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Elecciones Chile
Tribuna
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De Pinochet a Kast: conexiones españolas en la ultraderecha chilena

La agenda de uno de los candidatos a la Presidencia de Chile no solo implica una amenaza para los derechos logrados, sino que también el peligro del aumento de la violencia hacia ciertos grupos sociales

José Antonio Kast en Concepcion (Chile)

En algunos días —el 14 de diciembre para ser exactos—, Chile decidirá en segunda vuelta quién será su futuro presidente o presidenta, entre el abogado ultraderechista José Antonio Kast y la también abogada y administradora pública, Jeannette Jara, exministra del Trabajo, del Partido Comunista. Este hecho, propio de la tradición democrática de nuestro país tras la dictadura de Pinochet, se ha transformado en una coyuntura en la que se enfrentarán dos visiones de mundo contrapuestas y antagónicas. Una de ellas pone seriamente en peligro logros alcanzados en el país en materia de derechos sociales en un sentido amplio, pero también en lo que concierne al aborto, el matrimonio igualitario o la identidad de género. Esta visión del mundo está liderada por Kast, quien se ha presentado al país tanto en los medios como en diversas instancias públicas como el candidato de la recuperación de un país azotado por la inseguridad y la migración.

La figura de Kast es fundamental para entender la transformación de la derecha chilena y su conexión transnacional. A pesar de sus esfuerzos por distanciarse de la política tradicional, Kast no es un principiante y su creciente rol transnacional fue antecedido por su participación en el partido heredero del pinochetismo, la Unión Demócrata Independiente (UDI).

Kast se formó con el líder gremialista Jaime Guzmán —ideólogo de la dictadura—, apoyó la misma desde siempre, y desde su salida de la UDI ha ejercido un papel clave en la promoción y apoyo de diversos discursos y acciones tanto en Chile como en el extranjero, que comprometen seriamente el avance en derechos o ponen en riesgo aquellos ya alcanzados, como presidir la organización Political Network for Values. Dichas acciones forman parte de una ofensiva transnacional de larga data, que adquiere características puntuales en Chile más recientemente.

En 2017, cuando el bus naranja antigénero de CitizenGo pasó por el país y se efectuó una gran marcha contra la llamada “ideología de género” en la educación —movilizaciones que coincidieron con el debate parlamentario que revocó la prohibición absoluta del aborto—, Kast participó activamente en la Cumbre Parlamentaria Hemisférica en México. Este encuentro reunió a políticos derechistas de las Américas, pero también a actores de la ultraderecha española. En dicha ocasión se aprobó la Declaración de México, que se opone tanto a resoluciones de la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como a los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que obligan a los Estados miembros a modificar sus leyes locales en asuntos relacionados con la vida, la familia y la libertad religiosa.

A fines de 2017, se lanzó por primera vez a la carrera presidencial donde compitió contra el candidato de la centroderecha, Sebastián Piñera, y se quedó con la cuarta posición. Su proyección internacional se reforzó al año siguiente, con dos giras europeas en las que se reunió con Santiago Abascal, el presidente de Vox en España, entre otros.

En 2020 volvió a España y firmó la Carta de Madrid en la que se explicitó la concepción de la llamada Iberosfera, elaborada por la Fundación Disenso, vinculada a Vox, una visión geopolítica según la cual América Latina es parte de una comunidad mayor, vinculada a España, cuya cultura común constituiría una unidad de destino frente al peligro del comunismo y el globalismo.

En 2021 volvió a presentarse a las elecciones presidenciales, en las que perdió en segunda vuelta contra el actual presidente Gabriel Boric.

Luego de su derrota, en 2022 asumió la presidencia de Political Network for Values durante dos años, red ultraconservadora creada en España en 2013, actualmente conformada por políticos y actores sociales de alto nivel de varios países del mundo. Además, en ese mismo tiempo, él y su partido desempeñaron un rol fundamental en los procesos constituyentes del país; primero, para torpedear el trabajo de la Convención Constitucional y, tras su fracaso, para conducir un nuevo proceso liderado por la ultraderecha, que también fracasó.

En 2024 dejó la presidencia de la red para asumir el desafío de volver a presentarse a las elecciones chilenas. Esta vez lo hace con una amplia red de apoyos internacionales y con un aprendizaje adquirido en su rol como líder político de la ultraderecha internacional.

Si bien en este tercer intento ha esquivado pronunciarse sobre derechos sociales relacionados al género y la sexualidad, estos han formado parte importante de su agenda desde hace más de una década. Su rechazo al aborto, al matrimonio igualitario y a los derechos de las personas transgénero constituyen algunos ejemplos. Dado el carácter global de esta ofensiva contra estos temas, es altamente probable suponer y esperar que, si llegase a llegar a La Moneda, esta será parte importante de su política durante los próximos años. Ya ocurrió con Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos o Milei en Argentina, por lo que es altamente probable que se produzca un fuerte retroceso en materia de derechos alcanzados o en la limitación de su ejercicio.

Por tanto, esta visión de mundo compartida por esos actores y las fuerzas que los sostienen, entre otros efectos, arrastra la posibilidad de violencia política hacia cierto tipo de grupos o colectivos que han alcanzado derechos en el ámbito del género y de la sexualidad a partir de las luchas y las movilizaciones sociales que se produjeron en Chile a partir de 2006 en adelante hasta llegar al estallido social en 2019.

Con estas próximas elecciones, se pone en juego el modelo de país que queremos y soñamos. Dependiendo del resultado, se impondrá aquel que hemos alcanzado, suponiendo logros importantes en materia de género y diversidad sexual, o aquel del retroceso y del peligro que se cierne sobre la vida de las mujeres y las personas LGBTQ+. Por ello, es fundamental explicitar que la agenda de uno de los candidatos a la Presidencia de Chile no solo implica una amenaza para los derechos logrados, sino que también el peligro del aumento de la violencia hacia ciertos grupos sociales, con riesgo de sus vidas. Y, si se mira otros contextos en que la ultraderecha llegó al poder en años recientes, también podrá implicar un riesgo, no menor, de erosión de la democracia misma.

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