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"Y termina, un año más, el Concierto de Año Nuevo. Como siempre: con el palmeo acompasado que Muti ha dirigido con total autoridad (hasta subdividiendo en sus indicaciones al público). Y es que el napolitano no ha hecho ninguna concesión al humor en esta edición. Ha dirigido un Concierto de Año Nuevo austero pero tremendamente exquisito y musical. Con los Strauss se celebra pero no se bromea. Gracias por vuestra atención", escribe Pablo L. Rodríguez.
El Concierto de Año Nuevo ha terminado, Pablo L. Rodríguez analiza su epílogo: "Llegan las tres propinas consabidas. La primera, una polca rápida que este año ha sido Truenos y relámpagos, de Johann hijo, de 1868, y donde se le la sección de percusión de la orquesta. Para la felicitación del año nuevo, Muti ha seguido la tradición sin añadir nada de cosecha propia, a diferencia de como hizo en 2004. Y llega la obra que mide siempre el nivel cada edición del Concierto de Año Nuevo. Diríamos que es algo así como la “obligada” y más famoso de todos los valses: El bello Danubio azul, de 1866, casi como un segundo himno nacional austríaco. Y ha sido una versión profundamente madura, sin el brío de sus primeras ediciones en los noventa, pero con ese cremoso fluir del tempo que parece contagiar las aguas del río que inspiró la obra, por las imágenes mostradas por televisión".
Se cierra el programa oficial del Concierto de Año Nuevo, por todo lo alto según Pablo L. Rodríguez: "Termina con otra polca rápida, Carta al editor, de Josef Strauss. La escribió para un baile de la Sociedad de Periodistas y Escritores de Viena, en 1868. La obra es un guiño a la parte del periódico que menos trabajo da a los periodistas, que son las cartas al editor. Esta es la única obra que Muti repite de sus anteriores actuaciones en el Concierto de Año Nuevo, pues ya la incluyó en 1997. Y ha sido un ejemplo de libro de cómo dirigir a la Filarmónica de Viena con cuatro gestos. Impresionante".
"Maravillosa la segunda, y última, escena pregraba de ballet con la coreografía de Davide Bombana y el vestuario (moderno y elegante) del catalán Jordi Roig. Ha contado ahora con diez solistas del Ballet de la Ópera de Viena en el Castillo Eckartsau, residencia del último emperador austríaco, como conmemoración del centenario del final del Imperio austrohúngaro. Escuchábamos el bello vals Rosas del Sur, de Johann hijo, que elaboró a partir de dos fragmentos de su opereta El pañuelo de encaje de la reina (cuyo protagonista es Cervantes junto a los reyes de España). El segundo es una romanza donde la reina española canta “Donde florece las rosas silvestres” y de aquí procede el título del vals que hace alusión al sur de Europa de donde procede Muti. El napolitano se lo ha tomado al pie de la letra y lo ha dirigido con la maravillosa luz del golfo de su Nápoles natal. Y con ese rubato maravilloso. De nuevo", explica Pablo L. Rodríguez.
"Nos aseguran desde la Filarmónica de Viena que Christian Thielemann será el director del Concierto de Año Nuevo de 2019", informa Pablo L. Rodríguez.
Pablo L. Rodríguez analiza los últimos momentos del Concierto de Año Nuevo: "Muti se maneja como en casa con la cuadrilla sobre temas de la ópera Un baile de máscaras, de Verdi que Johann hijo escribió en el verano de 1862, después de escuchar la ópera de Verdi en San Petersburgo. Resulta curioso es que se conociera en Viena antes esta cuadrilla que la ópera de Verdi, pues no fue estrenada allí hasta 1864. El napolitano la toca completa (y no acortada como hizo Abbado en 1988). Recordemos que la cuadrilla era una danza para cuatro o más parejas formada por cinco o seis secciones de contradanza donde se adaptaban fragmentos de óperas importantes. La obra revela la magistral imaginación de Johann hijo, pues es capaz de dotarla de su estilo personal sin perder el aura verdiana".
Nuestro crítico, Pablo L. Rodríguez, considera que el Concierto de Año Nuevo acaba de ofrecer un gran momento: "Los Cuentos en los bosques de Viena es una de las obras más famosas y bellas de Johann Strauss hijo. Se trata de una declaración de amor a su patria donde muestra el nexo natural que había en Viena entre lo urbano y lo rural. Para ello utiliza la cítara, un instrumento tradicional que estaba de moda en los refinados salones vieneses. La obra se concibió para ser tocada en una sala de conciertos, como una especie de poema sinfónico, y se estrenó en 1868 en un concierto junto a fragmentos de Los maestros cantores de Núremberg, de Wagner. Muti vuelve a dictar cátedra 'diciendo' el vals como pocos, con un impresionante manejo de los tempi en cada frase y de la tensión de principio a fin de la obra. Una versión absolutamente excelente a la que quizá le ha faltado una pizca de magia. Pero una maravilla lo que acabamos de escuchar. Sin duda".
Pablo L. Rodríguez se rinde ante la actuación de la Filarmónica de Viena: "Las polcas rápidas con la Filarmónica de Viena este años van sola. Y de maravilla. Muti se podría sentar a descansar y estoy seguro de que no pasaría nada. Impresionante la orquesta vienesa. La polca en cuestión, muy habitual en el Concierto de Año Nuevo, se titula Balas mágicas, de Johann hijo, y es un guiño a la ópera de Carl Maria von Weber, El cazador furtivo, pues la compuso para un certamen de tiro, aunque no contenga ningún material de la misma. Seguimos con el mayor de los Strauss, que es protagonista absoluto de la segunda parte".
El concierto se encamina hacia su final. Así lo está viendo nuestro crítico, Pablo L. Rodríguez: "Y llegamos el primer ballet pregrabado con la interpretación de la Gavota de Estefanía, de Alfons Czibulka (que debuta como compositor en el Concieto de Año Nuevo), dedicada a la misma princesa Estefanía de Bélgica. Aquí han intervenido dos bailarines de la Ópera Estatal de Viena en un pas de deux coreografiado por Davide Bombana y filmado en el Hofpavillon Hietzing, del arquitecto Otto Wagner, como homenaje por el centenario de su fallecimiento. Por cierto, el vestuario, que juega con suma elegancia con los elementos de decoración modernista, es del figurinista leridano Jordi Roig. La obra no tiene mucho interés musical, aunque fue muy popular en los refinados salones vienes de finales del siglo XIX".
Pablo L. Rodríguez: "Y en el vals Flores de mirto, de Johann hijo, otra novedad en el Concierto de Año Nuevo, Muti da una lección sobre el arte de 'decir' el vals; con esa asimetría característica en el segundo pulso: un, dos (y quizá), tres. Ese rubato que tiene que salir natural, pues puede derivar en caricatura. La obra tiene todo el encanto y la melancolía de la historia de la pareja para la que fue compuesta en su ceremonia nupcial: príncipe heredero Rodolfo de Austria y la princesa Estefanía de Bélgica, para su boda en 1881. La versión original de la obra tenía un coro masculino que se ha suprimido".
Empieza la segunda parte y continúa el análisis de Pablo L. Rodríguez: "Tenemos otra novedad en el Concierto de Año Nuevo: la obertura de Boccaccio, o El príncipe de Palermo, de Franz von Suppé. Muti ejerce aquí de maestro incuestionable de la ópera italiana. Pocas versiones han sacado a relucir tan claramente la influencia italiana que tiene esta obertura (cuyo compositor conoció a Rossini, Donizetti y Verdi en Milán). Una magnífica versión. Esto comienza bien".