Un padre rocoso

Creado por el novelista Chuck Logan, uno de los adalides de esa nueva literatura para tipos duros que tiene en el Jack Reacher de Lee Child a su macho alfa, el personaje de Phil Broker, protagonista de seis novelas escritas entre 1997 y 2005, entra en el imaginario cinematográfico de la mano de esta producción modesta que llevaba cierto tiempo en la recámara de proyectos acariciados por Sylvester Stallone. El actor firma aquí el guion, que en su momento se planteó protagonizar, pero es Jason Statham quien hereda la responsabilidad de encarnar al personaje de una pieza, de la mano de un Gary Fleder abducido por el medio televisivo desde que realizó el drama deportivo The Express (2008). No hay rastro de los perfiles excéntricos del raro, si bien imperfecto, debut del cineasta — un Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto que, por lo menos, invitaba a pronosticar otro tipo de carrera— en este trabajo que apela al mínimo común denominador de exigencia del consumidor de un mediano producto de acción de los ochenta.

Un intercambio de miradas entre padre e hija, con la figura del villano como potencial diana entre ambos, refrendará, en el clímax, el proceso de redención del personaje principal, un policía de narcóticos trasladado al ámbito rural después de una misión de saldo cruento. En el primer tramo del metraje, el conflicto en ese nuevo territorio habrá estallado a raíz de un enfrentamiento escolar entre la hija del héroe y el matón de la clase, lanzando a la platea la idea de los canales hereditarios de la violencia y del desafío que supone controlarla en un universo donde el mal —y los laboratorios de metanfetamina— pueden estar a la vuelta de cada esquina.

Quizá un crítico capaz de valorar las técnicas de lucha cuerpo a cuerpo de Statham podría ofrecer una lectura más rica de esta película: una mirada no entrenada en este particular sólo puede hablar de los relativos toques de distinción sobre lo rutinario que aportan las presencias de James Franco y de Winona Ryder, en los respectivos papeles de traficante reclutado para una venganza doméstica y de su exnovia, desenganchada de consumos (que no de amores) tóxicos.