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DERECHOS DE LAS MUJERES
Tribuna
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Los desafíos feministas ante los avances de la ultraderecha

Es necesario avanzar, y no retroceder, en derechos de mujeres y disidencias, quienes merecen las mismas oportunidades, que garantice su dignidad y fortalezca a la sociedad en su conjunto

Un grupo de mujeres que participan en la marcha por el Día Internacional de la Mujer, en Santiago, en 2024

En este año electoral, reflexionar sobre los desafíos del siglo XXI en materia de género implica reconocer en primer lugar la amenaza que representan los sectores de derecha y ultraderecha, quienes interpretan la idea de libertad desde un prisma moral, individualista, y antisocial. Imponiendo un deber ser, que ignora las condiciones adversas que enfrentan las mujeres a diario, que impactan negativamente en nuestros derechos, en la equidad social y política que buscamos alcanzar como sociedad. En este escenario, el feminismo da voz a quienes sufren experiencias consideradas como normales pero que, en realidad, esconden violencia y desigualdad.

Desde el Frente Amplio promovemos una vida libre de violencia para las mujeres, debido a todas las violencias que enfrentamos a lo largo de nuestras vidas y en diversas formas. Si bien las agresiones físicas reciben mayor visibilidad, existen otras formas de violencia, menos evidentes, pero igualmente devastadoras. Entre ellas, la violencia económica, que limita la autonomía material de las mujeres, la violencia sexual, que a menudo se oculta, la violencia psicológica, y la violencia dirigida a aquellas mujeres que deciden participar en esferas políticas, quienes enfrentan obstáculos y hostigamiento en su camino.

Es necesario avanzar, y no retroceder, en derechos de mujeres y disidencias, quienes merecen las mismas oportunidades, que garantice su dignidad y fortalezca a la sociedad en su conjunto. Retroceder en estos derechos implicaría perpetuar las desigualdades y profundizar las brechas sociales, es por ello, que en este 8M no solo conmemoramos, sino que exigimos la cotidianización de las luchas y ofrecemos una reflexión sobre los desafíos que conlleva ser feministas en el siglo XXI. Esto requiere repensar la forma en que las mujeres nos involucramos con el trabajo político, de cara a las necesidades y las responsabilidades que debe cargar cada una.

El reconocimiento social y cultural de los cuidados es una bandera de lucha que las feministas no dejaremos atrás, ya que históricamente hemos sido las mujeres las encargadas de esta labor esencial para el funcionamiento de la sociedad. En este sentido, se vuelve necesario fortalecer la percepción de los cuidados, como un trabajo que requiere esfuerzo, tiempo y habilidades y no como una tarea natural. Al comprender que los cuidados son una consecuencia de la división sexual del trabajo, buscamos generar una disminución de las brechas sociales instando a que se establezca como una responsabilidad colectiva que aumente la corresponsabilidad entre hombres y mujeres, y por sobre todo continuar con el involucramiento del Estado.

Es importante aceptar que las mujeres tenemos derecho a planificar nuestras vidas, que no somos meros instrumentos de reproducción social, cuya condición natural es dedicarse a los cuidados, y para lograrlo, debemos transformar la realidad. Despenalizar socialmente el aborto es entender que esta discusión es una cuestión relativa a los derechos fundamentales de las mujeres y la autonomía del cuerpo. Que siempre ha existido, pero solo pueden acceder de forma segura quienes más recursos tienen, y las que no tienen para costearlo son quienes enfrentan los mayores riesgos. El aborto sigue siendo una cuestión de clase en Chile y un problema de salud pública.

En ese sentido, los sectores más conservadores de nuestra sociedad representan un peligro para los avances en materia de género. Un ejemplo son las declaraciones del diputado Johannes Kaiser, quien cuestionó si fue “una buena idea” darle derecho a voto de las mujeres, cuando ve que estas no apoyan lo que él opina. Esto es estar en contra de las mujeres, y por ende en contra de la democracia. Los avances en materia de género son logros que han costado mucho a feministas históricas, organizaciones de la sociedad civil y mujeres que, en el anonimato, siguen enfrentando disparidades de género.

El feminismo actúa entonces como una luz de esperanza, la vía que permite generar cambios concretos en la vida de las mujeres en nuestro país. No solo se trata de luchar por nuestros derechos, sino también de fomentar un mundo más equitativo que elimine las jerarquías de género. Para ello, es crucial entender que este movimiento no es monolítico, ya que incluye diversas visiones, experiencias y perspectivas que abordan diferentes aspectos de la vida cotidiana.

En materia de género y justicia social, en conjunto con otras fuerzas políticas, hemos impulsado iniciativas como la ley integral contra la violencia de género, la ley de pago efectivo de pensión de alimentos, y la creación de un sistema nacional de cuidados, entre muchas otras. Este es un Gobierno que ha sido capaz de poner el tema de género en el centro del debate, con una perspectiva que ha sido capaz de reconocer el rol protagónico que juegan las mujeres en nuestra sociedad.

Como Frente Amplio, nuestros principios se basan en entender las luchas a través de una perspectiva que promueva la dignidad de las personas, en clave feminista, socialista y libertaria, y el avance de la ultraderecha es un peligro para la democracia, y un retroceso para los derechos humanos, la justicia social y la igualdad, sus relatos son un claro reflejo del odio, la ignorancia y el desdén que tienen hacia una realidad de precariedad que ignoran profundamente, en la que se encuentran sumidas cientos de miles de mujeres en nuestro país.

¡No estamos dispuestas a retroceder en derechos, y aún nos queda mucho por avanzar!


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