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La próxima etapa de Boric: una vida familiar con su pareja y su hija Violeta en un barrio de clase media del municipio de San Miguel

El mandatario, que se convertirá en padre por primera vez en los próximos días, abandona el histórico, pintoresco y peligroso barrio Yungay para mudarse a una zona residencial

La futura casa del presidente Gabriel Boric, en la comuna San Miguel.
Antonia Laborde

El presidente chileno Gabriel Boric, de 39 años, se prepara para una nueva etapa vital. Junto a su pareja, la química ambiental de la Universidad de Chile y funcionaria del ministerio del Medio Ambiente, Paula Carrasco, están en los descuentos para el nacimiento de su primera hija, Violeta, en los primeros días de junio. La exseleccionada nacional de básquetbol, de 31 años, se fue a vivir a comienzos de abril a la casona que arrienda el mandatario de izquierdas desde que llegó a La Moneda en el barrio Yungay, un sector bohemio y residencial en los albores del centro de Santiago, también afectado por la delincuencia. Los futuros padres, sin embargo, tienen previsto mudarse “en un tiempo más” al municipio de San Miguel, en la zona centro-sur de la capital, cerca de los abuelos de Carrasco. Ha trascendido que el presidente planea comprar una casa dos calles al sur del inicio del barrio El Llano, la zona más acomodada de la comuna, que se caracteriza por sus mansiones de finales del siglo XIX y comienzos del XX, muchas de ellas arrasadas por los edificios.

La propiedad en cuestión tiene una arquitectura estilo Tudor -como si fuera un castillo inglés- y fue construida en 1938. Está ubicada en un terreno de 792 metros cuadrados, de los cuales 235 son útiles y está tasada en más de 500 millones de pesos (unos 529.000 dólares). La arquitecta y académica del Instituto de Historia y Patrimonio (IHP), Pía Montealegre, comenta que la vivienda tiene una escalera señorial y la particularidad de una torre en uno de los costados, que quizá haya servido como un tanque de agua, pero aclara que no es una mansión como las de El Llano. “No tiene un valor arquitectónico especial ni patrimonial. Las casas de esa zona representan una época de urbanización donde la clase media se instaló en el sur de Santiago, mientras la clase alta ya se había fugado a Providencia y Las Condes”, apunta.

La académica celebra la “astucia” del presidente porque, pudiendo irse a vivir a cualquier sector de la ciudad, decidió recuperar un espacio antiguo en un barrio con casas que se resisten en medio de edificios. Montealegre, que también vive en una construcción de los años 30, dice que no se trata solo de la compra de una vivienda, sino un proyecto de vida, por la cantidad de esfuerzo que hay que inyectarle. Además, destaca que el presidente llegará a hacer barrio, cerca de plazas, almacenes y jardines infantiles en una comuna de clase media de unos 145.000 habitantes que, añade, necesita un empuje en infraestructura. Precisamente por esas características, se desprende que, junto a su pareja, pensaron que era un lugar residencial idóneo para criar a Violeta.

Boric rompió una cierta tradición cuando decidió irse a vivir al barrio Yungay y no al sector oriente de la ciudad, como sus antecesores. En parte, porque era la primera vez que un mandatario no tenía una casa fija. El presidente es de la zona austral de Punta Arenas, en el extremo sur de Chile, donde creció con sus padres y hermanos, y llegó a La Moneda con 35 años. Antes de asumir, como diputado, alquilaba un piso en el turístico e histórico barrio Bellas Artes, en el centro de la capital.

Yungay fue el primer barrio que se creó en la República, a mediados de 1800. Siempre fue una zona de acogida, de provincianos e inmigrantes que llegaban en tren a la Estación Central. El pintoresco barrio patrimonial conserva su encanto, pero desde años que padece el incremento de la delincuencia, con violentos asaltos y homicidios a solo calles de la residencia del presidente, que culminará su mandato en marzo de 2026.

El futuro barrio del mandatario también tiene historia. Como recuerda el cronista Roberto Merino en su libro Santiago de memoria (1997), Bernardo O’Higgins, el artífice de la independencia de Chile, tuvo ahí su chacra (”durante el siglo XIX las chacras eran heredadas y no hubo familia de fuste que no tuviera la suya en las proximidades de Santiago”). O’Higgins durmió en esa localidad la noche después del triunfo en la batalla de Maipú y también estableció ahí provisoriamente el Gobierno tras el terremoto de 1822. Años después de su muerte, el minero Ramón Subercaseaux compró su terreno, que quedó durante generaciones en esa familia y a la que se debe el nombre de barrio El Llano Subercaseaux y el puñado de calles que llevan dicho apellido.

Vista aérea de la calle donde se ubica la casa de Gabriel Boric.

Son varios los urbanistas que identifican hoy esa zona de San Miguel como una pequeña Ñuñoa, un municipio tradicional del sector oriente de Santiago con el que se bromea por el carácter hipster que ha adoptado los últimos años y con el que se asocia a los militantes del Frente Amplio, el partido de Boric. Los entendidos dicen que un siglo atrás se pensó que la gente más rica se iría hacia el barrio Beauchef, Quinta Normal y El Llano, pero finalmente este último quedó como una isla de casonas acomodadas dentro de la comuna.

Sonia Palestro, de 80 años, conoce bien las calles de San Miguel. Es la hija mayor del fallecido diputado socialista Mario Palestro Rojas, quien además fue alcalde de la comuna entre 1963 y 1967. San Miguel alberga hoy a diferentes sectores sociales y con la construcción de edificios, se ve un repunte de la clase media, compuesta por profesionales jóvenes. Los barrios antiguos de casonas están desapareciendo.

“Esta comuna otrora muy pobre y al mismo tiempo, con barrios de gente adinerada, nos hizo conocer diversas realidades económicas y sociales”, señala Palestro por escrito. Su padre le contaba a ella y sus cuatro hermanos que, en las márgenes del Zanjón de la Aguada, un canal que corría a tajo abierto, arribaron los trabajadores cesantes del norte del país tras el cierre de las salitreras, y sin tener donde vivir, instalaron casas de lata, palos y cartones que se convirtieron en un refugio para la pobreza.

Las casas de grandes patios que poblaban el barrio El Llano, apunta Plaestro, de antiguos magnates dueños de minas, de viñas y campos construidas a principios de 1900 han dado paso a construcciones de muchos edificios y condominios. “El barrio que eligió nuestro presidente Gabriel Boric y su compañera es uno de los que se conservan casi intactos (...) se podría decir que es el recuerdo de lo que fue San Miguel en un pasado no tan lejano”, señala Palestro sobre la residencia a la que piensan mudarse en la calle donde vivió su primo y alcalde de la comuna por 12 años, Julio Palestro Velásquez.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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