Un ensayo serio sobre las risas de la Transición
El historiador y crítico de cómics Gerardo Vilches analiza el impacto social y político que las revistas satíricas tuvieron en los primeros años de democracia

El humor político estalló en España en los años setenta con un éxito arrollador. Las risas como abono de la democracia que estaba asomando. Se sucedieron publicaciones satíricas como Barrabás, El Papus, Muchas gracias, El Jueves... Y Por favor, donde El Perich firmaba viñetas berlanguianas:
—Vamos a establecer un diálogo.
—De acuerdo.
—No, por favor, usted basta con que aplauda.
El historiador y crítico de cómics Gerardo Vilches acaba de publicar La satírica transición. Revistas de humor político en España (1975-1982), editado por Marcial Pons, donde proporciona un nuevo enfoque a la hora de estudiar ese momento histórico, cuyos errores y aciertos aún marcan la sociedad española. “Que no se hubiera hecho un estudio serio de esta fuente en 40 años es una carencia de la historiografía de la Transición, que tampoco se ha fijado apenas en la televisión o la publicidad”, explica Vilches, que señala que los pocos estudios sobre estas publicaciones “son libros divulgativos que recuperan viñetas con textos breves para explicar a la gente: ‘Mira, esto eran las revistas satíricas de esa época”.
La satírica transición, que acerca al público no académico la tesis doctoral de Vilches, no es una selección de chistes o curiosidades sobre esas cabeceras, sino un ensayo riguroso basado en materiales no convencionales, que aporta una visión de la Transición más apegada al sentir de la calle. “Muchas de las críticas a la Transición, sobre todo las realizadas a partir del 15-M o desde publicaciones como CT o la Cultura de la Transición [Debolsillo], y que hacen referencia a los déficits del proceso, son contemporáneas al mismo. De alguna manera, el libro discute tanto esa visión negativa que transmitían algunas de esas revistas sobre que la Transición fue una pantomima que solo trajo cambios cosméticos, como la versión idílica del consenso construida a posteriori”.

Mientras que La Codorniz o los tebeos de Bruguera hacían humor de costumbres compatible, hasta cierto punto, con la dictadura, la prensa satírica de la Transición, explica Vilches, “ponía el dedo en la llaga para lograr un cambio político”. De hecho, era habitual que esas revistas contasen con columnas de opinión de intelectuales como Juan Marsé, Francisco Umbral, Rosa Montero, Manuel Vicent o Manuel Vázquez Montalbán. Un elenco de firmas que era posible gracias al apoyo de grupos de comunicación como Godó en el caso de El Papus, y Grupo Zeta en el de El Jueves, que además de sufragar los sueldos de esos colaboradores estrella y los gastos de producción, pagaban los procesos judiciales y las multas impuestas por las autoridades. “Las revistas satíricas estaban de moda y fueron compradas por grandes grupos mediáticos con un claro interés comercial. Cuando posteriormente las cerraron o vendieron no fue por desactivar un elemento incontrolable, sino porque dejaron de ser rentables. Si El Jueves no hubiera sido comprado por cuatro colaboradores cuando el Grupo Zeta quiso cerrarla, hubiera acabado en 1982 y ahora sería recordada como El Papus”.

Aunque para las empresas pesase más el aspecto económico, la influencia de las revistas satíricas en la opinión pública era notable. Lo demuestra el desgaste que los chistes sobre Suárez, Fraga y Carrillo provocaron en estos políticos, al menos en comparación con Felipe González y Juan Carlos I que, libres de esas chanzas, terminaron siendo dos de las figuras más beneficiadas por la Transición. “El programa del PSOE de 1977 era más radical que el del PCE en muchos aspectos. Por eso, aunque por su naturaleza una revista satírica no iba a alabar a Felipe González, el hecho de que no lo criticasen demasiado sí es significativo. En el caso del Rey había un acuerdo tácito por parte de la prensa de no tocar su figura porque, al final, era el garante de un cierto orden. De hecho, en esa época, no salía en las noticias más que cuando se iba de vacaciones o participaba en una regata”.

El libro de Vilches muestra también las contradicciones de esas publicaciones, como la falta de mujeres en unas redacciones aparentemente progresistas que generaban contenidos abiertamente machistas. “Había pocas mujeres que se dedicaran a la sátira y, a excepción de Por favor, que tenía a Nuria Pompeia y a Soledad Balaguer, no había conciencia sobre el feminismo. Desde la revista Vindicación feminista, por ejemplo, se criticaba a El Papus por sacar a mujeres desnudas. Lejos de tenerlo en cuenta, se les respondía ‘¡reprimidas!’ o ‘¿a quién ofende una teta?’. En un editorial llegaron a pedir ‘libertad, amnistía y ligar con tías’, una cosificación evidente porque supone que el disfrute del cuerpo femenino es parte de tu libertad, sin atender a qué quieren ellas o si tienen el mismo derecho”.
Viñetas como la publicada por Nuria Pompeia en abril de 1978, que se adentraba en preocupaciones feministas, eran excepciones. En el dibujo, una abuela lee un cuento a su nieta:
—Y se casaron y fueron felices y tuvieron muchos, muchos hijos.
—¿Por qué no usaban anticonceptivos?
En su ensayo, Vilches desmonta el mito de que, durante la Transición, había más libertad que ahora. “No quiero decir que hoy en día no haya cosas vergonzosas, como que haya un rapero encarcelado por hacer un rap, pero sí hay más libertad hoy que en 1976, cuando no estaba derogado el artículo 2 de la Ley de Prensa que limitaba la libertad de expresión o cuando ponían bombas en las redacciones. Lo que sucede es que las sensibilidades han cambiado y hay mecanismos para que una persona te diga en redes sociales ‘este chiste no tiene gracia’ o ‘me ofende”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
Archivado En
Últimas noticias
Festival Luces de Invierno: qué actividades se esperan y horario de los conciertos en el Zócalo de Ciudad de México
Las nuevas imágenes de Epstein publicadas por el Departamento de Justicia de Estados Unidos
Seis playas en México en donde no es seguro nadar en las vacaciones de invierno, alertan Semarnat y Cofepris
Un Barcelona de récord y líder gana al Baskonia un partido para la historia: 134-124
Lo más visto
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Los pagos del Gobierno de Ayuso a Quirón engordan con facturas de hace una década y sin pagar desde tiempos de Cifuentes
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- La princesa Leonor realiza su primer vuelo en solitario como parte de su formación en el Ejército del Aire
- Última hora de la actualidad política, en directo | Gallardo: “Guardiola no quiso ir al debate ayer porque no podía hablar bien de lo que ha hecho a lo largo de estos dos años y medio”































































