Ley Karin: luces y sombras en la batalla contra el acoso laboral
La ley representa un avance significativo. Sin embargo, los números nos confrontan con una realidad innegable: las mujeres siguen siendo desproporcionadamente afectadas por la violencia en sus lugares de trabajo

Siete de cada diez denuncias por acoso laboral son presentadas por mujeres. Este dato, revelado tras los primeros meses de implementación de la Ley Karin, no sorprende, pero sí alarma. En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, esta cifra nos recuerda que la violencia de género en el trabajo no es un problema aislado. Es estructural, persistente y desigual.
La Ley Karin representa un avance significativo al establecer mecanismos para prevenir, investigar y sancionar el acoso laboral y sexual. Sin embargo, los números nos confrontan con una realidad innegable: las mujeres siguen siendo desproporcionadamente afectadas por la violencia en sus lugares de trabajo.
Las cifras son contundentes. Desde agosto a diciembre de 2024, la Dirección del Trabajo ha registrado 9.151 denuncias en el sector privado, con 3.804 en proceso de fiscalización. El dato más alarmante: el 67,8% de estas denuncias provienen de mujeres, evidenciando una clara dimensión de género en la problemática. En el sector público la situación es similar: más de 5.000 denuncias, con las mujeres representando el 76% de los casos.
Durante los meses de implementación de la ley, se evidencian desafíos estructurales que podrían profundizar las desigualdades existentes: mientras las grandes empresas adaptan rápidamente sus estructuras, las PYMES —que generan más del 60% del empleo en Chile y son lideradas mayoritariamente por mujeres en sectores como el comercio— enfrentan obstáculos considerables.

La implementación desigual amenaza con convertir esta legislación en un privilegio exclusivo de quienes trabajan en grandes organizaciones. Para las PYMES, requisitos como separar físicamente a los involucrados en denuncias resultan prácticamente imposibles en espacios reducidos. Igualmente, mantener la confidencialidad e imparcialidad en las investigaciones cuando el personal es limitado obliga a subcontratar servicios externos, incrementando costos.
La experiencia internacional muestra que las leyes contra el acoso son efectivas cuando consideran las realidades específicas de diferentes sectores laborales. Países como España han implementado servicios compartidos de investigación para pequeñas empresas y programas de acompañamiento especializados para denunciantes.
Chile necesita urgentemente medidas similares: desarrollar protocolos simplificados y adaptables a la realidad de pequeñas empresas. Segundo, crear servicios compartidos de investigación para PYMES, reduciendo costos sin sacrificar calidad. Tercero, implementar subsidios específicos para capacitación en prevención.
Además, resulta urgente fortalecer los mecanismos de acompañamiento para denunciantes, especialmente en relación al apoyo psicológico y legal para quienes denuncian. Las cifras sugieren que las mujeres están utilizando activamente los canales disponibles, pero ¿cuentan con el apoyo necesario durante el proceso? La efectividad de la ley no debe medirse solo por el número de denuncias, sino por la resolución adecuada de los casos y la reparación a las víctimas. Después de todo, la valentía de presentar una denuncia debe ser correspondida con un proceso que no revictimice.
La Ley Karin representa un compromiso con la dignidad laboral, pero su verdadero valor dependerá de nuestra capacidad para adaptarla a todas las realidades laborales. En este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el desafío es claro: garantizar que la protección contra la violencia y el acoso no sea un privilegio, sino un derecho efectivo para cada trabajadora y trabajador en Chile.
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