Y nosotros sin saberlo
Los impulsores de Hiriko elogian el proyecto que malgastó 16 millones de ayudas públicas
Los impulsores de Hiriko, uno de los dos proyectos junto a Epsilon que han sacado los colores a las instituciones vascas por su falta de control del uso debido del dinero público, han venido al Parlamento vasco con su razón bajo el brazo. No ha sido suficiente con que 16 millones de euros se vayan por el desagüe para adoptar una posición menos altiva ni que sea necesario abrir (¿para cerrar rápido?) una comisión de investigación con el propósito de seguir el rastro de las subvenciones oficiales y las concesiones inmediatas de préstamos con riesgo. Desde luego no se les ha visto compungidos por la debacle. En realidad, han estado tirando con pólvora ajena.
Habida cuenta de que no se puede mentir en sede parlamentaria, y en base a los argumentos en ocasiones sonrojantes de los inspiradores de Hiriko, habría que convenir con urgencia y mediante acto de contrición que el resto de la sociedad está equivocada. Vaya, que no ha sabido valorar ese ingenio que se escondía detrás del innovador proyecto del coche electrico. Como dijo su principal valedor, el nacionalista Jesús Etxabe, "ha fallado la iniciativa privada". La pública siempre estuvo ahí cuando se le requirió.
Etxabe, industrial alavés de larga trayectoria, hizo méritos suficientes para que el PNV le nombrara miembro del consejo de administración en la entidad guipuzcoana Kutxa. Ahora, tras el fiasco y amparado en su exigencia de declarar a puerta cerrada en un Parlamento después de haber dispuesto de dinero público, se ha visto concernido para explicar la idea que encandiló incluso a Durao Barroso y, sobre todo, a quienes negociaban entre PSOE y PNV los últimos flecos de cada acuerdo presupuestario.
Conocida su verdad, y con él todos a una quienes impulsaron Hiriko, sería conveniente, sin embargo, disipar las dudas que se empiezan a agolpar sobre un supuesto propósito de acometer un proyecto alternativo sobre los mimbres debidamente financiados y luego desperdiciados. Otra vez la sociedad sin enterarse. Y eso que le toca pagar siempre.
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