquini negro. Para el robado en realidad pactado luciendo “las mamellas” (como ella se refería a los pechos), Lola cobró, según las fuentes, entre cinco y seis millones de pesetas. La revista superó el millón de ejemplares de tirada.
- Madrugó para casarse. Lola Flores y Antonio González El Pescaílla se casaron casi en secreto. Tanto que la ceremonia fue a las seis de la mañana en El Escorial y con solo 22 personas, sobre todo familiares y algún amigo artista, como Carmen Sevilla o Vicente Parra. El motivo de esta clandestinidad fue que González ya tenía una hija con Dolores Amaya, sobrina de la bailaora Carmen Amaya. Lola Flores estaba, además, embarazada de Lolita, el primero de los tres hijos que tuvo con El Pescaílla. Las estrictas leyes gitanas y el año que corría, 1952, hicieron el resto.
Así fue el especial del primer centenario de Lola Flores: 100 historias de la mujer que vivió sin límites
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