Japón despliega al ejército para combatir el incremento de ataques de osos tras la muerte de 13 personas
Las agresiones se han multiplicado desde que el hábitat de estos animales se ha expandido, pero se agrava en estas fechas en los que buscan comida para la hibernación


El pasado domingo, Kiyo Goto, una mujer de 79 años de la prefectura de Akita, en el norte de Japón, telefoneó a su familia para contarles que salía a dar una vuelta a las montañas. Iba a recoger setas. El lunes a primera hora, fue hallada muerta en una zona boscosa de la serranía. La gravedad de las lesiones faciales sugiere que fue atacada por un oso, según recogieron los medios locales, sumando una víctima más de una ola de sucesos que mantiene en vilo al país.
Desde abril, 13 personas han muerto en Japón tras ser agredidas por osos, de acuerdo el Ministerio de Medio Ambiente nipón. La cifra bate los registros previos. Solo en la prefectura de Akita, con una población que ronda los 900.000 habitantes, se han registrado ataques a 60 personas, incluidas cuatro víctimas mortales. Entre abril (cuando arranca el año fiscal que usa Japón para el recuento) y septiembre, se registraron más de 20.000 avistamientos de osos, superando en unos 7.000 los observados en el mismo periodo del año anterior.
Ante la situación, el Gobierno ha decidido tomar medidas contundentes. El miércoles, Tokio aprobó el despliegue de la Fuerza Terrestre de Autodefensa (el ejército del país) para ayudar en las operaciones de sacrificio de osos, según la agencia japonesa Kyodo. Las tareas, de momento, son de apoyo logístico. Las fuerzas armadas contribuirán a la instalación y el transporte de trampas, aunque no dispararán a los animales ni llevarán armas de fuego.
“Somos conscientes de que los daños causados por los osos en la prefectura de Akita son un problema grave. Continuaremos con nuestras actividades en función de las necesidades para ser lo más útiles posible”, afirmó el miércoles Yasunori Matsunaga, comandante de la 9 ª División de las Fuerzas Terrestres de Autodefensa, durante la firma del convenio con el Gobierno municipal.
Unos 15 militares comenzaron a trabajar el miércoles en la zona. El personal va equipado con chalecos antibalas, varas con forma de rifle de unos 165 centímetros de largo, escudos protectores y aerosoles repelente de osos, y se dedicarán a transportar cazadores, colaborarán en la excavación de fosas para enterrar cadáveres de osos y recopilarán información mediante drones.
Las operaciones han arrancado en la localidad de Kazuno, donde los residentes han sido advertidos desde hace semanas que eviten los bosques del entorno, se queden en casa de noche y porten cascabeles para ahuyentar a los osos que puedan merodear junto a los hogares en busca de comida, según Reuters. Más adelante, el despliegue se irá ampliando a otros municipios que soliciten auxilio.
El gobernador de Akita, Kenta Suzuki, solicitó el apoyo de las Fuerzas de Autodefensa a finales de octubre alegando que la crisis empeoraba y comenzaba a estar fuera de control. La situación es “extremadamente grave”, publicó en redes sociales el pasado 26 de octubre.
Mientras, la Agencia Nacional de Policía está valorando permitir a sus agentes abatir osos con rifles, y el Ministerio del Interior y Comunicaciones tiene previsto ayudar a los ayuntamientos a encontrar personal cualificado para la caza.
Los hábitats de osos negros y pardos, las dos especies presentes en Japón, se han ido expandiendo en los últimos años. El Ministerio de Medio Ambiente estimaba a finales de 2024 que el número de osos pardos en Hokkaido, la isla septentrional, se ha más que duplicado desde los noventa hasta alcanzar unos 11.700 ejemplares. De los osos negros, que viven en su mayoría en la isla principal de Honshu, no hay estimaciones oficiales, aunque un análisis de 2023 citado en la prensa local habla de 44.000 ejemplares, el triple que en 2012.
Los ataques suelen alcanzar su punto álgido en octubre y noviembre, cuando buscan alimento intensamente antes de la hibernación. Con los animales generando titulares a diario, los medios y las autoridades han incrementado los consejos para evitar un encuentro fatal. Piden precaución al adentrarse en las montañas, aconsejan usar casco y llevar además un cascabel para osos, una radio y un aerosol repelente.
En caso de encuentro, un grupo de investigadores de la escuela de posgrado de la Universidad de Akita asegura que las personas atacadas tienden a evitar lesiones más graves cuando se tumban boca abajo y se cubren la cabeza y el cuello. Su estudio parte de una encuesta a 70 personas heridas en ataques de osos en la prefectura durante el año fiscal 2023, cuando se registraron seis muertes en todo el país, la segunda cifra más alta registrada. Como los osos suelen ponerse de pie cuando amenazan o atacan, la cara y la cabeza de las víctimas son a menudo el blanco de sus embestidas y zarpazos. De ahí que convenga echarse al suelo y guarecerse con manos y brazos. Las 70 personas heridas objeto de estudio tenían una edad promedio de 70 años.
La alarma social se ha disparado hasta tal punto que, a finales de octubre, los productores de la película “¡Higuma!” (¡Oso pardo!) decidieron posponer su estreno, previsto en noviembre, hasta enero. La película, rodada en tono de comedia, contiene sin embargo secuencias perturbadoras en las que uno de estos animales arranca el brazo a una persona de un mordisco, recogía el diario The Asahi Shimbun.
Estas escenas, en cambio, son reales. Martes 7 de octubre de octubre, noche. Un oso entra en un supermercado en Numata, una localidad en la prefectura de Gunma, en el este del país, y ataca a dos clientes, causándoles heridas leves. Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran lo que parece un ejemplar adulto de 1,4 metros de largo, según la policía local. “Me pareció que el oso estaba confundido. Estuvo en la tienda entre 10 y 15 minutos. No parecía estar buscando comida”, narra el gerente, que también fue atacado.
Miércoles 22 de octubre, 7:30 de la mañana. Una pareja de unos 80 años es atacada y resulta gravemente herida por un oso frente a su casa en Aizuwakamatsu, prefectura de Fukushima. El suceso tiene lugar cuando la mujer está sacando la basura. Sufre heridas en la cara; el marido resulta herido en el cuello cuando sale a ver qué ocurre tras oírla gritar “¡Oso!“, según la policía. El animal medía aproximadamente un metro de largo y corrió hacia el bosque cercano.
Domingo 5 de octubre por la mañana. Un turista español es herido levemente por el zarpazo de un oso cuando tomaba fotografías cerca de una parada de autobús en Shirakawa-go, un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la prefectura japonesa de Gifu.
Alrededor del 70% de los ataques se han producido en zonas habitadas donde la gente desarrolla su actividad cotidiana, según un reciente estudio de la cadena pública NHK en colaboración con Onishi Naoki, experto del Instituto de Investigación Forestal y de Productos Forestales.
Expertos citados por Kyodo afirman que el fenómeno está vinculado al declive de las comunidades rurales y al abandono de las tierras de cultivo, lo que ha eliminado las zonas de amortiguación que antes separaban los asentamientos de la naturaleza salvaje. Acuden en busca de algo que comer atravesando campos cubiertos de maleza y zonas despobladas que quedan tranquilas y a oscuras por la noche.
“Los osos se están acercando cada vez más a los seres humanos, a nuestras zonas residenciales”, contaba a Kyodo Ryoji Suzuki, de 76 años, presidente de una asociación de cazadores con sede en Otsuki, en la prefectura de Yamanashi, cerca de Tokio.
El problema está ligado además al envejecimiento que vacía los pueblos. La prefectura de Akita, donde se ha desplegado el Ejército, es la que registra la menor tasa de nacimientos del país. Más de un tercio de sus residentes superan los 65 años. También se cree que el cambio climático, que afecta a la disponibilidad de alimentos de los osos, tiene influencia.
Además, mientras el hábitat de los plantígrados crece, el número de cazadores disminuye. Las licencias de caza con armas de fuego están bajo mínimos: se expedían unas 500.000 en 1976, pero desde 2012 han caído por debajo de las 100.000. El Gobiero también ha tomado medidas en este campo. En septiembre, permitió que los ayuntamientos puedan autorizar a los cazadores a matar osos en zonas pobladas. Antes, se requería el permiso de la policía.
La normativa ha generado polémica. Preocupa la seguridad ciudadana, que se atraiga a cazadores poco experimentados, posibles balas perdidas. Y no todos tienen muy claro que matar osos sea la solución a largo plazo.
“No basta con centrarse únicamente en eliminar el peligro en el lugar como medida provisional”, contaba Shinsuke Koike, de la Universidad de Agricultura y Tecnología de Tokio, citado por Kyodo. “Siempre hay un factor que ha provocado la aparición de osos en zonas urbanas y debemos aprender de los casos anteriores, de lo contrario seguirán apareciendo”, afirmaba el también director de Japan Bear Network, una organización no gubernamental que promueve la coexistencia con los osos.
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