Presupuestos de comedia
Desde 2010 el gasto social en Cataluña ha caído en 2.733 millones de euros, un 13,5% en términos nominales, y no está previsto revertir los recortes
El Gobierno de la Generalitat (CDC-ERC) continúa vendiendo humo, ahora con la presentación de los Presupuestos para 2016 que, en caso de ser aprobados, entrarán en vigor a escasos meses de terminar el año, por lo cual tendrán una incidencia muy limitada tanto sobre la política de ingresos como en la de gastos e inversiones. Aun siendo unos presupuestos de comedia, voy a intentar analizar, a grandes trazos, la propuesta presentada en el Parlamento y que significaría para los ciudadanos en caso de aprobarse.
Catalunya vive una situación de emergencia social, reconocida por el propio Parlament en el debate contra la pobreza. Dos datos corroboran esta situación: por un lado, la tasa de riesgo de pobreza —después de las transferencias sociales— es del 20,9%. Eso quiere decir que 1.600.000 catalanes viven por debajo del umbral de pobreza (20.512 euros de ingresos en un hogar formado por dos adultos y dos niños). Por otro lado, solo el 30,9% de las personas en paro recibe algún tipo de subsidio (155.000 de los 500.000 parados con datos del primer trimestre del 2016).
Ante estos ilustrativos datos, hemos de preguntarnos si estos Presupuestos responden a la situación de emergencia social. La respuesta es que son del todo insuficientes. En primer lugar, porque no cumplen el acuerdo del Parlament, que en el citado debate contra la pobreza instó al Gobierno a aplicar nuevas figuras fiscales y mejorar algunas existentes como el impuesto de sucesiones, el impuesto sobre el patrimonio o el tramo autonómico del IRPF, entre otros. También se urgía a la lucha contra el fraude y garantizar un sistema fiscal más progresivo. En la ley de medidas fiscales y financieras que acompaña a los Presupuestos no hay ninguna previsión de incrementar los impuestos a las rentas altas.
En segundo lugar, aún queda margen para subir los impuestos de manera progresiva (quien más tiene más paga) ya que la presión fiscal en Catalunya está ocho puntos por debajo de la media de la Unión Europea. Como en los gobiernos de Artur Mas, estos presupuestos tampoco tienen vocación redistributiva, son continuistas. Es escandaloso que las rentas altas no aporten más a través del IRPF o que los ricos no paguen el impuesto de sucesiones.
En tercer lugar, el Gobierno es plenamente consciente de que podría aumentar los ingresos por esta vía tal como indica el estudio elaborado por el Departamento de Economía, en el que se hace una comparativa del tipo de impuesto sobre la renda, en el conjunto de las autonomías. El estudio concluye que, mientras la población catalana con una base liquidable de hasta 30.000 euros anuales paga el tipo del IRPF más alto, por el contrario el tipo para las rentas con una base liquidable superior a los 100.000 euros sitúa a Catalunya por debajo de la media estatal. Son conscientes de esta injusticia social y no quieren ponerle remedio.
Aun así, Junqueras, como antes Mas, afirma que estos son los presupuestos más sociales. Lo cierto es que desde 2010 (los últimos del gobierno de izquierdas), el gasto social ha caído en 2.733 millones de euros, un 13,5% en términos nominales. Los recortes en sanidad han sido de 1.166 millones de euros, en educación, de 837 millones, en vivienda, de 312 y en servicios sociales, de 234.
El colmo de la desfachatez llega al analizar de dónde provienen los 285 millones de euros pactados con la CUP. Una parte de ellos sale de mantener y aumentar los recortes en educación: no se devuelven a los docentes y al resto de empleados públicos las pagas extra del 2012 al 2014, aunque una sentencia judicial y un acuerdo del Parlament les obligan a hacerlo. Además han aumentado el número de horas de clase del profesorado mayor de 55 años y el personal interino no recibe ninguna retribución los meses de julio y agosto. Han decidido empeorar las condiciones laborales del profesorado antes que subir los impuestos a los más ricos.
En definitiva, estos presupuestos nos muestran que el Gobierno de Junts pel Sí es incapaz de dar respuesta a los problemas de la gente y desarrolla una política liberal muy parecida a la de los recortes salvajes de Mas. La deuda avanza peligrosamente y las inversiones continúan cayendo.
Joan Boada Masoliver es profesor de Historia.
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