El caos

Vale que el Reino Unido decidiera salir de la Unión Europea. Vale también que el ministro del Interior en funciones demostrara su maquiavelismo de taberna con un ex alto cargo nombrado por la Generalitat catalana. Vale incluso que la UCO registrara el domicilio de la Inspectora Jefa de la Oficina Antifraude por sospechar que su marido podría haber estado cometiendo fraude desde hace años, detalle que, al parecer, no le pareció noticioso a los informativos nocturnos de Canal 24 horas, o que la selección española de fútbol fuera eliminada casi en un plis-plas de la Eurocopa, pero lo que resulta inadmisible es que hasta la fecha nadie se haya rasgado las vestiduras porque Mariló Montero abandonara La mañana de La 1 y, con ello, TVE.

Vivimos tiempos más tensos que cuando se vaticinaba el caos informático mundial al pasar un minuto de las 12 de la noche del 31 de diciembre de 1999 y entrar en el 2000. Pues bien, todo eso no es nada al lado de la insensibilidad ciudadana ante el emotivo discurso de Mariló Montero al despedirse el pasado 30 de junio: "Me siento muy orgullosa de estos 7 años, que podrían haberse alargado por deseo de TVE, que siempre me ha apoyado. Pero necesito cazar sueños que aún tengo por ahí. Gracias a TVE, gracias a mis buenos compañeros y ante todo a ustedes. Esta es mi hora de cierre, en este minuto. Por ahora, aquí concluyo mi ciclo en TVE. Salud y suerte", concluyó la presentadora.

¿Hay algo más hermoso y sutil que ese "necesito cazar sueños que aún tengo por ahí"? Lo dudo. ¿Y a qué sueños se referiría? Es la pregunta del millón pues sabemos de su capacidad mental, de su desbordante imaginación. Alguien capaz señalar delante de las cámaras que "la carta de la familia de Asunta la firma un tal Q.E.P.D", como dijo sobre el comunicado de la familia de la niña gallega asesinada, no se puede ir así como así de nuestros corazones y de nuestra pantalla.