Sobre Brasil
Uno puede atenuar el acento, alisar su pelo, e incluso trabajar durante un partido del Mundial, pero la forma y configuración del alma permanecen

Soy brasileña. Nada lo puedo cambiar. Uno puede atenuar el acento, alisar su pelo, e incluso trabajar durante un partido del Mundial, pero la forma y configuración del alma permanecen. Me siento tan brasileña como el día que dejé mi país de nacimiento. La sensualidad lánguida de la sensibilidad brasileña se apodera de aquellos que incluso han reaccionado contra ella, e intentaron deshacerse de otras características de la cultura. No puedo soportar llegar tarde. Todo en Brasil se retrasa. Pero, al mismo tiempo, cuando hablo en mi lengua materna mi boca desparrama un ritmo cadencioso. Brasil se hace siempre evidente en mi dinámica emocional. Altos extremos e increíbles bajos, la manera rococó de expresarme, la incapacidad de decir que no.
Mucho de lo que dejé atrás hace veinte años está todavía allí —Caetano, Gal, Bethania, Buarque y Gil aún llenan las salas de conciertos y hacen que la música sea relevante y verdadera. Hay una nueva generación de escritores y de cantantes, pero aún se refieren a aquellos que llegaron antes de que lo moderno lo fuera, cuando la bossa nova era solo un nuevo estilo. Drummond, Cora Coralina, Luis Gonzaga, Caymmi, Cartola y Jobim, sus huellas aún permanecen en el corazón de los brasileños.
Mucho de lo que dejé atrás hace 20 años sigue allí. Caetano, Gal, Bethania, Buarque y Gil aún llenan las salas de conciertos y hacen la música relevante y verdadera.
Hace poco, unos amigos noruegos me comentaban cuando charlábamos el pesimismo innato que acompaña a su cultura. Me recordaron el optimismo desenfrenado brasileño; ese disfrute de la vida en el momento presente que toma el país en tantas fechas del año, desde el Año Nuevo hasta el Carnaval, hasta los torneos de fútbol, a la Navidad, y de vuelta al Año Nuevo.
Cuando pienso en el optimismo brasileño una imagen me viene a la cabeza — una escena de la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres. Marisa Monte, la elocuente cantautora brasileña, flotando encima de un enorme vestido blanco, cantando y bailando —alegría, emoción, música, sensualidad, y la habilidad de soñar en algo mejor.
Luciana Souza es una cantante natural de São Paulo, Brasil, que vive en Los Ángeles con su marido y con su hijo.
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