La izquierda y sus documentos
Más allá de lo que se pretende conseguir como expresión convincente de autocrítica, el solo hecho de que ya existan tres expresiones escritas de análisis de la derrota electoral y de reconocimiento de responsabilidades es digno de elogio

En el lenguaje de izquierdas, se entiende por “documento” la toma de posición fundamentada por escrito (antiguamente de puño y letra) por algún líder político, algún colectivo de militantes o de dirigentes (en este caso con redacción a máquina o a roneo) que buscan promover alguna causa a partir de una toma de posición dirigida a la “interna” de un partido (generalmente) o de una coalición (un fenómeno noventero en Chile), o simplemente por algún intelectual que ha resentido la necesidad de intervenir en el debate político (mediante tribunas de opinión, cartas abiertas o derechamente libros). En la historia de la política chilena de izquierdas, allí están los textos, libros y documentos clásicos de Clodomiro Almeyda, Raúl Ampuero y Eugenio González en la cultura socialista, o de Volodia Teitelboim en la cultura comunista.
Pues bien, por estos días hemos visto la publicación de tres documentos que se aproximan a este género: uno publicado por el excandidato presidencial del Frente Amplio Gonzalo Winter, el segundo por un influyente exministro del gobierno de Gabriel Boric (Giorgio Jackson) quien también es del Frente Amplio (aunque de un sector distinto al de Winter), y un tercer documento proveniente de un grupo de militantes relevantes del Partido por la Democracia (de centroizquierda). En los dos primeros, los documentos están dirigidos a la militancia frenteamplista (probablemente buscando perfilarse en la interna de ese partido), mientras que el tercer documento está dirigido a quien le quepa el sayo en la centroizquierda (es decir a radicales, pepedeístas, liberales y, suponemos, socialistas). Han pasado tan solo dos semanas desde que se materializara la derrota presidencial de la candidata de todas las izquierdas Jeannette Jara y ya circulan tres documentos: nada de mal, al tratarse de una grave derrota política, tal vez una derrota estratégica, de largo plazo (aunque de cultural por ninguna parte, que es lo que se quiere inducir desde las derechas, entendiendo por “derrota cultural” una derrota definitiva, sobre símbolos, significados y poder interpretativo de la realidad, un pensamiento descabellado). La denuncia absurda de que las izquierdas no han hecho ningún tipo de autocrítica no tiene ningún sentido: más allá de lo que se pretende conseguir como expresión convincente de autocrítica (una suerte de autoflagelación y reconocimiento de culpas, una petición de castigo público tan exuberante como performática), el solo hecho de que ya existan tres expresiones escritas de análisis de la derrota y de reconocimiento de responsabilidades es digno de elogio.
Evidentemente, estos documentos son necesarios, pero no son suficientes para entender una grave derrota política que trasciende con creces la duración del mandato del presidente Gabriel Boric. Y son aún más insuficientes para salir del marasmo, un ejercicio distinto, el que supone creatividad política e intelectual, pero que presupone la asimilación previa de lo ocurrido.
El documento de Gonzalo Winter, titulado Críticas, autocríticas, mitos y peligros es el más duro de los documentos que hasta ahora han sido publicados. En este documento, quien fuese candidato presidencial del Frente Amplio en la primaria de izquierdas de 2025 se propone abordar “verdades incómodas”, las que se sitúan en varios niveles: desde la ambigüedad de las izquierdas ante la violencia del estallido social (lo que contrasta con la postura del diputado electo del Frente Amplio Jaime Bassa, quien fuese vicepresidente de la Convención Constitucional y solo vio “violencia autocontenida” en el estallido social, en una reciente entrevista en Televisión Nacional), hasta la crítica al primer ensayo de cambio constitucional (en el que dominaron las izquierdas más variadas, las que carecieron de disposición al diálogo con “sectores relevantes de derecha” al confundir “hoja en blanco” para redactar una nueva Constitución con fabricar un nuevo país). Sin embargo, de lo que carece este documento es de una crítica al gobierno de Boric, exceptuando la alusión a la indiferencia de izquierdas (especialmente frenteamplista y comunista) por la crisis de seguridad y migratoria. Qué duda cabe: existen diferencias importantes en el Frente Amplio.
Distinto es el tono y la forma del documento elaborado por Giorgio Jackson, uno de los principales líderes fundadores del Frente Amplio. En un documento titulado El fin de un ciclo, ¿qué esperar ahora?, Jackson aborda en un tono excesivamente analítico (propio de un observador externo) e impersonal las razones de la derrota de la candidata presidencial Jeannette Jara, el 14 de diciembre de 2025. Exceptuando un acápite en el que reconoce responsabilidades personales como exministro Secretario General de la Presidencia del gobierno de Gabriel Boric, Jackson identifica correctamente los distintos episodios que terminaron por configurar la derrota, aunque retrotrayendo el origen del ciclo de transformaciones políticas y sociales de izquierdas al año 2006 (con la revolución pingüina, del nombre de las protestas de estudiantes de colegios y liceos que antecedieron la emergencia de una nueva generación de líderes políticos en 2011 y 2012, de la que fueron parte Giorgio Jackson y el propio presidente Boric). El problema político de retrotraer hacia orígenes tan distantes las razones iniciales de lo ocurrido es que se desdibujan las causas y responsabilidades más inmediatas. Pero el ejercicio está allí: un esfuerzo por poner por escrito una interpretación de la derrota de izquierdas.
Muy distinto es el documento elaborado por un grupo de dirigentes del partido de centroizquierda socialdemócrata Partido por la Democracia (PPD). En ese documento, titulado Renovar la esperanza: el desafío de la nueva centroizquierda lo que se interroga no son tanto las razones de la derrota como los desafíos de futuro (sino futuristas) que deberán enfrentar inescapablemente las izquierdas. El argumento de este documento está fuertemente influenciado por el pensamiento de post-izquierda y postsocialista del exsenador Guido Girardi, quien ha alertado con razón sobre las amenazas que se ciernen sobre la humanidad, desde la inteligencia artificial, el transhumanismo, la automatización del trabajo y la penetración en la vida cotidiana de tecnologías altamente disruptivas, hasta la crisis climática, en el contexto de “un Estado lento, lejano y poco eficaz”. Se afirma extrañamente que la centroizquierda no está enfrentando “una crisis de ideas”: la afirmación es sorprendente, ya que el problema sería mucho menos profundo, el que se traduce en “una crisis de articulación, identidad y decisión estratégica”: ¿cómo no ver que en este documento nada se dice sobre la capacidad de producir ideas adaptadas a los nuevos tiempos? ¿cómo contentarse con que el problema es tan solo de articulación de diversas cosas, y no de invención política e intelectual?
Todos estos documentos son elogiables por el solo hecho de haber sido redactados y publicados en tan poco tiempo. Ante ellos, resulta llamativo el silencio evaluativo de los socialistas, pero hay que esperar: ha pasado demasiado poco tiempo. Ninguno de estos documentos puede aspirar a cerrar el ciclo de autodiagnóstico, tampoco de prognosis y aún menos la pregunta sobre el proyecto de futuro. No existe ninguna garantía de que exista algo más que una prognosis: el precio a pagar por dotarse de un nuevo proyecto político (nuevo en sentido fuerte, con más discontinuidades que regularidades con lo que hasta ahora se ha hecho) es el tiempo que hay que dedicarle, un tiempo que no puede ser breve, ya que lo que hay que resolver son dilemas tan políticos como intelectuales. Son estos últimos dilemas los que de verdad generan dudas sobre las capacidades y voluntades de las izquierdas, cuya inercia las lleva a digerir sus derrotas sin explicarlas ni resolverlas.
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