Bruselas presiona para aplazar por otro año la ley pionera de la UE contra la deforestación mundial
La norma, que ya se retrasó por 12 meses en 2024, iba a entrar en vigor el 30 de diciembre

La Comisión Europea vuelve a plantear el aplazamiento de la ley pionera de la UE contra la deforestación mundial. Ya lo hizo el año pasado, cuando cedió a las presiones de toda la derecha en el Parlamento Europeo y de lobbies, empresas y ONG que reclamaban más tiempo para implantar una norma que prevé vetar el acceso al mercado único de productos como el café, la madera, el aceite de palma o el cacao que procedan de zonas deforestadas. El argumento que da el Ejecutivo europeo es que todavía no está lista técnicamente para ser implantada, explica la comisaria de Medio Ambiente, Jessika Roswall, por carta al Parlamento Europeo y al Consejo de la UE. Fuentes del Ejecutivo de la UE no han concretado cuándo harán la propuesta de forma oficial, pero sí han subrayado que hay una fecha límite clara: el 30 de diciembre, cuando empezará a aplicarse si no se aplaza antes.
“La Comisión está considerando una demora de la entrada en vigor del Reglamento contra la deforestación, actualmente prevista para el 30 de diciembre de 2025, por un año, para evitar la incertidumbre entre las autoridades y las dificultades operativas de las partes interesadas en la UE y los terceros países, y dar tiempo para solucionar los riesgos identificados”, concluye la comisaria sueca en su carta, adelantada por Euractiv y obtenida por EL PAÍS.
En ese texto, de página y media, Roswall explica que durante el último año “la Comisión ha estado desplegando el sistema informático”, pero que se ha quedado corta en sus previsiones, puesto que en este periodo de pruebas ha visto que habrá “un alza sustancial de la carga prevista”. Poco más adelante, explica que “a pesar de los esfuerzos [...], no es posible tener garantías de que el sistema podrá atender el nivel de carga esperado”.
Fuentes de la Comisión han insistido posteriormente en esta explicación y han añadido que la norma de deforestación no tiene precedentes, lo que ha generado muchas incertidumbre en el diseño del mecanismo de aplicación. Uno de los puntos que, según esta justificación, crea problemas es el elevado número de paquetes de pequeño tamaño que llegan a la UE, algo que se ha disparado conforme ha crecido el comercio electrónico.
Este argumento tecnológico ya está provocando críticas duras en la Eurocámara, como la del eurodiputado socialista César Luena en la red social X: “Es una vergüenza y una absoluta falta de previsión pretender posponer un año más la aplicación del Reglamento de deforestación. Si lo aplazan porque no quieren aplicarlo, es gravísimo; pero si es por la incapacidad de la Comisión de gestionar las cuestiones técnicas, es aún peor”. Su homóloga Delara Burkhardt, quien negoció la norma en la legislatura anterior, ha exigido a la presidenta Ursula von der Leyen que no ceda ante el Partido Popular Europeo y la extrema derecha porque “pone en peligro la cooperación de las fuerzas proeuropeas del centro político”. Esta socialdemócrata alemana ha puesto sobre la mesa “la cuestión de si la presidenta de la Comisión está cediendo a las demandas de Washington de desregulación en Europa, impulsadas por la Administración estadounidense durante las negociaciones para un acuerdo comercial”.
Ambos eurodiputados sugieren claramente que la causa tecnológica aducida puede no ser la real. Este reglamento europeo siempre se ha encontrado con una fuerte oposición tanto dentro de la UE, principalmente en el bloque de la derecha, como fuera, donde incluso países y Gobierno como el Brasil de Lula ven con recelos que se les impongan desde fuera condiciones. Fueron estas presiones, principalmente desde la derecha en la Eurocámara, las que llevaron a Von der Leyen a dar su visto bueno a la propuesta de aplazar por un año la entrada en vigor.
Su tramitación en los dos colegisladores de la UE fue de todo menos pacífica. En el Parlamento Europeo, el Partido Popular Europeo, apoyándose en las fuerzas más su derecha, quiso aguar más el reglamento y prolongar la demora durante dos años. También plantearon otras enmiendas que buscaban diluir el efecto buscado con la ley. Finalmente, el Consejo de la UE —es decir, los Estados miembros— frenó este intento y se quedó en esa prórroga de un año.
Una norma simbólica
Pero ahora Bruselas vuelve a poner la demora sobre la mesa. Y lo hace sobre una ley muy simbólica. Por un lado, este reglamento europeo es pionero por luchar contra la deforestación más allá de las fronteras europeas. Por otro, la prórroga aprobada hace un año mostró que la nueva Comisión Europea —y esta fue una de sus primeras medidas— iba a tener un enfoque mucho más pragmático en las políticas medioambientales y disparó las alarmas sobre las intenciones reales de Bruselas con la agenda verde europea. Después llegaron las normas de simplificación, que flexibilizaron la aplicación de regulaciones medioambientales en el sector empresarial.
La carta de Roswall y su anuncio ha llegado, precisamente, este martes 23 de septiembre. El mismo día que el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, ha cerrado en Yakarta un acuerdo comercial con Indonesia, uno de los países que más han mostrado en el pasado reciente su rechazo a la ley contra la deforestación. El país asiático es el mayor productor del mundo de aceite de palma.
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