Así construían los albañiles de la antigua Roma
El hallazgo de una casa a medio reformar en Pompeya bajo las cenizas confirma el uso de cal viva para el hormigón romano considerado casi eterno


La ciudad romana de Pompeya, en el golfo de la actual Nápoles, fue sepultada por la lava, cenizas y piroclastos de la erupción del Vesubio en el año 79 de esta era. La desgracia de los pompeyanos ha sido la bendición de los historiadores y arqueólogos, que pueden estudiar todos los detalles de la vida capturados hace 2.000 años por la ira del volcán. Amantes abrazados, un mayor descansando en su cama, otros en las termas... Ahora se ha desenterrado una casa que estaban reformando. El hallazgo, publicado en Nature Communications, es una instantánea del proceso completo de construcción que se seguía en la Roma imperial, incluida la elaboración del intrigante hormigón romano, considerado por algunos como el verdadero sostén del imperio.
La Domus primera de la ínsula X de la IX regio estaba siendo reformada cuando les pilló la erupción. En realidad, buena parte de Pompeya estaba en obras. En el 62 de esta era, 17 años antes, se produjo un fuerte terremoto que echó abajo algunas casas. En esta domus estaban reparando algunos de sus muros. Los arqueólogos han encontrado todo lo que se pueda imaginar que hay en una obra: Plomadas, cinceles o pesas en lo que era una caja de herramientas de madera y que no se ha conservado. Tejas apiladas con mimo, también ladrillos de toba. Buena parte de este material era de segunda mano, ya que han visto que tenían restos de que estaban siendo reutilizados. Ánforas llenas de cal como si fueran los modernos sacos de cemento. Y hasta montones de materiales usados como aglomerado, en particular puzolanas de anteriores erupciones. Incluso hallaron uno en el que ya habían mezclado este aglomerado con el aglomerante, cal viva. Al combinarlos con agua, en una mezcla llamada en caliente, obtenían hormigón (opus caementicium).
“Muchas estructuras romanas de hormigón, tanto terrestres como marítimas, se han mantenido mecánicamente robustas durante siglos”, recuerda Admir Masic, profesor de ingeniería civil y ambiental de Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y autor sénior de esta investigación. “En algunos casos, cerca de dos milenios, una duración muy superior a la de la mayoría de los hormigones modernos”, añade. Masic lideró en 2023 otro trabajo en el que mostraban cómo los ingredientes de la mezcla, del mortero, hacían que fuera muy duradero y no solo eso: “El hormigón de la antigua Roma posee propiedades autocurativas que el moderno no posee”. La combinación era dinámica, con capacidad reactiva una vez secada la mampostería, lo que hacía que se fueran sellando fallas y poros con el paso del tiempo.

Masic aclara que los constructores romanos no tenían los conocimientos de la química moderna, “pero reconocían claramente que las puzolanas volcánicas hacían que sus hormigones fueran excepcionalmente fuertes, duraderos y capaces de curar bajo el agua”, destaca. De hecho, añade, “buscaban activamente fuentes específicas de cenizas para fabricar su hormigón; incluso transportaron puzolana a través del Mediterráneo para construir, por ejemplo, Cesarea Marítima”, colonia romana cuyas ruinas fueron descubiertas entre las actuales Haifa y Tel Aviv, en Israel.
Otro de los hallazgos claves tiene que ver con el aglomerante usado. El análisis químico y cristalográfico ha permitido averiguar que las ánforas contenían cal hidratada o apagada (hidróxido de calcio). Pero el hormigón del muro que estaban reforzando contenía cal viva (óxido de calcio). No solo eso, el montón hallado en la planta superior estaba formado por una mezcla de cal viva y puzolanas como aglomerado.
“Nuestra evidencia demuestra que la cal viva desempeñó un papel fundamental en el hormigón estructural (opus caementicium), ya que su mezcla en caliente produjo los clastos de cal característicos y contribuyó a la durabilidad a largo plazo y la autocuración del material", argumenta Masic. Quien haya visto como hierve la cal viva al mezclarla ya sabe lo caliente que era la operación, que podía alcanzar los 200º y más. “La cal apagada [una vez añadida el agua], en cambio, se utilizaba generalmente para el acabado de morteros y revoques, donde la trabajabilidad y las superficies lisas eran esenciales”, completa.

El descubrimiento de que en aquella casa pompeyana los albañiles estaban usando las dos fases de la cal, una para la estructura, otra para los acabados, termina con una especie de debate que los ingenieros y constructores actuales mantenían con el pasado, en particular con Vitrubio, el arquitecto romano que en su tratado De Architectura detallaba ya en el 23 antes de esta era el proceso de elaboración del hormigón romano con calx extincta, lo que siempre se ha pensado que se refería a la apagada.
“Yo no diría que [Vitrubio] estaba equivocado, sino que describió una receta normativa y una teoría de las mejores prácticas (si asumimos que nuestra traducción de calx extincta es correcta)“, sostiene Masic en un correo. La realidad no debió ser tan simple: ”Nuestros hallazgos en Pompeya muestran que la práctica constructiva real era más diversa y, en ocasiones, se apartaba de sus recomendaciones, por lo que Vitruvio solo captura una parte de la historia de la tecnología constructiva romana”, completa. Además, hay un lapso de un siglo entre el De Architectura y los albañiles pompeyanos. “Imaginen lo que cien años de diferencia podrían significar para la tecnología constructiva”, termina el profesor del MIT.
Víctor Yepes Piqueras, catedrático del Departamento de Ingeniería de la Construcción-ICITECH de la Universitat Politècnica de València coincide con Masic: “La diversidad de materiales y prácticas constructivas descrita por autores como Vitruvio, quien abogaba por el apagado previo de la cal, hace recomendable interpretar este estudio como una muestra de la coexistencia de métodos alternativos al canon clásico, pero no como una descripción universal”.
Yepes, que no ha intervenido en este trabajo, también valora las propiedades autocurativas del hormigón romano, pero sin excesos. “Desde el punto de vista de la ingeniería estructural moderna, es importante tener en cuenta su contexto, ya que se trata de un proceso geoquímico lento, con efectos localizados y condicionado por los ciclos de humedad ambiental. Esta característica ayuda a explicar la durabilidad observada, pero no tiene una equivalencia directa con los mecanismos de reparación activa inmediata que se investigan hoy en día en la obra civil”. Para lo que sí servirá lo descubierto ahora en la casa de Pompeya en reformas es que, según Yepes y Masic, permitirá restaurar cualquier obra romana como lo hacían los albañiles romanos.
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