Adolf Hitler, 'mi lobito'
Una compañía alemana de teatro convierte las 'Cartas de amor a Hitler' en un musical
El 27 de marzo es el día internacional del teatro. De las muchas maneras de festejar la fecha, el teatro de Schlachthof de Neuss, al oeste de Alemania, ha decidido hacerlo de la forma más irónica posible. La compañía montará en formato musical las Cartas de amor a Hitler, un libro basado en las misivas escritas por las admiradoras del Führer.
"Queremos lanzar un mensaje de advertencia por la fascinación que levantó alguien que desencadenó la Segunda Guerra Mundial y asesinó a millones de personas en campos de exterminio", dijo Richard Mlotek, director del Theater am Sclachthof (Teatro del Matadero).
Los actores vestirán con uniformes de la Gestapo y leerán 16 cartas de melosos encabezados, donde Hitler era llamado "mi lobito" o "mi dulce amor". "No habrá tono solemne, sino irónico", dijeron los responsables del montaje, que combinarán las lecturas con éxitos musicales germánicos de la década de los treinta y cuarenta.
"Pensamos que convenía recordar un pasado no tan lejano, a 75 años de la llegada del poder de Hitler y cuando algunos parece que le ven hasta cosas buenas al dictador", aseguró Mlotek en referencia a unas recientes declaraciones de Eva Hermann, una popular ex presentadora de la televisión, que ha defendido la política familiar del Tercer Reich.
Cuatro actrices se alternan en la interpretación de las admiradoras del führer, mientras que un cabaretista funcionará como hilo conductor de la narración, justo como en la película Cabaret, de Bob Fosse.
Polémico libro
Cartas de amor a Hitler fue publicado en 1995 por la editorial Vas de Francfort. No es la primera vez que se realizan adaptaciones teatrales de dicho libro, que recoge una pequeña selección de las cerca de 10.000 cartas que Hitler recibió.
La inmensa mayoría de las misivas nunca fueron leídas por su destinatrio, que simplemente hizo que sus colaboradores las conservaran en grandes cajas, en sus sobres sin abrir, según sus editores.
Un alemán huido del país en 1940, William C. Emker, las encontró en el búnker en ruinas de Hitler en 1945. Por entonces era ya ciudadano estadounidense y trabajaba para el espionaje de EEUU.

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