Los neandertales encendieron el primer fuego de la humanidad
Los restos de una hoguera en Inglaterra muestran que los neandertales ya eran capaces de crear llamas hace 400.000 años


No es el fuego, ni sus cenizas, pero sí el mechero que lo encendió. Científicos de Reino Unido han encontrado los restos de la hoguera más antigua prendida por humanos. Se hizo hace unos 400.000 años en Barnham, al sureste de Inglaterra, cuando una persona hizo chocar un trozo de pedernal y otro de pirita para sacar chispas y hacer llamas, según su hipótesis. Fue solo un gesto, pero supone una revolución, pues sería la primera prueba de control absoluto del fuego, algo que tradicionalmente se atribuía a nuestra especie, los Homo sapiens. Pero los creadores de estas lumbres fueron los neandertales, aseguran los responsables del trabajo, que se publica este miércoles en Nature.
El fuego está tan enraizado en la humanidad que la primera acepción de hogar es el lugar donde se hace fuego. Las llamas nos permitieron salir de la oscuridad, huir del frío, ahuyentar a los depredadores y cocinar, lo que facilitó las digestiones y liberó recursos para desarrollar cerebros cada vez más grandes. La hoguera también es el lugar primigenio de reunión, por lo que probablemente en torno a su calor se inventaron las primeras historias, tradiciones y creencias.
“Es increíble que los grupos más primitivos de neandertales ya conocieran las propiedades de pedernal, pirita y yesca”, resalta Nick Ashton, conservador de colecciones paleolíticas del Museo Británico, y autor principal del estudio, en una nota de prensa. Su colega Rob Davis, añade: “La habilidad de hacer fuego y controlarlo es uno de los momentos estelares de la historia de la humanidad”, y este descubrimiento “retrasa su aparición unos 350.000 años”.
El estudio destaca que en la zona Barnham no hay pirita, así que los humanos tuvieron que traerla de otro lugar, lo que refuerza la hipótesis de que ya conocían su excepcional utilidad.
Los indicios más antiguos de uso del fuego están en África, y se remontan más de millón y medio de años. Esto demuestra que los homínidos ya sabían encontrar un incendio natural —prendido por un rayo, por ejemplo— y aprovecharlo. En Europa y Asia hay hogueras de hace hasta 800.000 años, como en la Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, en Murcia. Pero en ningún caso se ha podido descartar que su origen fuesen incendios naturales, cuyas llamas eran mantenidas con cada vez más pericia por los humanos. Conservar el fuego era, literalmente, mantener el hogar.
Las nuevas pruebas se han hallado en una antigua cantera de arcilla explotada desde el siglo XVIII, y excavada como yacimiento desde principios del XX. Tras años de búsqueda, los investigadores creen haber encontrado pruebas concluyentes de que aquí hubo un campamento humano con fuegos encendidos y mantenidos en el tiempo.
El análisis geoquímico de los sedimentos muestra temperaturas de más de 700 grados que refuerzan la hipótesis de fogatas repetidas. También hay herramientas de piedra quemadas. Pero sobre todo hay dos pequeños fragmentos de pirita, algo mayores que la uña de un pulgar. Este mineral rico en azufre se habría usado como encendedor, y los dos trocitos descubiertos serían esquirlas que saltaron en el proceso.

En Europa ya se conocían fogatas humanas en esta época en cuevas de Francia y Portugal; y también en campo abierto en Ucrania, Reino Unido y España. Pero en ninguno de ellos —ni en otros posteriores— se ha hallado pirita como piedra de chispa, según los autores del nuevo trabajo. Para encontrar la prueba más clara de dominio absoluto del fuego en Europa, señalan, hay que esperar hasta hace unos 50.000 años en Francia. Y también en este caso los autores eran neandertales, la especie humana más cercana a la nuestra, que se extinguieron hace unos 40.000 años por causas desconocidas.
La gran pregunta es quiénes eran aquellos humanos que ya dominaban el fuego. Chris Stringer, investigador del Museo de Ciencias Naturales de Londres y coautor del estudio, explica que en este yacimiento no hay restos humanos. Pero a unos 100 kilómetros al sur se han hallado tres fragmentos de cráneo que evidencian una capacidad cerebral muy parecida a la de los humanos actuales.
Los restos pertenecían a neandertales tempranos, ancestros de esta especie con una fisonomía muy parecida a los que vivían en la sierra de Atapuerca, en Burgos, hace unos 430.000 años. Es interesante, porque justo en este yacimiento, del que han salido miles de fósiles de estos humanos, no hay ni rastro de fuego.
Probablemente, el dominio del fuego no surgió en Inglaterra, opinan los responsables del hallazgo. “Hace unos 450.000 años hubo una glaciación que probablemente aniquiló a todos los humanos” de la isla, ha relatado Stringer en una rueda de prensa. Un puente de tierra unía este territorio con el resto de Europa, así que estos ancestros neandertales europeos la repoblaron y llegaron “más al norte” gracias a la nueva tecnología que ya dominaban. El fuego fue “un seguro de vida”, y se convirtió en el lugar donde contar historias, transmitir conocimiento y desarrollar el lenguaje.
Estos hallazgos “encajan con un comportamiento neandertal más complejo del que pensábamos”, ha añadido el paleoantropólogo. “No estamos diciendo que fuesen los únicos [capaces de dominar el fuego], pero desde luego este es el primer caso del que podemos estar seguros”.

“El control del fuego”, reconoce la historiadora Ruth Blasco, es “uno de los temas más debatidos y controvertidos en el ámbito de la arqueología del Paleolítico”. La investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana, que no ha participado en el trabajo, opina que las pruebas presentadas son diversas y “robustas”. “La comunidad científica ya asumía que el uso regular y controlado del fuego se produjo en Europa hace entre 400.000 y 300.000 mil años, y que la señal arqueológica queda bien establecida en yacimientos posteriores a 100.000 mil años. El panorama científico no cambia mucho a partir de Barnham, pero sí se pone una fecha clara para la producción intencional del fuego”, razona.
La hoguera de Barnham se hizo en campo abierto, probablemente a orillas de una laguna. Pasados 400.000 años era imposible que se conservasen los indicadores normales del fuego, como cenizas o tizones. Para probar su caso, los científicos echaron mano de varias técnicas muy novedosas, como el análisis magnético de los sedimentos, la espectroscopía de infrarrojos y el análisis de hidrocarburos, que presentan un patrón diferente cuando hay un fuego natural y otro encendido en el mismo lugar en varias ocasiones.
“La convergencia de múltiples líneas de evidencia y de métodos analíticos independientes aporta un elevado grado de robustez a las conclusiones del estudio”, opina la arqueóloga Montserrat Sanz, de la Universidad de Barcelona, que ha sido revisora científica independiente de este trabajo. “Posiblemente, no se trata del primer fuego producido por humanos en sentido estricto, ya que existen indicios de control y uso del fuego en cronologías anteriores. Sin embargo, el hallazgo es especialmente relevante porque documenta el encendedor más antiguo conocido hasta el momento; y documentarlo implica que el fuego fue producido por humanos”, argumenta.
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