Cita clandestina con las Pussy Riot en Madrid
El grupo ruso presenta su espectáculo ‘Riot Days’, una mezcla de música, videoarte e interpretación


¿Cómo es ser activista en Rusia? ¿Qué es el punk guerrilla? ¿Cómo es una cárcel rusa? El colectivo Pussy Riot llega a Madrid con Riot Days —este jueves, a las 19.30, en la Sala Mon—, una mezcla de música, videoarte y performance que responde a estas y otras cuestiones. Es una cita peculiar: Maria Alyokhina, una de sus integrantes y creadora del show, no puede salir de Rusia debido a una orden de arresto. “No sé lo que sucederá cuando regrese”, cuenta a EL PAÍS. Pese a esa orden, lleva más de un año de gira internacional con Riot Days.
“Con este show invitamos a rebelarse contra el sistema porque las cosas solo pueden cambiar a partir de la revolución. Queremos inspirar a la gente para que no tengan miedo de hablar”, explica Alyokhina, autora del libro homónimo en el que se basa el espectáculo.
Riot Days muestra “lo que sucede si las autoridades de tu país te privan de tu libertad”. Pussy Riot nació en 2011 como protesta a las políticas del presidente ruso Vladímir Putin. Lo hacían a través de actuaciones de punk guerrilla en lugares públicos inusuales y que luego subían las grabaciones a Internet.
De naturaleza feminista y comprometidas con los derechos LGTBI, el colectivo artístico adquirió notoriedad global cuando tres de sus miembros (Alyokhina, Nadezhda Tolokónnikova y Yekaterina Samutsévich) fueron arrestadas en 2012 por una de sus actuaciones. Fueron condenadas a dos años de cárcel. “Las prisiones rusas son una copia de los gulags soviéticos”, asegura Alyokhina. Amnistía Internacional consideró a dos de ellas —Samutsévich ya había sido puesta entonces en libertad— presas de conciencia. Tras 21 meses en prisión, el Parlamento ruso aprobó una amnistía. “En la cárcel viví momentos muy duros, pero me hicieron más fuerte”, añade. El grupo volvió a la carga en 2014.
“Yo no elegí luchar contra el sistema; me vi obligada a ello. Muchas cosas están mal, no funcionan y no vale con mirar o criticar sin pasar a la acción”, defiende la artista. “La ciudadanía no puede solo mirar pasivamente”, completa.
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