Feria de San Isidro: ¡Cobardes!
Paco Ureña desaprovechó el único toro potable de una mansa y rajada corrida de Valdefresno con la que pasaron desapercibidos David Galván y Alejandro Chicharro


No hay imagen más deslucida y desagradable que un toro huyendo de su sombra y refugiándose en las tablas. Esa es la mansedumbre en estado puro, la condición de un animal que deserta de su raza y proclama su cobardía; que grita su disposición a dar la vida por escapar del ruedo y volver al campo. Es la contradicción en sí misma del llamado toro bravo.
Esa ha sido la foto de esta tarde en Las Ventas, toros muy serios, con cuajo, de deslumbrante estampa, que buscaban la puerta de salida con desenfreno y oscurecían un festejo al que estaban llamados para dejar en todo lo alto el prestigio de su belleza.
Causa un honda tristeza un toro rajado y acobardado, como el quinto, al que tuvo que perseguir Galván por medio ruedo; y no tuvo mejor suerte en su primero, soso, también, y apagado. O el cuarto de Ureña, que se negó a embestir, molesto con su propia presencia en la plaza.
Esa ha sido la tónica de la corrida. Nada destacado a lo largo de dos horas y media; algo sí, tres verónicas del confirmante Chicharro en el sexto, y los pares de banderillas de Iván García a ese toro y los de Juan Carlos Rey al quinto. Todo lo demás, mansedumbre desbordante, y en lo referente a los toreros, muy preocupante.
En primer lugar, Paco Ureña ha dejado un mal sabor de boca por su apatía, su ventajismo y superficialidad en la lidia del segundo, el único toro que obedeció con prontitud y nobleza la muleta al tiempo que el torero ofrecía una lección de cómoda colocación y pegapasimo moderno. Su labor no tuvo eco alguno, y el toro merecía un mejor oponente, más centrado, más hondo y comprometido. Galván no tuvo suerte con su lote, pero también optó por el toreo despegado e insípido.
Y a Chicharro ni le acompañaron sus toros ni él estuvo a la altura requerida. Acaba de tomar la alternativa en Fallas y se le nota, es normal, la falta de oficio, pero hizo gala de un concepto de escasa profundidad. No se puede triunfar si se torea al hilo del pitón, fuera de cacho, y sin ajuste. No vale solo la voluntad; hay que apostar por la profundidad, la cercanía y el dominio. Y Chicharro dijo muy poco con toreo y no se acercó lo suficiente para llamar la atención de los tendidos.
Dicho queda que la corrida fue mansa, rajada e inservible, pero no justifica en modo alguno la actitud de los tres toreros. Madrid exige otras maneras.
Valdefresno/Ureña, Galván Chicharro
Toros de José Enrique Fraile de Valdefresno, bien presentados, serios y de bella estampa, mansurrones, nobles, sosos, desfondados y rajados en el tercio final; solo el segundo -que derrochó nobleza y movilidad en la muleta- y, sobre todo, el cuarto cumplieron en varas.
Paco Ureña: casi entera _aviso_ (ovación); dos pinchazos y estocada caída (silencio).
David Galván: pinchazo y un descabello (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio).
Alejandro Chicharro, que confirmó la alternativa: _aviso_ pinchazo y media tendida (silencio); estocada tendida y trasera (silencio).
Plaza de Las Ventas. 15 de mayo. Sexta corrida de la Feria de San Isidro. Casi lleno (21.264 espectadores, según la empresa).
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