Un anillo para unirlos
¿Cómo accede ERC, el partido catalán ganador de las anteriores elecciones europeas a desaparecer y a colaborar, gratuitamente, en la refundación de CDC?
Antonio Baños, candidato de la CUP y periodista sexi —lo sexi, como ya sabrán, consiste en observar algo inesperado, en una acera o en un diario, que te alegra el día y que te hace pensar en la vía opuesta a la recomendada por tu madre—, ha declarado que la lista unitaria de Mas responde a un chantaje de, como su nombre indica, Mas. ¿Es así? ¿Qué se ha chantajeado? ¿Con qué? El presente artículo intenta dar una respuesta. También sexi.
La lista, horizontal y bla-bla-bla, pero con sede jurídica en el local central de CDC —en lo que es una metáfora de, glups, quien es la lista y quienes son sus also starrings—, está compuesta por diversos packs. Las ON muy Gs, Omnium y ANC, ERC e individualidades de la sociedad —parece ser, en ese sentido, que la lista no contará con la PAH, o con personas vinculadas a la defensa de la sociedad frente a sus recortadores—. Estos packs son factores humanos, sensibles, por tanto, a la presión. La presión es una de las constantes en las relaciones entre adultos. Y la caricia es una modalidad de presión. Al parecer, la caricia ha sido la modalidad utilizada con el anterior staff de ANC y el de Omnium. Las tietes, me dicen, tomaban el té frecuentemente en el Palau, una forma sencilla y barata de acariciar. Es decir, de dar honor. Es decir, de llegar a acuerdos entre honorables. Respecto del nuevo staff de ANC, una organización presidida por el equipo que no ganó las elecciones internas, parece mantener, por ese hecho pactado, oscuro y hermético, una relación más pactada, oscura y hermética y, por lo tanto, efectiva, con CDC. En ese sentido, CDC parece cortar el bacalao, de manera aún más nítida, en esa organización que en su día entregó, sin control, un proyecto ciudadano a un Gobierno, que lo utilizó para emitir propaganda, recortar derechos y libertades, y refundar un partido de la Restauración2.0 corrupto.
El tema, por tanto, es ERC, una organización soberana y, como todo organismo biológico complejo, dotada de inteligencia. ¿Cómo accede el partido catalán ganador de las anteriores elecciones europeas a desaparecer y a colaborar, gratuitamente, en la refundación de CDC? ¿Se ha ejercido algún tipo de chantaje? ¿Los servicios de inteligencia de CDC disponían de algún tipo de documento gráfico de Junqueras en una piscina?
Supongo que, en este caso, no se han producido caricias ni creatividad en las elecciones internas. Simplemente, CDC ha ejercido la presión mediante el único marco que domina, de forma absoluta y, me temo, frágil y por poco tiempo: el catalanismo. El dominio de CDC sobre ese marco es fabuloso y le otorga una libertad de movimiento magnífica. Verbigracia: el Nou Estatut no sólo se lo cargó el PSOE, vía cepillo, o PP, vía boicot al cava y sentencias del Tribunal Constitucional. También colaboró CDC, con tecnología local, en una fabulosa reunión en Moncloa. La libertad absoluta de CDC para moverse amparada, sin críticas y sin sospechas, por el marco que domina, es inaudita. Sólo es comparable a la que dispuso el PP en el Aznarato, cuando, simplemente dominando el marco democracia, podía fabricar todo lo contrario. Por incomparecencia del equipo contrario, CiU ha dominado el marco catalanista desde finales de la década de los setenta del siglo XX. Y lo ha vertebrado y depurado. El catalanismo, un corpus amplio —Almirall, implícitamente Pi i Margall, Torres i Bages, Prat, Cambó, Macià, Nin, Peiró...—, se ha librado de peso en su izquierda durante estos años. Los años de un procés modulado por un partido netamente postdemocrático, parecen haber orientado el pack hacia un parecido asombroso con CDC. El catalanismo hegemónico, así, parece tener más que ver con el neoliberalismo, el imperio del impuesto indirecto, la desinformación y el sálvese quién pueda. Se trata de un catalanismo más orientado a las necesidades de CDC —acuciantes; se juega el pan y su futura memoria—, que a vertebrar una respuesta local frente a la agenda del siglo XXI: democracia, soberanía frente a mercados y UE, derechos. Es, más que catalanismo, cataluñismo. Algo que, cuando acabe el boom propagandístico, puede ser ruidoso, pero anecdótico y carente de discursos propios no reaccionarios.
Bien. Parece ser que la presión ejercida a ERC consistió, por lo que me reconstruyen, en amenazarla con quedarse fuera de ese pack catalanista. Ser un traidor. ERC no consideró otra vía de investigación del catalanismo. Se quedó.
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