Las Meninas pierden su arte
El hotel Palace acoge la subasta de 12 de los 50 muñecotes de fibra de vidrio que han decorado la ciudad

Antes de llegar a la butifarra rococó del Hotel Palace han sido limpiadas y restauradas. Después de un mes a la intemperie, ocupando las aceras de la ciudad y al alcance de la reacción ciudadana, las falsas Meninas lucen aseadas antes de ponerse a subasta benéfica. Habían llegado vandalizadas y con fuerte olor a orina. La puja de 12 de los 54 muñecotes de fibra de vidrio decorados por famosos arranca en 3.000 euros cada uno. Rafa Nadal ha diseñado uno de ellos: ha convertido el ceñido guardainfante (cuerpo) y la descomunal basquiña (falda) barrocas en un chándal rojigualda. Quizá fue el motivo por el que la pieza más celebrada de la mañana no pasara de los 3.100 euros. Los ha pagado una conocida marca de coches surcoreanos que el tenista anuncia en España desde hace 15 años.
La Menina de la cantautora Rosana (con un corazón abierto en el pecho para que los transeúntes metieran sus mensajes de amor) se quedó en 3.000 euros y la del humorista Dani Rovira (con dibujos de tres de las especies animales más amenazadas) en 3.600 euros. El mazo lo lleva Flavia de Hohenlohe, presidenta de Sotheby's, que cerró la más valorada en 4.800 euros. Se vendía con sillón. Es una intervención patrocinada por Warner para celebrar los 25 años de su serie Friends y el sofá no podía faltar. El anuncio, camuflado de estampa velazqueña, estuvo colocado durante semanas en la Plaza de Oriente, frente al Palacio Real.
Esta joya la firma el inventor del asunto, el interiorista venezolano Antonio Azzato, que sostiene haber creado “el nuevo icono de la ciudad”. Manuela Carmena las llamó “damas de la belleza”. Y Begoña Villacís por su nombre: “Reclamo del turismo de compras”. La iniciativa está apoyada y animada por la Asociación Empresarial del Comercio Textil (ACOTEX). La vicealcaldesa asegura que han puesto de moda Madrid. En las redes sociales. “Alrededor de seis millones de fotografías recorrieron el mundo entero el año pasado, con selfies de Las Meninas”, justifica el organizador y hacedor de ocho de estas piezas. Y por unas horas han brillado lejos de las calles, junto al chelo que ha amenizado las pujas, con versiones de Imagine, de John Lennon, y el We Arte The World.
El lema de la organización no rompió la tónica del acto: “El arte une corazones”. Se refiere a los corazones de los compradores, de las fundaciones beneficiarias y los de las marcas de cosméticos, bancos, centros comerciales, restaurantes, canales de televisión, productoras de cine, cervezas, automóviles, seguros y ópticas que han colocado sus anuncios y sus Meninas a la vía pública. La de Luis Alfonso de Borbón también debía tener corazón, pero no pasó por la subasta. Una pena no haber podido contemplar en estos salones tan señoriales esa bandera de España y de Venezuela, fundidas en las faldas meninas y las tres flores de Lis de la Casa Borbón. Al bisnieto del dictador y presidente de honor de la Fundación Francisco Franco no se le ocurrió mejor manera para coronar esta cima del Kitsch -colocada frente a la sede del BBVA- que con una cabeza dorada. Una alusión de fantasía a esa corona frustrada, que habría sido la única en encajar en el sacrosanto lugar de las conspiraciones y los privilegios.
“Este año Las Meninas han sido más espectaculares que el pasado”, ha dicho Azzato, quien ha insistido en vincular el arte con esta operación de turistificación del centro, que llevó una de sus criaturas a Sálvame para que los colaboradores la salvamizasen en directo. “Velázquez no quería quedarse en las paredes del museo, quería salir a la calle”, ha asegurado el interiorista. Con lo que le gustaba al sevillano la Corte y la casta. Velázquez habría preferido el Palace, con sus tonos pastel y molduras palaciegas, con ese lujo rancio y anacrónico, antes que convertir la ciudad en carne de selfie para viralizar Madrid.
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