En pos de la diferencia
‘Revolutionary road’, protagonizada por Kate Winslet y Leonardo DiCaprio y dirigida por Sam Mendes, estará disponible con EL PAÍS por 1,95 euros


¿Es la burguesía un mal que todo lo pudre? ¿Qué nos hace diferente al resto? ¿La humanidad diluye las idiosincrasias? Richard Yates hizo una demoledora disección de ese problema con su primera novela, Revolutionary road (1961), en la que una joven pareja, April y Frank, que vive en los suburbios de Connecticut intenta escapar al aburrimiento que le rodea. Tratando de huir, April convence a Frank de mudarse a París, donde ella trabajaría para sustentar a la familia mientras él decide que hacer de su vida. El plan del viaje a Francia soluciona en parte los problemas maritales. Porque con esa nueva vida, serían diferentes, su talento eclosionaría, la bohemia triunfaría en sus almas. Claro que April se esfuerza por concretar el plan, pero Frank no parece tan entusiasmado: los hijos, una amante… lastres que tiran de Frank. Cuando ella descubre que está embarazada por tercera vez, el plan tiene que ser cancelado. Y Frank, que es feliz con su trabajo de oficinista, respira aliviado. Por poco tiempo.
Yates, aunque siguió escribiendo (hasta discursos para Robert F. Kennedy), nunca alcanzó la profundidad emocional y la disección moral de Revolutionary road, y solo tras su muerte en 1992 otros creadores vindicaron su obra. Y su ruido mediático no hubiera llegado más allá hasta que San Mendes estrenó en 2008 la adaptación de la novela, que supuso la reunión de la pareja de Titanic, Leonardo DiCaprio y Kate Winslet (también aparece Kathy Bates, otro miembro del reparto cameroniano; el primer trabajo de Winslet con el que entonces era su pareja, Mendes; y la confirmación del talento de Michael Shannon, que alcanzó una candidatura al Oscar.
Revolutionary road es fría, fría porque lo pide la historia, fría como la sombra que acongoja a la pareja, fría como el bisturí que Yates, y en el cine Mendes, usa para diseccionar. El talento del británico –habrá que ver cómo supera el reto de dirigir un bond en Skyfall- parece no conocer límites y todo lo molesta, turbia y desgraciada que es su película se debe única y exclusivamente a su respetuosa reconstrucción de la atmósfera de la novela. Por desgracia, en el cine Revolutionary road no tuvo la suerte que merecía. Ha llegado el momento de resucitar su dolor.
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