Otra mirada para garantizar la prosperidad: invertir en biodiversidad
Chile puede liderar la inversión en biodiversidad a nivel mundial, combinando su riqueza natural única con una visión de futuro

Como humanidad, tenemos una visión antropocentrista del mundo y con frecuencia olvidamos que nuestro crecimiento y bienestar dependen directa e indirectamente de la naturaleza en su amplia variedad. Ella nos proporciona el 80% de nuestra alimentación, más del 75% del agua fresca y del 50% de los medicamentos que utilizamos. Nos provee de materiales para nuestros hogares y ciudades, genera insumos para el desarrollo tecnológico, nos brinda protección, siendo clave para regular la dispersión de enfermedades infecciosas y nos protege frente a amenazas naturales.
El valor de la biodiversidad excede con mucho el ámbito netamente económico. Sin embargo, su importancia para la economía mundial es crucial. Se estima que, a nivel planetario, el aporte anual de la biodiversidad a la economía mundial es entre 112 y 197 billones de dólares, una cifra que supera en 1,85 veces el PIB mundial. Mientras que los costos asociados a su pérdida y deterioro oscilan entre 10 y 31 billones de dólares por año. Es decir, menos del 10% de los beneficios que nos proporciona.
En términos globales, los recursos invertidos en conservación, restauración o uso sostenible de la biodiversidad son importantes, del orden de los 166 mil millones de dólares anuales, principalmente desde fuentes públicas. Pero lamentablemente, están lejos de las cifras requeridas para cumplir con las metas del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal que establece un monto de 996 billones de dólares anuales hasta el 2030.
La brecha entre el aporte de la biodiversidad a la economía y la inversión en biodiversidad se reproduce a nivel nacional. De acuerdo con las cifras del Banco Central conocidas en 2024, el 17% del Producto Interno Bruto (PIB) del país y del orden del 55% de sus exportaciones, dependen directamente de los recursos naturales y de la biodiversidad.
Además, la biodiversidad chilena tiene valor para todo el mundo. Pues, aunque no es un país megadiverso, su evolución natural lo ha dotado de una biodiversidad única en el planeta y que, por ello, es uno de los 36 hotspots (puntos críticos) para la conservación de la biodiversidad global.
El Estado chileno ha avanzado significativamente en el fortalecimiento de su institucionalidad ambiental en la última década y media. La promulgación en año 2023 de la Ley 21.600, que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, es un ejemplo de ello. Pero el gasto público en biodiversidad, aunque ha aumentado en la última década, sigue teniendo una baja incidencia en el presupuesto público nacional, representando solo un 0,36% del gasto público total y un 0,09% del PIB del país.
Estas cifras son inferiores a las recomendaciones de la OCDE, que sugiere un gasto en torno del 1% del PIB, pero ubican a Chile en un rango medio de gasto en biodiversidad en relación con otros países de la región, por debajo de Costa Rica (0,18%), Colombia (0,15%) o Perú (0,11%), y por encima de México (0,08%) y Argentina (0,03%).
Chile puede liderar la inversión en biodiversidad a nivel mundial, combinando su riqueza natural única con una visión de futuro que integre conservación, innovación y desarrollo sostenible con impacto global.
El PNUD lleva cerca de una década apoyando al Estado de Chile en estas materias. Tenemos la convicción de que esta colaboración ha sido fructífera. Pero también la certeza de que es necesario hacer aún más. Y aunque el camino no está exento de desafíos, existen muchas posibilidades para mejorar el financiamiento nacional hacia la biodiversidad y seguir transitando hacia un desarrollo en armonía con la naturaleza, que asegure su preservación para las generaciones actuales y futuras. Dentro de estas destacan: alinear políticas, planes y flujos financieros de biodiversidad y cambio climático, optimizar el presupuesto y el gasto público, reducir o modificar las transferencias públicas hacia actividades o sectores que afectan negativamente la biodiversidad, innovar en mecanismos económicos que incentiven su conservación (certificaciones en biodiversidad, por ejemplo), potenciar el rol del sector privado y los gobiernos locales en su protección y uso sostenible; entre otras.
La biodiversidad es un activo estratégico. Los países que protejan y valoricen su biodiversidad serán los que liderarán la economía del futuro. Chile tiene todo para estar entre ellos: una biodiversidad única, una institucionalidad ambiental en expansión y un compromiso creciente con el desarrollo sostenible. Aumentar el financiamiento en biodiversidad no solo permite cumplir con compromisos internacionales, sino que abre nuevas oportunidades en sectores como la bioeconomía, los mercados de carbono y las finanzas sostenibles. Apostar hoy por la biodiversidad es asegurar la prosperidad de mañana.
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