Más extraña que la ficción

Felizmente, aparecen ahora novelas convincentes, que amplían nuestra percepción del fenómeno rock. Pienso en El tiempo es un canalla, de Jennifer Egan, y sobre todo en Stone Arabia, de Dana Spiotta, recién traducida por Blackie Books. Stone Arabia pertenece a la categoría de exploraciones de la cara B del sueño americano. Su protagonista, Denise Kranis, es una californiana hipersensible, pobre y divorciada; debe ocuparse de su madre y su hermano, aparte de esa hija que aspira a cineasta indie. Con 47 años, Denise se plantea “¿en qué momento se jodió todo?”. Su hermano mayor, Nik Worth, se sueña estrella del rock. Y Stone Arabia retrata la monumental minuciosidad con que Nik materializa su sueño. Pisa los clubes californianos durante la era punk-new wave, con grupos de nombres creíbles (The Fakes, The Demonics). Aparece un mefistofélico potentado del negocio musical, que le ofrece un trato despiadado. No se llega a un acuerdo y Nik se resigna a una vida anónima, malviviendo como barman de un bar cutre. Nik graba música en solitario, en su cuatro pistas. Y se construye una obra inabarcable. Recupera a sus grupos, mantiene un proyecto paralelo (Pearl Poets, folk eléctrico) y desarrolla un ciclo experimental, Ontology of Worth, en 21 discos.
Ahí se reconoce el perfil de esos industriosos freaks que acumulan inmensas discografías fuera del radar de los medios (mi favorito: Billy Childish). Pero lo de Nik Worth es más radical: no publica sus discos; manufactura una docena de copias en CD-R que distribuye entre familia, amigos y novias. Reivindica la creación fuera de imperativos comerciales pero también quiere el masaje de ego que supone el estrellato. Se inventa una vida excitante con sus Crónicas. Libros que rellena con portadas falsificadas y supuestas entrevistas, críticas, textos variados. Se fabrica incluso su propio Lester Bangs, un crítico musical que le vapulea regularmente.
Antes de que los blogs ofrecieran el plus de la dimensión pública, Nik decidió convertirse en cronista de su propia vida. Denise se alarma cuando advierte que está a punto de concluir Ontology of worth y en el último tomo de sus Crónicas ha añadido un obituario. Y me callo: no quiero hacer de spoiler.
A estas alturas, Dana Spiotta ya nos ha convencido de que Nik Worth es un personaje genuino. Imaginamos automáticamente la prolongación: el documental de su sobrina le convertiría en héroe de culto. Light In The Attic editaría sus discos caseros. Beck y Sonic Youth grabarían sus canciones. Ómnibus publicaría una biografía hiperbólica. Y llegaría a estas páginas.
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