La diáspora venezolana en Chile frente a la elección presidencial: “Somos la pera de boxeo en las campañas”
La comunidad migrante más grande del país muestra incertidumbre por las elecciones del 14 de diciembre. “Me da miedo que suceda la misma polarización que hubo en Venezuela”, dice una extranjera

En el mercado de carne del popular barrio Franklin, en Santiago, el ruido nunca cesa. Pero el 21 de noviembre, cuando el ultraconservador José Antonio Kast, candidato de las derechas, llegó a este laberinto de carnicerías y bodegas, el bullicio fue estruendoso. Jonathan González, venezolano y carnicero, escuchó las pifias, los gritos en contra y a favor del político. Recuerda que, mientras estaba detrás del mostrador donde trabaja, vio acercarse al abanderado del Partido Republicano y aprovechó para pedirle que si ganaba la Presidencia no lo echara de Chile porque no todos los migrantes sin documentación son iguales: “Hay buenos y malos, en todos lados”.
Kast lo escuchó apenas unos segundos y le respondió que su intención es “ordenar la casa”, que los extranjeros en situación irregular debían salir del país sudamericano y que luego podrían volver a ingresar con un visado, para instalarse a vivir aquí. Pero González, de 43 años, quedó inquieto. Solo cuenta con un documento de identidad provisorio en Chile tras ingresar caminando por un paso no habilitado en 2019, en la frontera con Bolivia. “Estamos asustados porque si gana ese candidato nos eliminan de aquí. Está muy fuerte la xenofobia, demasiado, y ya la gente está asustada”, dijo en una conversación con EL PAÍS a cuatro días de las elecciones presidenciales del 14 de diciembre. No imagina que el republicano pueda replicar una política antiinmigración de las magnitudes de la llevada a cabo por Donald Trump en Estados Unidos, pero sí cree que podría ser devuelto a su país.

Según las encuestas divulgadas hace dos semanas -antes de la veda electoral-, Kast tiene una amplia ventaja sobre la comunista Jeannette Jara, candidata de la izquierda. Una de las promesas del republicano ha sido expulsar a más de 330.000 inmigrantes en condición irregular en Chile y que ellos mismos colaboren con sus billetes de avión. “No vamos a regularizar a ninguno y les estamos diciendo a todos ellos que les quedan 92 días para que dejen nuestro país libremente”, dijo Kast el martes en el último debate presidencial.
Estas amenazas no están dirigidas a la mayoría de los extranjeros que viven en Chile, pues los que se encuentran con documentación alcanzan los 1,9 millones. De ellos, el 40% de ellos son venezolanos, un tercio de los cuales pueden votar en estas elecciones presidenciales. Sin embargo, la mayoría de los consultados para esta crónica se muestran preocupados por quién resultará ganador y qué impacto tendrá su Administración sobre la diáspora.
A Iris Contreras, de 30 años, lo que más le despierta aprensiones de los dos candidatos que se disputan la Presidencia es que cree que ninguno representa al centro político. “Cuando uno habla con la gente dicen que votarán nulo porque no les gustan los extremos (...) Me da miedo que suceda la misma polarización que en algún momento hubo en Venezuela”, afirma. Ella es psicóloga, emigró en 2017 desde su ciudad natal de Valencia, en el estado de Carabobo, y jamás ha podido ejercer su carrera en Santiago, pero asegura que eso no es indispensable si tiene un empleo que le permita enviar remesas a su familia.

A diferencia de las elecciones presidenciales de diciembre de 2021, donde en el cierre de campaña de Kast se vieron ondear banderas de Venezuela, esta vez no han estado en el foco durante sus últimos actos públicos. Lisbeth Nava, activista política de la oposición al régimen de Nicolás Maduro, que vive en Santiago, se abstiene de participar en los eventos políticos de este candidato. Votará por el ultraderechista a pesar de que admite que tiene “un discurso muy agresivo” en contra de los migrantes. De Chile le preocupa que ya no existe un canal de comunicación entre el Ejecutivo y la comunidad venezolana, la más numerosa de los extranjeros residenciados en este país.
“En Chile hay instituciones sólidas”
Para Marcos Garzón, oriundo del estado de Barinas (en los llanos occidentales de Venezuela), que se instaló en Chile en 2019, esta comunidad de migrantes se encuentra en un dilema. “En el último debate presidencial [organizado por Anatel] quedó evidenciado que la migración venezolana es la pera [saco] de boxeo en las campañas, en el ámbito político, porque cuando alguien quiere sumar o restar votos acude a esa carta (…) Es sumamente preocupante porque hay dos extremos [políticos]”, explica este sociólogo de 39 años, radicado en Santiago.
Mientras Kast ha iniciado una cuenta regresiva para alertar a los migrantes en condición irregular que deben abandonar Chile antes de que él, eventualmente, llegue al Palacio de La Moneda, el 11 de marzo de 2026; Jara ha prometido que realizará un proceso de empadronamiento, lo que no significa que regularizará a la “gente que entró por la ventana”.
Los que se inclinan por el republicano creen que moderará sus propuestas en caso de ser mandatario. Garzón asegura que votará por Kast, pero no lo hará completamente satisfecho. Le dará su apoyo porque prefiere al ultraconservador por sobre Jara. “Si en algo coincidimos muchos venezolanos es que apoyaremos todo lo que esté en contra del Partido Comunista. Yo creo que la mayoría estamos con Kast, indistintamente de que estemos en desacuerdo y tengamos diferencias con algunas de sus posturas, las que en el camino iremos viendo cómo se van presentando. Chile tiene un sistema institucional bastante planificado y organizado, y él tiene un gran desafío respecto de lo que promete: una cosa es la campaña y otra el Gobierno”, comenta.

Una postura parecida tiene Nancy Argüello, de 53 años, quien es abuela de cinco niños chilenos. Ella llegó a Chile hace una década, ya está nacionalizada chilena y ya vota. Esta vez no lo hará por Jara debido a que lo compara con darse una “una cachetada, porque yo salí de mi país por el comunismo, por todo lo que ya sabemos en la historia de los venezolanos”. Sin embargo, admite que Kast es “muy radical”, aunque no cree que sus propuestas sean concretadas. “Hay y se siente [una tensión con respecto a los extranjeros por las elecciones]”.
En cambio, Ana Peña, de 35 años, siente miedo de que el republicano asuma el poder, sobre todo porque está acompañado de políticos más extremos como Johannes Kaiser, el diputado y excandidato libertario que en la primera vuelta, del 16 de noviembre, sacó casi 14% de los votos: “No hay que generalizar a todos los gobiernos de izquierda, creo que ese fue un trauma con el que quedamos los venezolanos. En la historia ha habido dictaduras de izquierda y de derecha. En Chile hay instituciones sólidas y Jara no gobernaría sola, sino con una coalición y representantes de la exConcertación, estoy segura de que el PC no tendrá figuración si ella gana”.
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