Scorsese topa con Bill Clinton
El cineasta suspende el rodaje de su documental sobre el expresidente de EE UU

A Martin Scorsese nadie le detiene. Ni nada ni nadie. Ni los hermanos Weinstein, con quienes casi acaba a golpes mientras rodaba Gangs of New York, ni Hollywood en general, industria donde los realizadores de nuevo cuño saben de una cosa llamada final cut por los libros de historia. “Yo soy de los que creo en el final cut. Es el único que conozco, el montaje del director, porque a menos que me quiten la película de las manos siempre soy responsable de cada uno de los fotogramas que ves en la pantalla”, reconoció el legendario realizador a este periódico durante el estreno de su pasada película, El lobo de Wall Street. Palabras premonitorias ahora que el último dinosaurio del cine de autor también parece haber perdido ese poder tan buscado en Hollywood. Porque con Bill Clinton hemos topado. El director que en su filmografía habla sin tapujos de la mafia, del Dalai Lama, de los lobos de Wall Street y hasta de la última tentación de Cristo ha tenido que dejar aparcado el documental que estaba preparando, desde hace dos años, sobre el expresidente de Estados Unidos.
La liebre la soltó el periódico The New York Times y cualquier intento de reconfirmar lo que dice el diario es contestado con silencios. Los que hablaron con el New York Times lo hicieron desde el anonimato y el resultado apunta siempre en la misma dirección: el documental sobre el 42 presidente estadounidense que Scorsese ha llegado a punto muerto. Clinton quiere un mayor control, sobre la entrevista y sobre el montaje final. Y Scorsese ha dicho no.
Matt McKenna, portavoz de Clinton, ha asegurado que las informaciones son “inexactas”. La cadena de pago HBO, detrás de este documental, indicó al mismo medio que el documental no será una realidad a corto plazo “pero eso no quiere decir que no lo vaya a hacer”. Su productor, Steve Bing, que trabajó con Scorsese en el documental sobre los Rolling Stone, Shine a Light, y que es amigo y tesorero de los Clinton en sus campañas electorales no ha dicho ni palabra.
La ironía en todos estos casos es que, a ojos de la oposición, los proyectos eran favorables a los Clinton
Esta no es la primera ocasión que se nota la mano de los Clinton en Hollywood. Y no sólo para pedir dinero. El documentalista Charles Ferguson lo dijo muy claro, no hace ni dos años, cuando intentó realizar un documental sobre Hilary Rodham Clinton para la CNN y tuvo que abandonar el proyecto. “Nadie, y cuando digo nadie digo nadie, está dispuesto a ayudarme. Ni demócratas ni republicanos. Nadie que trabaje para los Clinton o que sueñe con hacerlo. Ni tan siquiera periodistas que temen por su acceso”, dejó bien claro a The Huffington Post el ganador de un Oscar con Inside Job, documental sobre la crisis de Wall Street. Otros proyectos han tenido el mismo destino, como esa miniserie que iba a protagonizar Diane Lane como la ex primera dama, senadora y exsecretaria de estado. La cadena NBC canceló este proyecto tan sólo cuatro horas más tarde de que la CNN aparcara el documental de Ferguson. Y el largometraje sobre los Clinton, centrado en cómo se conocieron, se encuentra en el limbo. “Es una victoria para los Clinton y para las máquinas de hacer dinero en que se han convertido los partidos políticos”, añadió el documentalista.
La ironía en todos estos casos es que, a ojos de la oposición, los proyectos eran favorables a los Clinton. “Publirreportajes de la incipiente campaña de la senadora Clinton”, llegó a decir el conservador Reince Priebus, presidente del comité republicano. El documental de Scorsese sobre Bill Clinton tenía previsto su estreno en un año en el que se espera el anuncio oficial de Hillary Clinton como candidata a la presidencia de los Estados Unidos.
Es bastante habitual contar con nombres de prestigio para reflejar la vida de los presidentes estadounidenses. Al Gore contó con Spike Jonze en su campaña a la presidencia, Steven Spielberg echó una mano a John Kerry y más tarde a Barack Obama, al que también documentó Davis Guggenheim. Nadie duda del espíritu liberal que domina Hollywood, principal fuente de dinero para los candidatos demócratas. Pero tampoco existen dudas sobre el deseo de los Clinton de controlar una campaña que quieren sea perfecta, la que lleve a la primera mujer a la presidencia de los Estados Unidos. Si la dejaran, a Hillary le gustaría controlar hasta el reparto de cualquier proyecto que lleve su apellido: una vez dijo “de poder elegir” se quedaría con Meryl Streep para hacer de ella.
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